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Estados Unidos no podía seguir soportando las verdades de las MAÑANERA DE AMLO. Resulta que hubo una gran manifestación de la oposición contra AMLO en el Zócalo y la consigna que allí más se voceó fue: "AMLO es narcotraficante". Por más que el propio gobierno gringo (por exigencias de AMLO) ha estado a última hora tratando de remendar el capote, ya el daño está hecho y para los imbéciles opositores a AMLO, no hay duda de que el Presidente de México recibió financiamiento de los narcos. Ya eso no lo puede borrar nadie de la mente de los estúpidos. RIP.
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De modo pues, que lo que estábamos esperando que ocurriera en México contra AMLO, finalmente se ha consumado: "AMLO está metido en el narcotráfico" ha dictaminado el imperio gringo a través de sus medios poderosos, y la olla la ha montado nada menos que el New York Times con su periodista estrella y dos veces Premio Pulitzer, Tim Golden. Para eso se inventó precisamente la DEA, como un brazo de la CIA, para involucrar en el narcotráfico a presidentes o gobiernos incómodos que no acaten a pie puntillas todas las decisiones de la Casa Blanca. A Chávez lo acusaron de narcotraficante, también al presidente Ernesto Samper, en cambio esta asquerosa DEA, con el verdadero y mayor narcotraficante del mundo como Álvaro Uribe Vélez jamás se ha metido. Al presidente Maduro le inventaron El Cartel de Los Soles con el propósito de crear la excusa moral para derrocarlo o darle el tiro en la nuca.
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Poco a poco se va creando en la sociedad un desdén miserable hacia la verdad. Están engañando en masa a la gente, en sus narices, y ésta dulcemente se traga las más burdas y absurdas mentira. Poco importa si lo que se lee o escucha es cierto o falso. Poco importa si mentir es inmoral o despreciable. Poco importa que nos tomen el pelo cien veces al día, que vivamos como pendejos ante lo que nos cuentan y nos comportemos pendejamente ante la realidad (falsa, cierta o inventada). Cada cual, de lo que se difunde, toma lo que le interesa. Opta por creer o aceptar lo que le convenga o le dé la gana sin importarle las consecuencias. Luego no hay Cristo que le pueda cambiar una idea fija a un estúpido. Si a él conviene creer una bazofia inventada por otro imbécil, pues se lo cree de todo corazón y además lo replica para que se haga viral, incesantemente hasta el asco.
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Si algo descubrió el imperio gringo, a principios del siglo XX con aquel canalla de William Randolph Hears es que no hay nada mejor para dominar y desguazar cerebros que los medios de comunicación. Con las mentiras, los medios derrocaron a Isaías Medina Angarita, a Jacobo Árbenz, a Juan Bosch, a Allende, Dilma Rousseff… De modo pues, que en el caso de Venezuela, desde que Chávez llegó al poder, el mejor método para iniciar el pánico y caos en nuestro pueblo era con una guerra civil, procurar incendiarlo por los cuatro costados, con gente y todo. Se intentó con el golpe del 11 de abril 2002. Luego ese mismo año, con la concentración de militares alzados contra el gobierno en la Plaza Altamira y después con el Paro Petrolero.
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Asesinado Chávez, y habiendo ganado con todas las de la ley las elecciones en 2012, Estados Unidos buceó en mil hechos para derrocar a Maduro. En esta dirección se dio un hecho que le cayó de maravilla a la CIA, de manera inesperada. Un hecho que ocurrió entre Puerto Cabello y Valencia; un hecho que en cualquier país del mundo hubiese sido reseñado como algo detestable, un abominable crimen en una carretera, pero no para utilizarlo como elemento político para intentar derrocar un gobierno, aquí se utilizó de manera criminal para provocar un caos social. A las pocas horas de conocerse este suceso, de inmediato se activaron los detectores de miasmas de Washington. ¡BINGO! Los expertos en guerra mediática lo evaluaron y lo sopesaron, llegando a la conclusión de que se estaba ante un arma formidable y apocalíptica para echar abajo al gobierno de Maduro.
