Los señores de la mentira

Un escándalo recorre Europa y Estados Unidos. Los señores Bush, Aznar y Blair mintieron con premeditación y alevosía. Crearon una conjura internacional para justificar la guerra. Engañaron a sus pueblos, a sus parlamentos, a sus aliados. Enviaron a sus jóvenes soldados al riesgo de la muerte con pretextos armados sobre mentiras.

Habían sido advertidos sobre la falsedad de las informaciones que atribuían a Irak la posesión de armas de destrucción masiva. Un embajador de Estados Unidos escribió a Washington negando que el gobierno de Bagdad adquiriera uranio enriquecido en África. La misión de inspectores de las Naciones Unidas jamás hizo descubrimiento alguno de armas prohibidas. A pesar de todo, los Gobiernos de Estados Unidos, Inglaterra y España echaron a un lado los principios de Derecho Internacional y la Carta de las Naciones Unidas para ordenar la guerra y ocupación de Irak.

La mentira como arma para engañar, amedrentar y justificar no es de la exclusiva propiedad de Bush, Blair y Aznar. Señores de la mentira también existen en Venezuela para secuestrar la verdad; para deformar y envilecer la realidad., infundir miedo e intentar desatar los demonios de la violencia e irracionalidad.
Después de sufrir la derrota del golpe de Estado del 11 de abril y el fracaso del sabotaje terrorista a la industria petrolera, la oposición extremista se dedica ahora al ejercicio diario de la mentira a través de los medios de comunicación. La alharaca sobre los médicos cubanos no tiene otro objetivo sino presentar una versión totalmente falsa de las relaciones entre Venezuela y Cuba y dar nuevos pretextos a la conspiración e intervención extranjera.

Los médicos cubanos han llegado a Venezuela para cumplir un programa de asistencia a los barrios pobres más abandonados. La población marginal de las grandes ciudades había quedado excluida del derecho a la salud. La elevada comercialización de la medicina, las deficiencias de los hospitales públicos y los altos costos de las clínicas privadas habían condenado a la gente pobre a sufrir prolongadas enfermedades o a la muerte sin alternativa alguna. Gracias a los convenios celebrados con Cuba, los barrios pobres de Caracas y otras ciudades pueden contar con médicos y medicinas.

Los ricos pueden enviar a sus hijos y familiares a las más famosas y costosas clínicas en el extranjero. Los pobres jamás podrán hacerlo. De las universidades y escuelas de medicinas en manos de rectores e directivos sin conciencia social, sólo egresan médicos con la ambición de emplearse en clínicas privadas o enriquecerse en el tratamiento a enfermos ricos. Los barrios pobres “adentro” no están en sus expectativas. Los señores de la mentira conocen esta verdad, pero acuden a calumnias y tergiversaciones con los fines políticos más mezquinos y antinacionales.

No está lejos el día en que, al rescatar a las universidades y escuelas de medicinas de las garras de los señores de la mentira, la Venezuela Bolivariana pueda no sólo contar con médicos para los programas de “barrio adentro” sino también para enviarlos a otros países como ayer lo hiciera con los soldados de la Independencia.





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Guillermo García Ponce


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