De verdad que el enfermizo odio político por parte de los sectores políticos más extremistas, que son militantes del anti gobierno nacional, no tienen límites en su acompañamiento a todas las causas que sean antivenezolanas y que provoquen algún tipo de daño al país…para el recalcitrante antimadurismo, se convierten en sus mejores aliados.
Uno no deja de sorprenderse por las insólitas y antinacionalistas declaraciones y escritos que todos los días colocan en las redes sociales, el antimadurismo para su ataque cotidiano y permanente, con el uso de la propaganda política más negativa, incluyendo hasta videos con numerosos falsos positivos sobre la realidad venezolana.
Sin embargo, uno no deja de sorprenderse, cuando en las llamadas anti redes sociales, "entrevistan" a dos supuestos venezolanos, cada uno con una franela estampadas, con una carga simbólica bien particular y antipatriótica, por un lado, uno de los entrevistado tenía al frente la cara de Lula y en la espalda decía "que viva el dólar paralelo"…y el otro personaje, que no sé cómo calificarlo, tenía al frente de la franela, la cara de Donald Trump y atrás decía "que vivan las sanciones".
Estoy seguro que cuando el antimadurismo radical, vio a esas dos franelas, les produjo una inmensa alegría y satisfacción, pero dudo muchísimo que a la mayoría de las y los venezolanos que vieron ese espectáculo, sospecho que les pareció deprimente y de un lamentable "humor político" digno de un juicio por traición a la patria.
En cuanto "al nuevo ídolo" de la derecha nacional, nada menos que el Presidente de Brasil, Lula da Silva, es importante recordar los momentos en que presuntamente era amigo del presidente de Venezuela, Hugo Chávez, los comentarios de odio y desprecio, por parte de la oposición política venezolana, en contra del "comunista Lula" eran bien irrespetuosos…y ahora hablan de lo mejor sobre "el nuevo héroe" que evitó el ingreso de Venezuela a los Brichs y enemigo declarado del Presidente Nicolás Maduro.
Y con el dólar paralelo, el antimadurismo tiene todo un amor cómplice desde hace bastante tiempo, siendo una moneda terrorista, extraterritorial e insurreccional y es la punta de lanza del antimadurismo en contra de la economía nacional.