Mos, moris, (lat)f.: Costumbre.
Cuando un grupo humano se ve amenazado, su moral está en juego. La moral, en su sentido arcano, LA COSTUMBRE, O GRUPO DE COSTUMBRES QUE DISTINGUE A ESE PUEBLO DE OTRO, se ve amenazada.
La guerra es la vía más expedita que tiene un pueblo, o una facción, para defender la moral que puede desaparecer si su enemigo conquistador lo destruye. El genocidio, uno de los caminos más desgraciados y extremos, el non plus ultra de los castigos para erradicar por siempre la moral de un enemigo: eliminándolo físicamente por completo. Principios que pueden desembocar en aberraciones; pero el mundo de hoy, al igual que el de ayer y anteayer, aún limitan sus sombras por el norte y el sur en celada perpetua, este u oeste circunstancial, por lo menos hasta hoy, para lograr definir en la práctica algún día, términos que por fin lleguen a ser equivalentes, equidistantes y equiparables, de permanencia en todos los seres humanos, durante el juego de convivencia que experimentamos globalmente, sin deber nada, sin sentirse deudor o cliente de nadie. Falta tiempo para esos tiempos. Hay que hacerlos.
Por otro lado, los tiempos para la moral no son homogéneos. Cada generación la resplandece u obscurece, según la siembra que la determina, o hunde ante otros pueblos. De ese modo, escribe para sus sucesores, páginas que perfeccionarán o trasmutarán la concepción de moral que trae, o es absorbida por la hipnosis de su amo, hasta ser avasallada, destruida. Por allí iba la historia con este confín medio amorfo, que ni mapa verdadero tenía de su propia patria: Venezuela. Aún permanece en su maraña de vacuidades con revolución.
La guerra está escrita en este país desde mucho tiempo ha. Nunca fue domeñado por completo este territorio al que paradójicamente denominaron Tierra de Gracia, de lo supremamente hermoso que era, es, desde siempre no solo por los lados de Macuro. Por los cuatro costados. Pero siempre alzado. Moral alzada. Moral en cacería de justicia. Ahora con el petróleo, inconcebible el paso atrás. Ahora es con guerra. Otra guerra.
Por ello, el presente aberrador, no mide con proyección, sino con el decrépito pasado su tabla rasa. Hoy es su pantano: Pasado de genocidio, de bestia de carga, que hoy es presente de hipnosis. De consumo hipnótico. Pieza de malabares. Ese es un lado del presente, el aberrador.
El otro presente, sólo tiene presente que no quiere saber nada de yugos. Un Gran Espíritu lo ha alimentado desde siempre. Y Venezuela, costa de Pandeia, en abrazo al primer mundo de hoy, alma de una responsabilidad. Un panorama que urge el refuerzo de la moral. La interna.
La moral es una categoría que distingue. El laisser faire (permitir hacer) la perjudica, porque permea otros conceptos que la empañan, la penetración se adjudica y vacuna de “valores” fatuos para dominar a la moral a penetrar. El hábitat se dificulta, la separación dentro del pueblo se hace costumbre. Los conquistados no pasarán de capataces para el conquistador, aunque hablen como magnates; ni los romanos, donde un Gustavo Cisneros sería un distinguido senador. Mucho más inteligentes aquellos romanos que los gringos arrogantes. Pero en fin, mientras más alto es donde llegue el conquistado para el conquistador, más es la moral que de su pueblo original ha perdido.
La luz es la idea para activar a la moral. Es la ESTRATEGIA, una de sus armas para hacerla efectiva. La condición de democracia siempre soñada, pero no andada, nunca extendida, siempre discriminatoria, jamás incluyente, se enfoca en otra geografía humana, explora una estrategia, que a corto o mediano plazo, conspira contra lo establecido. Sin embargo, la caída del entorno natural, las nuevas generaciones, son el adalid de este otro presente, de esta otra democracia que no cree en la monarquía oligárquica, hasta ahora, mal denominada democracia… Pues son los valores robados a la verdadera democracia, los componentes para esta subversión definitiva. SUBVERSIÓN DE MOTOR.
Mucha filosofía para el común, parecerán estas palabras, pero en palabras llanas, significa que o nos ponemos un patín donde te conté, o esta barca de Noé se la traga la desesperanza y para siempre, porque no hay salida permitida, posibilitada. Esclavitud de heroína es lo que queda, hasta que la sobredosis de codicia apague la luz de TODOS los hipnotizados. Todos muertos en vida, arrastrándose a perros y gatos consigo.
Tuvimos una guerra de emancipación, que trajo más muerte que libertad completa. Tuvimos una guerra federal que nos dejó en cueros la economía y la libertad transformada en alfombra pisada. De guerras tenemos para mostrar y enseñar a los infantes que sólo saben de amor. El objeto más importante de la Independencia: El Amor entre los amantes de este saco de moral que abraza y desparrama lo posible en sus cuernos de abundancia. Algo a nuestro favor.
MOTOR es lo que se exige. Motor de amor, es de lo que está llena nuestra cultura popular. Ruptura de un pasado envilecido. Miremos a los niños. ¿Es moral o hipnosis lo que deseamos para ellos? ¿Socialismo o muerte?