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Se trataba del asesinato de la actriz venezolana Mónica Spears, ocurrida el 6 de enero de 2014, crimen que se le hizo ver a la opinión pública mundial que lo había cometido adrede, de la manera más alevosa, fría y bestial el propio gobierno bolivariano. Se montó con tal profusión de denuncias y colores que ante el mundo, la gente que veía o escuchaba esta noticia acabó por imaginarse perfectamente a Maduro como a un Macbeth con las manos llenas de sangre luego de matar a Duncan. Venezuela pasó a ocupar los titulares de la poderosa prensa mundial como si todos nosotros hubiésemos cometido o aprobado este abominable crimen más. A Mónica Spears la mató un monstruoso delincuente de quince años de edad, que confesaría más tarde que él no se arrepentía de su acto porque sencillamente se le salió un tiro y "la agarró a ella".
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Nos coronaron, pues, por aquel asesinato, todos los medios poderosos, como el país más peligroso y sangriento de la tierra; ni los cientos de mutilados, desaparecidos y masacrados en Colombia y México, los miles hallados en fosas comunes en estos países, para nada pudieron llamar la atención como el asesinato de Mónica Spears. CNN le dedicó a este crimen cientos de horas (cientos de veces más que a las masacres o fosas comunes de Colombia, que a los cientos de desaparecidos o asesinados en México, Guatemala Honduras o Perú), y se activaron por varias televisoras las telenovelas en las que aparecía esta bella actriz, como diciendo todos los días: "-Mira lo que le hizo el maldito gobierno de Maduro a esta pobre y hermosa muchacha".
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Desde el día 7 de enero hasta marzo de 2014, CNN mantuvo este encabezado en todas sus programaciones: "Asesinato de Mónica Spears causa condena en Venezuela y en EU de políticos y artistas por la violencia en el país sudamericano". Se impulsaba de una manera vesánica desde CNN, que el gobierno chavista iba muy mal y que Maduro llevaba a toda América Latina hacia una catástrofe. Esto lo utilizaron muy bien los jeques de la ultra-derecha que creyeron que con un empujoncito más el país se desintegraría, y América Latina dejaría de lado ese proyecto soberanista y de integración que impulsaba la ALBA (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América). Y el 12 de febrero de 2014, Leopoldo López dijo: "-Yo acepto el reto de erigirme en líder de esta guerra democrática. No me calo más esta dictadura. Vamos por la SALIDA".
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Simultáneamente cundieron por doquier las guarimbas, y sobre estos hechos, al tiempo que se activaba la prensa mundial contra nosotros, los grupos paramilitares entraron en acción y llenaron de sangre calles de Caracas, Mérida, San Cristóbal, Valencia, Maracay, Barquisimeto y Los Teques. Luego de tres meses de desaforada guerra guarimbera en muchas urbanizaciones de clase media, nos encontramos con un saldo de 43 ciudadanos asesinados y 900 que quedaron inválidos. Una criminal acción que fue apoyada en los todos los más importantes escenarios del mundo, en los Grammys, y en la entrega de los premios Oscar. A partir de aquel instante entre muchos enfermos y disociados, se hizo "necesario, evidente, crucial, neto y formal" el acabar en lo interno y por la vía que fuere con el gobierno del Presidente Maduro. El resto del apoyo para lograr su caída vendría perfectamente avalado por la CIA, OEA, SIP, CIDH, ONU, etc.
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Fuimos cayendo en la cuenta de que Estados Unidos se estaba preparando para "restaurar" nuestra democracia, inocularnos su ayuda humanitaria, hacernos tan prósperos y libres como lo habíamos sido cuando nos dominaban los godos o como cuando el propio imperio gringo nos gobernaba en la época de la cuarta república. Ahí está esa lista de países cuyas democracias fueron "restauradas" gracias a la ayuda y a la asistencia humanitaria de los gringos: Irak, Libia, Colombia, México, Guatemala, Honduras, Perú, Paraguay, Haití y casi todos los países africanos. Y simultáneamente a lo que ocurría en Venezuela en ese 2014, comenzaron a movilizarse los halcones del imperio por Latinoamérica para instaurar sus ideas de desarrollo resumidas en toda la virguería alucinante de su tecnología estupidizadora, y así cayó Ecuador, Brasil y poco después derrocaron a Evo…