Reafirmándonos como un pueblo invencible, heroico e invicto!, en tus 70 años, todavía sembrando, Comandante …

  1. Recordemos el dicho: "No hay mal que dure cien años…". Y tuvimos casi doscientos de tragedia republicana, desde que nos mataran a Sucre y desde que nuestra patria condenara a Bolívar al ostracismo. La oscurana ha sido larga, continuó la esclavitud, volvieron los colones con sus tibias y calaveras para reescribir nuestra historia, pintando a los próceres como unos inútiles quijotes, y al fulano "descubrimiento" como lo más grande América. "Mejor hubiera sido no independizarnos de España", la conclusión a la que a mediados del siglo XIX presentaron los godos que tomaron el poder en Venezuela, incluido el traidor Páez. Fue así como Venezuela hubo de padecer, ciento cincuenta años de oprobiosas dictaduras y cuando ya no se creía en nadie, cuando ya habíamos tocado todos los fondos, cuando se quedó sin base el Puntofijismo y surgieron de todos los escombros de la ruina y de la muerte aquel Comandante, entonces comenzó una ardua guerra enarbolada por zombis y fantasmas del pasado. Multitud de muertos salieron de sus tumbas…

  2. La conclusión definitiva era, que como la obra de Bolívar había quedado incompleta (parodiando a Víctor Hugo), que como habíamos demolido el antiguo régimen en los hechos, pero no en las ideas, quedó un remanente de poder, de trastornada autoridad y de supremacía social, racista, a la vez que de odio homicida, en todos los que se habían adaptado acomodaticiamente a los modelos "civilizatorios" occidentales. Fue cuando aparecieron en los positivistas la lucha entre barbarie y civilización, y civilización era ser como los gringos o los europeos.

  3. En 1998 se iba a producir en aquel mar de fondo de zombis, timoratos, de cobardes y sometidos, de los que siempre vegetan a la sombra del poder, una furia demencial. Iban a estallar las tumbas de todos los cementerios y los quejidos de estos fantasmas y llorones se apoderarías de todos los medios y sus lecos llegarían a los cinco continentes. Por doquier corría el pánico de los que temían perder a sus hijos, sus propiedades, su religión cristiana y que una palabra llegara el comunismo lo arrasara todo. El mayor pánico era que tuviésemos el atrevimiento de pretender vivir por nosotros mismos.

  4. El Comandante no se llamaba a engaños: iba cayendo en la cuenta de que no bastaba con atacar parte del poder de los abusos, de los que nos reprimían y explotaban, de los que nos imponían aquellas inquisitoriales desigualdades. El gran problema se centraba en cómo cambiar las costumbres, en cómo extinguir aquel modelo al que él le había dado una estocada de muerte pero que dejaba intacto en millones de débiles y cobardes el pánico de una existencia sin aquellos podridos hábitos. Fue cuando venimos a comprender en su estremecedora claridad la sentencia de Víctor Hugo: "EL MOLINO YA NO EXISTE, PERO EL VIENTO QUE LO MOVÍA AÚN CONTINÚA SOPLANDO. El viejo molino de los esclavos y colonizados seguía soplando, dándole aliento a los débiles, a los tullidos mentales, esos que a la postre acabaron siendo guarimberos o protectores de los guarimberos, y se dedicaron a matar y a quemar negros o chavistas…

  5. Hoy cuando el pueblo sale a votar, tiene que recordar todo esto. El mundo tiene que verlo y decir: Qué pueblo tan invencible, carajo. Qué coraje. Que orgullo de resistencia. Qué nobleza. 25 años en batalla. 25 años desobedeciendo al gran hegemón (Mojón), y allí está de pie desafiando al criminal Occidente, a la bestia del Norte, a la podrida y emputecida Unión Europea. ¡Qué ejemplo, que grandeza la tuya VENEZUELA!



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José Sant Roz

Director de Ensartaos.com.ve. Profesor de matemáticas en la Universidad de Los Andes (ULA). autor de más de veinte libros sobre política e historia.

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