El magnicidio o la intervención del Imperio utilizando los lacayos que dirigen al Estado colombiano o cualquier otra parcela neo-colonial del señorío yanqui en la región son quizás las últimas cartas a utilizar para dar fin al proceso bolivariano. Pues todo escenario indica que dichas alternativas no garantizan victoria inmediata o a largo plazo. Sin embargo, esta Venezuela de utopías cuyos motores fundamentales son la inventiva del presidente Chávez y las masas populares prestas a cualquier sacrificio por la patria, lamentablemente cuenta con significativas debilidades, entre otras, la ausencia de un plantel de cuadros integrales, formados en décadas de lucha y sacrificio. Todo lo cual nos lleva a la siguiente reflexión; es mucho más fácil destruir un proceso insurrecto desarmado que armado; es todavía más sencillo echar abajo un proceso revolucionario armado y con pueblo, que armado pero sin pueblo. Allí esta la condicionante básica para el golpe suave, imperceptible en su accionar pero eficaz en los resultados. Es volver a la argumentación fundamental sobre el socialismo del siglo XXI y su necesidad de ser profundamente humano; es la aceptación que una revolución sin seres humanos entusiasmados por los hechos más que por las palabras es cualquier cosa menos Insurrección. Es desde ese punto de vista que la instalación de las asambleas para la conformación de los batallones del PSUV ha debido ser y tienen que ser jornadas de fiesta y participación de este pueblo dispuesto a andar por los caminos de las grandes alamedas del camarada Presidente Allende.
En este contexto es de suma importancia superar la interpretación de la ineficacia y corrupción como problemas gerenciales, políticos, morales o éticos. Ello significaría una lectura limitada sobre un suceso que toca los intereses de los amos del mundo. Es impostergable entender que estos dos adefesios; la corrupción y la ineficacia, en el tejido del proceso bolivariano, son instrumentos que junto a la prepotencia y personalismo de muchos dirigentes del proceso en alianza con abiertos enemigos del mismo pueden dar fin a este experimento revolucionario. Entonces, cada socio o militante de la corrupción e ineptitud es un enemigo declarado de la Revolución Bolivariana; toda dispersión en actividades como la instalación de los batallones del PSUV del pasado sábado, es suelo fértil para la decepción.
Es el servilismo y clientelismo político robusteciéndose en la cotidianidad pública: Es la configuración de clanes y bandas alrededor de las cuotas de poder alcanzadas o por alcanzar; es el adequismo cuarto-republicano en lo que respecta métodos, estilos y conducta de estos pseudos dirigentes socialistas y revolucionarios. Así la mesa está servida para el despliegue del desaliento como inédita arma en la beligerancia psicológica.
El decaimiento como instrumento de disociación se concreta ante la evidencia del desbarajuste descrito. En la medida que la combinación entre oportunismo, ineficacia, corrupción y clientelismo se haga presente en cada esfera de nuestra vida, en esa misma medida este proceso va camino al intersticio, ante la pérdida de lo mejor que lo puede sostener; la confianza y el amor de los hombres y mujeres de pueblo que hacen parte fundamental de la hoy denominada Venezuela Bolivariana. De seguro quienes tienen la responsabilidad de dirigir la comisión técnica y la comisión organizativa encargada por órdenes presidenciales de coordinar el proceso para la conformación del PSUV, para nada tienen que ver concientemente con toda la reflexión anterior, sin embargo, en " río revuelto ganancia de pescadores".
En nuestra opinión la conspiración de la desesperanza está en marcha: Un día los adecos tuvieron una pesadilla y observaron que quienes los habían seguido por más de cuarenta años iban tras los sueños o ideales encarnado por un ex-militar idealista, todavía hoy los herederos de Rómulo no salen de esa pesadilla y menos aún comprenden los signos y símbolos allí presentes. Sin embargo, los adecos requirieron de cuarenta años gobernando y mucho más de medio siglo trabajando por gobernar y sembrar la desesperanza en sus propios seguidores que junto a la corrupción e ineficacia sirvió la mesa para generar el esfuerzo de liberación que hoy vivimos. La propuesta chavista que apoyamos apenas roza los quince años como iniciativa política-social para la reivindicación del pueblo venezolano. Duro decirlo, en apenas quince años los atisbos del decaimiento comienza a hacerse presente en algunos sectores identificados con el proceso ante la falta de respuesta oportuna; los compadrazgos y familiaridades rigiendo instituciones; la apreciación de dirigentes con métodos cuarto republicanos; la descalificación, en muchos casos, contra todo hombre o mujer que tenga en su haber un currículo de treinta o cuarenta años de lucha revolucionaria; la presencia de furibundos chavistas hoy, cuando ayer eran simples amanuenses de los jerarcas adeco-copeyanos. En fin, corremos el riesgo que un "chavismo" blando, moderado, corrupto, ineficaz y cuarto republicano en alianza con sectores "moderados" de la oposición, luego de despojar al proceso de pueblo este en condiciones de imponer nuevas normas para esta causa: Chavismo sin Chávez o Chavismo sin pueblo, en fin el tan mencionado golpe suave como hecho cumplido.
Compatriotas la ecuación es sencilla: La invasión pro-imperialista exige mucha gobernabilidad de la misma y demasiadas respuestas en el ámbito internacional, con la desesperanza como preludio del golpe suave (que se desarrolla como si no se estuviera desplegando) el fruto de la inversión esta garantizado.
Entonces ojo, según la metodología y estilo de trabajo utilizado por la Comisión Técnica y la Comisión Organizadora para la conformación del P.U.S.V., y la disposición de todos los aspirantes de base, estaremos transitando la mejor o peor senda. Por ahora, solo sugerimos a dichas comisiones que se abran a debatir y recoger opiniones para que el bravo pueblo de su aporte, se sienta reivindicado y seamos una profilaxis ante LA DESESPERANZA COMO ANTESALA EL GOLPE SUAVE.