Lunes, 17 de junio de 2024.- La fascinación de El Poder.
Su hechizo es fascinante, seductor, te marea, te posee, se adueña de tu voluntad y es casi imposible negarse a sus encantos, sobretodo cuando te sonríe de esa forma que él solo sabe hacerlo y sientes los efluvios que emana, la energía que irradia y su influencia en todo aquel que se le acerca y cae bajo su encanto.
Muchos fueron los llamados y pocos los escogidos, como dijo aquel que hace más de dos mil años nació en la hoy convulsionada Palestina.
De ahí se desata, en buena parte, la feroz lucha por poseerlo, por gozar de sus mieles y disfrutar de su seductor encanto.
Siendo igual eres distinto y todos lo saben.
Una vez que te posee dejas de ser quien eras y perteneces a otra órbita, eres tú y al mismo tiempo, eres otro y te gusta, te sientes cómodo.
Por eso y por otras razones el humano lo busca, lo ha buscado incansablemente a través de la historia.
Eso si, te cambia tu visión del mundo, de la vida, del entorno, de cómo percibes a los demás y de cómo ellos te perciben, todo el que lo ha ejercido puede dar fe de ello.
Es un hecho, negarlo es no entender ni remotamente su naturaleza, su atracción poderosa e innegable, une y separa, crea alianzas y las destruye, se encaja en el corazón, en el alma de quien lo ejerce, juega y observa, es gran observador y tremendo en su actuar incansable, ayuda a construir y es un maestro en la destrucción, se afana a la hora de crecer, ensanchando los límites, llamémoslos naturales y distorsionando la visión de quienes creen que pueden ejercerlo sin medida, sin control.
Juega con nosotros y constantemente nos somete a prueba, quiere saber cómo vamos y si cumplimos con las reglas no escritas de su ejercicio seductor y resbaladizo, ahí está, dispuesto a sorprendernos en cualquier momento y a negarnos sus favores sorpresivamente solo por divertirse y para ver qué hacemos ante lo azaroso de su proceder.
Es El Poder un ado travieso y juguetón e imprevisible.
Su ejercicio acarrea responsabilidades.
Estas deben cumplirse con cierto rigor y seriedad.
De no hacerlo, la vida misma tiene sus leyes que se imponen ante los hombres, no hay forma de evadirlas.
Revisemos la historia y aprendamos de ella.
Buenos días mi querida Venezuela.