Elecciones presidenciales 2060: la revancha [ficción política]

Diciembre de 2050. Cielo grisáceo, como de lluvia. Algunos taxis voladores cruzando el cielo sobre Caracas. En el patio del Palacio de Miraflores un adulto mayor de 88 años inclina su alta estatura sobre unos tiestos del jardín, jorungando unas plantas. Es Nicolas Maduro, presidente de Venezuela.

Junto a su esposa, pasa revista a algunos espacios poco frecuentados del palacio, mientras se apresta para reunirse con una delegación de ingenieros genéticos de China. Tiene el propósito, con anuencia del partido y el terror de la oposición, de clonar los restos del difunto Hugo Chávez, además de Simón Bolívar, para educarlos en una escuela de cuadros políticos y contar a futuro con sus magnos servicios para la república.

La ciencia había evolucionado un montón desde que en 2013 desapareciera su comandante y él asumiera su legado como presidente de los venezolanos. En 2040 la ciencia había logrado unos hitos históricos: declaró la vejez como enfermedad y, al descubrir su mecanismo fisiológico, la neutralizó para siempre. Se vivían, en consecuencia, tiempos de inmortalidad para el género humano.

─Así es, amiga mía ─musita a su consorte─, ahora que los hombres son inmortales uno descubre que nada cambia en su corazón. Fíjate ─desplegando un fajo anacrónico de papeles periódicos que había traído para la ocasión─: la OEA, la UE, los EEUU y hasta la OTAN, que nunca han querido a la Venezuela revolucionaria, todavía están pidiendo pruebas de legitimidad de mis elecciones. ¿Qué te parece? Ese Almagro sigue en lo suyo a pesar de que esa OEA no sirve para nada y no tiene nada que ver con nosotros.

Se rieron un rato, especialmente por la presencia de los curiosos papeles.

─Siete períodos presidenciales ya y no aprenden que el pueblo realiza su elección. ¿Cómo la ves? En todas he resultado ser un tramposo. ¿Sabes que les molesta en particular? Las elecciones de 2024, cuando estuvieron cerca de confundir a todos con su golpe de Estado electrónico a través del CNE. ¿Te recuerdas? Llenaron las calles de las mentes de los venezolanos (no las calles reales) con videos viejos de violencia y confusión, y hackearon con apoyo del gigamillonario Musk la informática del CNE. ¡Vaya con la vida eterna! ─exclama mirando el Waraira Repano─. ¡También sirve para eternizar la estupidez humana! Hay que reconocer que estuvieron cerca esos conspiradores de imponer a aquella mujer inhabilitada con el candidato viejito… ¡Una locura!...

La activación de un holograma en un trecho del pasillo ilumina sus rostros y los distrae un momento. Anuncia la llegada de los genetistas, recordándoles que, según la agenda, estarían en el Salón Pantano de Vargas, disponiendo ellos de unos quince minutos para atenderlos.

─¿Y te recuerdas que entonces la gente la bautizó como la sayona? ─exclama jocosamente la mujer, volviendo al tema de la candidata proscrita, donde lo habían dejado.

─Sí, claro, ¡cómo no! ¡Y estuvo bueno, porque la oposición, si te pones a ver, es un llanto eterno por llegar al poder! Tienen más de medio siglo gimoteando desde la llegada del comandante, a quien, dios mediante, por cierto, confiamos en revivirlo de algún modo y mantener la revolución con él más allá de los doscientos años en ejercicio. Son unos llorones.

─Bueno, ya no la llaman la Sayona, sino la Mosca, como la apodó Chávez en la Asamblea Nacional de aquellos viejos tiempos.

─¿Dónde estará, por cierto, esa señora?

─Recuerda que sigue inhabilitada todavía hasta el 2060. Dicen que se retiró para dejar pasar la fecha y volver de verdad como candidata para las elecciones de ese año; que se está portando bien, que se hizo unas terapias y rejuveneció como hasta los veinte años de apariencia, y que se ve ágil y rápida como un mosquito o mosca. Pero, ya sabes, la gente no la quiere porque se sigue limpiando cuando un pobre la toca y porque, al parecer, dijo que menos mal que el viejito no ganó las elecciones en 2024 debido a que, con la edad que tenía, no hubiera llegado al 2040 para aplicarse la vacuna de la longevidad…

─¡Vaya mujer! ¿Y eso?

─¡Es que ella aspira hacerse eterna en el poder, de alcanzarlo, según reza! Dicen que no duerme y prepara una maquinaria tremenda, y unos planes casi infalibles de canje de las riquezas del país por apoyo internacional… ¡Bueno, ya la conoces...!

─No me extrañaría…

La pareja se aleja por el pasillo hacia el interior del palacio, atravesando el holograma, que nuevamente se había encendido para recordar, dejando a su paso risas y murmullos sobre fantasmagorías del pasado.

El cielo oscurece y, finalmente, se desata la lluvia, lo cual contrasta fuertemente las luces del tráfico de vehículos aéreos sobre la Gran Caracas y por encima de la mole de la montaña.



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Oscar J. Camero

Escritor e investigador. Estudió Literatura en la UCV. Activista de izquierda. Apasionado por la filosofía, fotografía, viajes, ciudad, salud, música llanera y la investigación documental. Animal Político https://zoopolitico.blogspot.com/

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