Ramón Martínez, en contra de lo que uno esperaba, está llevando sus discrepancias más allá, tanto que está pisando un campo minado. En un discurso recientemente pronunciado en Cumanà, en acto oficial, hilvanó frases temerarias que revelan muchas cosas. Ya no es sólo aquello pedestre que no le gusta el PSUV, porque es un “mamotreto sectario”. Dijo ahora, para empezar, que ante un estado poderoso (se refiere despectivamente al presidente Chávez) enfrentado a la provincia, si es necesario retomar las consignas de la Constitución de 1811, que las tomaría, según versión periodística. Y agregó, “Que se incendie la pradera” (1). Como para que dudas no queden, lo encerraron en comillas.
La expresión poética tomada en préstamo, parece una declaración carnestolenda, como con la mejor buena fe uno espera y no que Martínez esté llamando a guarimbear
Y digo así, porque duele pensar que el gobernador de Sucre quisiera, a esa pradera alumbrada por débiles destellos, echarle gasolina y hasta pescar en río revuelto.
Pero no hay dudas que ésta es una abierta declaración opositora de la extrema.
Como matador de toros, en el tercer tercio, el de la muerte, Martínez con muleta y estoque, pareciera citar a su rival al centro de la plaza. Su figura antes humilde y desgarbada, se yergue y envalentona, como quien cree, cual torero truculento, que los picadores cumplieron a cabalidad su oficio y le entregan una bestia desangrada y moribunda. ¡Craso error!
Y dijo, como se lee arriba, que podría retomar la constitución de 1811. Y uno se asombra que eso diga, cuando cualquiera sabe que el Libertador, fue el primero en culpar a ese instrumento por la pérdida de la primera República. Y esto, dicho así, no es retórica, hay mucho más.
Las propuestas descentralizadoras, aquellas que trasladan al pueblo el poder y capacidad de decisión, mediante los Consejos Comunales, tienen voluntad de cambio y espíritu revolucionario. Al contrario, mantener la situación actual o concentrar más poder en funcionarios regionales, quita fuerza y empuje. De modo que la descentralización, entendida a través de aquel modelo que diseñó la COPRE, en la IV República, no tiene audacia ni majestad democrática. Es aún elitesca y si mucho de neoliberal y capitalista, aunque Martínez en su “incendiario” discurso, diga lo contrario. Y lo es tanto que, fue diseñado por un Estado de voluntad capitalista y unos técnicos neoliberales.
De modo que el mandatario que despacha en Cumanà, mi siempre amada ciudad natal, sigue agregando sus diferencias con el proyecto de cambio. Ahora hay otras cosas y hasta más importantes que la discrepancia acerca del PSUV. A tanto está llegando, uno no sabe el por qué, en este caso mejor para el análisis, que sibilinamente negó la obra de gobierno del presidente Chávez, sobre todo la dirigida al pueblo. Y es que preguntó, refiriéndose al gobierno nacional “¿qué le cuesta ser concurrente en necesidades y problemas de la gente?”(2)
Pero allí no se quedó; fue en extremo elitesco y conservador al negar la necesidad del Estado Docente. Asumió la posición que defiende la extrema derecha como cosa de principio indeclinable. ¿Qué pensaría el Dr. Prieto Figueroa acerca del gobernante regional, si le hubiese leído o escuchado esto? ¿Y qué otra cosa quiso respaldar el mandatario sucrense, sino al concepto confesional y reaccionario sobre materia educativa cuando expresó, “es inadmisible que el Estado sea educador?”.(3)
Por último, por no decir más cosas sólo por no alargar esto, citó a Marx, según el periodista; y lo hizo para justificar su tesis, que el proyecto de descentralización que defiende, el mismo de la COPRE, es camino para convertir al Estado en un órgano supeditado a la sociedad. No gobernador, está pelando. No es así, mal mete en el asunto a Marx; deje al alemán tranquilo. El camino para que el Estado en una sociedad socialista quede supeditado a la sociedad, es transfiriendo poder al pueblo y no como usted cree, fortaleciendo a Alcaldes y Gobernadores.
(1-2-3) El Tiempo. Pág.3. 28-06-07
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