Mary Pili Hernández y sus temores que llenan de mal aliento a Venezuela

El vivir atemorizado es una mala situación que no es nada caprichosa, sino más bien un acercamiento al miedo, a ese miedo que late a diario en la Venezuela socialista del hablas tú para callarte yo y, así el convivir se transforma en reacio como vulnerable que, mejor es estar callado que metiéndose en problemas de expresar lo que se ve como realidad y lo que se siente como observador.

Y Mary Pili, bella y hermosa mujer venezolana que respira la comunicación de las ideas desde joven, ha decidido -no obligada- quizás reacia a no perder su virginidad de soñadora, exprese mantener callada su boca por miedo que razones no le faltan, pero ese es el camino más fácil de transitar para estar bien con Dios y con El Diablo.

Entonces, para no enredar el arcoíris de la expresión individual, mejor es pensar en "Isidora", y así las emociones personales se dan un descanso que no es por falta de indignación ni de vergüenza, pero sí de ira, una ira que temporalmente se siente en Venezuela que ha apartado la convivencia en odio como medio de soltar las ideas, para quien a su manera sin miedo a la venganza o a la retaliación y, así se pierde la reflexión de ver no con ojos de piedad, pero, por lo menos con ojos de imparcialidad sin ofenderse los unos a los otros.

Mary Pili, una lúcida venezolana que muerde el polvo de la resignación, quiere a su Venezuela heroica sin contrastes de venganza ni de risueños acobardados que en vez de cantar por la tentación de perder su libertad se hace cada día más pensable como común sin llegar al tumulto de gritar, pareciera que se necesita conciencia y más conciencia.

Y con Mary Pili hay que decir: ¡Gloria al bravo Pueblo! Ese pueblo que padece y sufre de todos los males que jamás debe ser deseo de algún presidente elegido por el pueblo y, la angustia que hoy siente ella no es invencible, es la angustia del pensar y de existencia misma.

Mary Pili: te deseamos que la paz esté siempre contigo y con vosotros, o sino mi paz os doy, y por favor no dejes de expresarte y que tu voz guíe el sentido y la esperanza de ser cada día mejores como altaneros y juiciosos, aunque las tripas estén vacías, seremos siempre el embutido de la Patria de Bolívar.

Y que el pedido de Mary Mili Hernández no se quede en el vacío y sea un llamado sólido a la reflexión y a la cordura y, que todas las situaciones por muy adversas que sean tengan solución y que el sentir por Venezuela no sea de odio, sino de libertad y derecho en todas sus formas y, que las quejas de un mal proceder sean un espejismo de buena voluntad hacia todos.

Y, nada de ¡Fuego al cañón!



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Esteban Rojas


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