Como venezolano común, no militante de partido político ninguno, sin fanatismos ni siquiera deportivos, con el pendejo bien lejos, con mi vida pendiente de un sueldo universitario miserable, que no es nada en relación con lo que fue en el pasado adeco copeyano o en los primeros años de Chávez, cuando aún no se había destruido todo lo anterior sin tener nada mejor para reemplazarlo; dependo de una bolsa CLAP muy mala de Los Chaguaramos, de la que se salva sólo el kilogramo de azúcar que trae, y de otra bolsa y un "combo" proteico que recibe mi esposa, estos últimos sí, mejor integrados y por lo tanto realmente útiles, afortunadamente. Venezolano presionado por el encarecimiento del costo de la vida, de los servicios públicos (agua, electricidad, telefonía), que lejos de mejorar empeoran cada vez más, al igual que la salud, la educación, la vialidad, la seguridad personal y el transporte: malo y costoso. Ésta es la realidad del venezolano de hoy.
A mí nadie, ni de la oposición ni mucho menos del gobierno, me va a meter los cuentos con que logran convencer a sus estúpidos fanáticos, y lamento si alguien se siente ofendido, pero es su culpa. La comparación de cómo vivimos hoy y cómo vivíamos antes, sin decir aquello de que "éramos felices y no lo sabíamos", pues también es una mentira, es claramente a favor del pasado adeco copeyano. La supuesta revolución bonita, que de bonita no tiene nada, reivindicó a todos los gobiernos adecos y copeyanos que hayan existido. Y al chavecista que indignado me diga que no es cierto, sólo le preguntaré que cuánto es el salario mínimo hoy y cuánto llegó a ser en la cuarta república. Que me diga que se hicieron las prestaciones sociales de los trabajadores, el fideicomiso de las mismas, las normas de homologación de los profesores universitarios, sus seguros HCM, las contrataciones colectivas, para sólo mencionar algunas cosas.
Me referiré ahora a la única conclusión lógica mínima más que evidente: los últimos gobiernos FRACASARON, pues no pudieron ni siquiera mantener las condiciones de vida que se tenían. "Que si las sanciones", "que si el bloqueo", "que si María Corina", "que el saboteo" … El desastre empezó mucho antes que todo eso y si no han podido superarlo: fracasaron. Así de simple. Nadie en su sano juicio puede votar por quien acabó con su salario, le paga una miseria, lo hace con bonos y cuando le da la gana; le quitó sus prestaciones sociales, destruyó su seguro HCM, su instituto de previsión social y su caja de ahorros. Y no es que lleva unos pocos años gobernando, y hay que esperar para que den pie con bola, sino que llevan 25 años en el poder, un cuarto de siglo actuando y empeorando severamente. Y, además, en medio de un robo impresionante de gente del gobierno de las riquezas de Venezuela. No hay dinero para la gente, pero sí para robarlo a montón.
Al ir a escoger el candidato por quien votar, dejo de lado a los propuestos por los partidos secuestrados por el gobierno. Todos, quizás con la excepción de la AD de Bernabé, son unos cascarones sin votos. No hay que perder el tiempo con esos señores. No cuentan en esta elección. Surgen tres nombres a considerar en la oposición parlamentaria legítima, que además han estado presentes en el escenario político venezolano todo este tiempo: Antonio Ecarri, Claudio Fermín y Enrique Márquez. Son claramente del campo democrático, son gente sensata, no adhirieron las acciones violentas de la MUD, ni la locura fracasada del interinato; tienen propuestas, son partidarios de la participación y del diálogo y no son sectarios. Cualquiera de ellos podría ser escogido, siempre y cuando sea capaz de aglutinar los votos necesarios para ganar. No se puede votar por candidatos que no tengan ninguna oportunidad. Es así, aunque no nos guste y algunos no lo entiendan.
El Conde del Guácharo y el pastor Bertucci serían otros dos candidatos a ser considerados. Pero, ambos tienen una grave falta, que podría afectarlos y hacerlos rechazables: no han estado presentes en las luchas sociales y políticas de todos estos años de los venezolanos. Reaparecen en los procesos electorales. ¿Cuánto apoyo podrán recoger? Habrá que verlo y hacer las comparaciones debidas. Por último, debemos voltear hacia los candidatos de la PUD, donde las cosas siguen sin aclararse, pues María Corina insiste en esperar hasta el final para otorgar su apoyo, mientras Vente Venezuela, al cual nunca transformó en partido, se dedica a agredir a quien sí tiene un partido y ha tenido reservada su tarjeta para el candidato que colectivamente la PUD decida: ¡Nuestro insólito universo! Manuel Rosales es el otro considerable, pues para muchos es quien más aglutina votos y mayores posibilidades de triunfo tiene. Continuará…