Los ataques que nuestra obcecada oposición ejecuta en contra del presidente Hugo Rafael Chávez Frías, no deja de dibujar en el ambiente una imagen agresiva, violenta, prepotente y hasta camarrorera del líder del proceso revolucionario.
Se sabe que algunos medios que juegan a la desestabilización, se valen de esta situación, para armar escenarios escandalosos, con el fin de desacreditar e intentar debilitarlo internacionalmente, porque en el ámbito nacional creo que está demostrado que ese es el jefe de estado que quiere el país...que no se deje, ni sea títere de los sectores poderosos.
Igualmente, pienso que está demostrado que los venezolanos nos cansamos de esos discursos rimbombantes, pronunciados con un lenguaje florido, lleno de palabras más que bonitas rebuscadas, las cuales hoy nos damos cuenta que sólo tenían un doble objetivo: primero; originar un circunloquio en el que se quería aparentara ser un verdadero estadista y, segundo; evitar que el común de la población descifrara sus mentiras.
Chávez tiene un verbo directo, claro, sencillo, dirigido precisamente a esas personas que quedaban desorbitadas, aturdidas y confundidas con aquellos vocablos que ni podían consultar en los textos, porque de saber leer no habían adquirido el conocimiento suficiente, para interpretar alguna definición que les suministrara el diccionario más elemental.
Ese estilo diáfano, enfático, es el que critica y utiliza la oposición para atacarlo, desacreditarlo, mal ponerlo, incluso, hablan de la magestad presidencial como si fuera un ejemplo digno a seguir esa actitud despersonalizada, acartonada, de vitrina, que asumían los mandatarios del pasado y los hacían ver como personas distantes e inalcanzables.
No se requiere elaborar una cronología de los roces que involucran a Chávez con políticos de otros países y la forma como la prensa lo destaca como el agitador y busca pleitos de oficio.
Ocurre con Lula, con Uribe, Bachelet, en fin, los medios golpistas andan buscando cualquier pretexto, para abonar el terreno y propiciar un careo en la que puedan colocar al comandante como un hombre agresivo y, de paso, tratar de enemistarlo con sus homólogos continentales e ir colocando piedras en el camino de la integración latinoamericana.
Ciertamente al Presidente se le escucha un verbo encendido, en algunos casos desafiante, pero lo que no dice la oposición son las cusas que lo inducen a utilizar ese tono volátil.
Sucede que en el quehacer político de este país, nuestro mandatario nacional actúa con la cara descubierta, mientras que la oposición arremete a escondidas, a través de terceros, para mantener ocultos a los verdaderos golpistas. Son de esos que tiran la piedra y esconden la mano.
De modo, que cuando tenemos a un Chávez molesto delante del país y el mundo, sólo reacciona a tantas agresiones, ante los planes golpistas que él mismo denuncia.
La oposición calla y sólo se limita a reflejar a un hombre indignado, altanero, cuando la verdad es que hay un permanente hostigamiento en su contra.
Si revisamos algunos hechos recientes, nos damos cuenta que se han dado una serie de acontecimientos, que muchos analistas no han dudado en calificar de intentonas golpistas.
Recordemos: hace poco revelaron una conversación de un general y su hijo también militar supuestamente conspirando; el 13 de abril, cuando el Presidente daba un discurso sobre el golpe de estado y su retorno al poder, estallaron un explosivo en la antigua sede de la gobernación del estado Miranda.
De pronto, algunos medios televisivos transmitieron un video en torno de unas declaraciones del fugitivo Carlos Ortega. Más recientemente, estallaron otro explosivo cerca de la embajada de Bolivia en Caracas, entre otros casos, que se dan aisladamente, pero que no se descarta tengan vinculación.
Pero eso no lo analiza y mucho menos lo asume la oposición, porque actúan en cubierta, con cartas debajo de la manga, al contrario de Hugo Chávez, que los emplaza de frente, con el verbo contundente y sincero que lo caracteriza y apoya la mayoría de los venezolanos.
(*)Periodista
albemor60@hotmail.com
