Después de acusar el primer golpe y superar el estupor inicial que le causara a la burguesía monopólica, a la reacción oligárquica y al mismo imperialismo la revolucionaria propuesta de reforma a 33 artículos del la Constitución Bolivariana hecha por Chávez, en un giro político extraño, que parece de película fantástica, la contrarrevolución fascista hizo su primer movimiento táctico sacando de las catacumbas políticas a su peso pesado, el advenedizo y quinta columna, Luis Miquilena.
Sintiéndose, quizás, con "derecho", pues se considera "padre" de la Constitución Bolivariana, por haber sido inmerecidamente presidente de la Asamblea Nacional Constituyente, saltó al ruedo político blandiendo la espada contra la corrupción, acusando de ésta al presidente, él, la figura más conspicua de la corrupción –remember el caso MICABÚ, donde salió airoso del juicio más por su poder político que por su inocencia– y de todo el sistema de corruptelas que hábilmente desarrollan sus "muchachos" a través de mafias incrustadas dentro del aparato del Estado.
Con algunos años de retardo –después de su infame actuación y participación en el golpe de abril del 2002– sale hablando, en su lenguaje senil, de probidad y rectitud el viejo y astuto zorro, que fue el primero en intentar desplazar a Chávez del poder –en el desarrollo de un ajedrez siniestro, algunas de cuyas debilitadas piezas aún mueve dentro del gobierno– para colocarse él al frente de la primera magistratura; para ello puso sus fichas en diputados, magistrados, ministros, fiscales, directivos del CNE, lugar éste último donde se hizo el primer ensayo de golpe contra Chávez al ser saboteadas las elecciones de mayo de 2002, la mayoría de aquel equipo obedecía órdenes suyas.
Probablemente una de las mayores taras y errores políticos vividos por el proceso revolucionario bolivariano, lo ha constituido la presencia siniestra, profundamente contrarrevolucionaria y traidora de Luis Miquilena. Un altísimo costo ha tenido que pagar nuestro pueblo y la revolución por haber tenido entre sus primeros dirigentes a ese personaje, segundo al mando del gobierno, del MVR, quien sembró la cizaña de la división en el movimiento revolucionario, vetó el acceso de viejos y probados revolucionarios a Chávez y conspiró con la oligarquía y el imperialismo.
Miquilena abre su bocota para acusar de corrupción al presidente, cuando, desde antes de las elecciones de 1998, él controlaba a su antojo las finanzas del partido y no las declaró al CNE. Siendo ministro del interior, los peores y más siniestros personajes y policías se consolidaron en sus puestos y nada hizo para detener la presencia insolente de policías extranjeras que actuaban en Venezuela de manera impune. Ni una sola propuesta, proyecto o política de Estado salió de aquel ministerio para atacar a fondo la corrupción, la ONIDEX siguió siendo el centro de todas las mafias para los negociados con visas y pasaportes y los venezolanos nos quedamos sin un sistema confiable de cedulación.
Golpear a Chávez con tan temerarias acusaciones forma parte, sin dudas, de la nueva propuesta desestabilizadora y conspiradora del imperio y sus marionetas que llama abiertamente a la rebelión y al golpe militar, a derrocar a Chávez antes de que se apruebe la reforma constitucional. A Miquilena no es mucho lo que le queda en este mundo, quizás este súbita reaparición y su andanada de improperios y sandeces contra el camarada Chávez sea su testamento político o su propio panegírico; en el mundo de la dignidad, la honestidad y la honradez no cuentan los traidores, él es uno más del montón de cadáveres políticos, de zombis, a los que tiene que apelar la derecha neo fascista porque no cuentan con más nada, ella, la oligarquía, la burguesía, es una clase en descomposición, su tiempo histórico está contado.
(caracola2006@cantv.net)
