Hay cosas que uno tarda mucho tiempo en entender, pero si insistimos, con algo de suerte, poco a poco, podemos ir desentrañando sus claves, sus signos. Hay quienes mueren y nunca encuentran el sentido de algo que se bate sobre nosotros, los seres humanos, con furia durante siglos, y que nos trae y nos lleva como parte de una maldición o una dicha inefable sin sentido. La “sociedad civil” era una carta que tenía bajo la manga, la mafia de MK-ULTRA, desde 1950.
El 90 por ciento de los seres humanos vivimos de ilusiones, y morimos orgullosos por estas tristes y deprimente fantasías. Como hay verdades que matan, es preferible, para esta clase de gente nunca conocerlas. La frasecita “sociedad civil” no te incluye a ti si eres negro, si vives en La Charneca, si eres indio o mulato que no ha tomado un curso en una universidad de altura y si tienes las pretensiones de venderte caro a alguna rubia o catira de cierto pedigrí. La sociedad civil tiene ahora sus raíces en la denominada Autonomía Universitaria, que es una fase superior de la gente aquella, clase aparte, que en otros tiempos fumaba Viceroy. Es la gente, claro, que celebra el Día del Niño en Mc Donald, y que tiene a la Coca Cola por uno de sus emblemas y mitos supremos. Es la gente que se injerta en algún Sambil para coger oxígeno y sentir que sueña con que es lo que ha sido siempre (sin pasar la raya amarilla de la sin razón de sus razones). Acomodado en sus sueños en el vientre de los colores rutilantes de las vidrieras que igualmente le sueñan a él. Cuyos orgasmos estallan al ver una Hummer, un VMW, un Pontiac o Ferrari. Empollados en las fantasías de los rascacielos, de los ojos azules de algún artista “bello” y “espigado”.
De la sociedad civil se engendró la meritocracia de Pdvsa que dio paso a “Gente del Petróleo” y de aquí a gentes de dos patas genial, con doctorados en alguna universidad de segunda o tercera del primer mundo, “Gente de la ULA”.
Todos los niños mimados de papi al lado de una muchedumbre de pendejos que jamás se han leído un novelista venezolano o desconocen totalmente nuestra historia, pertenecen, digo, a la sociedad de civil de María Corina Machado. Esa que ahora sale a marchar por la Autonomía Universitaria porque se lo ha ordenado el Papa de los Helados.
Cuando el periodista Greg Palast (www.GregPalast.com) entrevistó a Pedro Carmona Estanga “inclinándome desde la ventana del cuarto piso de un apartamento en La Alombra, un complejo habitacional de muchos pisos. Le hablé en mi español enredado hasta su balcón a unas cuantas yardas de distancia en el mismo edificio. El que fue una vez importante ejecutivo de la petroquímica *estaba bajo arresto domiciliario --suerte que tienen algunos. Si él hubiera intentado derrocar al Presidente de Kazahkstán (o al de Estados Unidos), a esa hora tendría una bala en el cráneo*. Chávez, en un amable aunque tirante gesto a la máxima autoridad de los privilegiados, *simplemente
confinó a Carmona en su caro apartamento. En respuesta a mi pregunta de *quién le había dado la autoridad para autodenominarse presidente*, el líder del golpe respondió: "la sociedad civil". Para él eso quería decir *los banqueros, los jefes de la compañía petrolera* y otros que firmaron su proclamación”.
Qué gran descubrimiento he hecho. Ahora puedo morir tranquilo.
jrodri@ula.ve