Tremenda cabilla el nuevo billete de Venezuela

Gran sorpresa me ha dado –muy satisfactoria sorpresa- ver resumidas las dos columnas fundamentales de nuestro acervo nacional, la Historia de Emancipación que aún se realiza, con la de nuestro Entorno Ambiental, uno de los más prolijos del planeta, en las nuevas denominaciones monetarias. El relieve estimulante que ostentan tales riquezas, son aún desconocidas casi por completo y casi por EL completo de nuestros paisanos.

No es que había descubierto el agua tibia, pero algunos entes gubernamentales donde he presentado el proyecto de Los Años de la Unión, (mezcla de historia de independencia en historietas y con cuadros ecológico-costumbristas), conocen de esa propuesta que muy bien podría estar ya recorriendo dentro de la conciencia nacional, dado que desde hace años está dando traspiés y su presentación es precisamente bajo ese concepto de las sendas columnas fundamentales que estaría realizado. Una parte de la narración, la de Boves, ya está dando que hablar. Qué casual, que el presentador del librito, (Prof. J. C. Rothe) ya lo menciona. Por eso, la satisfacción al ver en los nuevos billetes, ambos reflejos, compensa perseverante la claridad en el punto: Las columnas fundamentales de nuestra nacionalidad son nuestra Historia Patria y nuestro Entorno Ambiental, motores fundamentales en la aún fallida historia.

Al venezolano le debe fluir en su sangre el amor de y por donde vive no sólo por tener en sus genes tantas riquezas libertadora y liberadora juntas, al punto que está protagonizando el desenredo del remolino socioeconómico, que parecía sin remedio. Apenas se percata que ha comenzado la cura contra la resignación, y no pocos se fascinan que una curación planetaria ha comenzado por estos lares, de muchos recursos, pero humildes lares, y que no es de precursor el sentimiento militante, ni siquiera es de fe ni de propósito lo que sabe que tiene en las manos, sino de obligación cabal, de sentir repentinamente el timón para sacarlo del sotavento que quiere estrellarlo a los arrecifes.

Aún se siente snob el concepto revolución, pues la referencia no existe (en sentido de parecerse a algo), aún no saben muchísimos venezolanos de las filas del cambio, que somos la referencia y obligación necesaria, para que los pueblos se adhieran a la confianza de los nuevos retos y propósitos, evitando nuestros errores por supuesto, para lo que debe andar con mucho tino, y lograr que todo el mundo se anote con sus vidas. Hay que estudiar la manera de hacer llegar el nuevo afecto, que no susceptibilice, que no se transforme en rebote ni en eco, que simplifique el desenredo y conlleve a la acción.

La oportunidad es tan única, que más retos internos y externos, políticos y ecológicos, emplazan a la acción inmediata y firme. La acción implica reacción interna a nuestras costumbres, no dar tregua a las tantas simplezas consumistas a que estábamos acostumbrados, al “desinterés paternalizado”, que construía un “flojo crítico”, un completo habla paja. Rescatar la amistad, no de seleccionar, sino de expandirla en el trato diario, con quien te encuentres, un saludo sonriente concatena el desenredo del remolino.

Los billetes de baja denominación tienen la particularidad que el pueblo pueda por fin identificarse con las imágenes de ellos (Miranda, Guacaipuro y Negro Primero, aunque aún denominan al bravo cacique con la equivocada, Gua-i-caipuro), en fin, seres que protegen, casi en directo, deseos, anhelos del pueblo y procuran de su valor vital hasta en oraciones. Miranda por ejemplo, me observaba una amiga, tiene más monumentos que Bolívar, eso dice que aunque nadie conoce de su vida, todos le quieren como uno más de la casa. Ni qué decir de Camejo o del padre de Baruta, que animan hasta en altares, esté de acuerdo con ello o no la iglesia vaticana. Igual para el resto de las imágenes seleccionadas. Me gusta que a Bolívar casi no se le vea en la calle, solo en el billete más alto. Eso cierra el círculo abierto con las monedas de doble color, de modo que el Libertador abre y cierra el compendio de nuestra divisa, como efecto de conciencia que se quiere hacer prender: UNA riqueza con un mismo valor, un mismo poder que abraza desde el metálico a toda una nación.

Y sobre las imágenes ecológicas, las de esta nuestra casa verde multicolor, reparte en el papel moneda la corresponsabilidad por el sostén de este poder llamado Suelo y Subsuelo Patrios Venezolanos. Ese fuego en las dos columnas ha sido lo que llamó a la rebelión a nuestro presidente y sus inmediatos seguidores de armas aquel 4 de febrero. Ese fuego de las dos columnas es el que despertó al aún despoblado pueblo de mi patria -como demasiada carga de riqueza- a seguirlos, que apenas aprende a conocer el punto de herencia de primer orden en tan poco espacio habitado humanamente hablando, descubrir su importancia y cortar de una vez por todas con el vergonzoso expolio.

Ojalá sea efímera esa divisa, importantísima divisa, pero ojalá lo sea, porque el objetivo está en la divisa latinoamericana, la de la unidad latinoamericana. Cuando esos tiempos lleguen es porque seremos una fuente de opinión clave en el contexto mundial, no ya como voz exprimida y sumisa, sino como nave que marcha hacia la unidad racial, de la que nunca salió, se enriqueció más bien, se hizo más bello el ser humano, pero sus desconexiones entre hermanos no le permiten llegar aún a casa.

Dos acotaciones finales: una, que se extienda una pequeña obra que contenga explicativos de cada elemento de flora, fauna, geográfico e histórico recogidos en los nuevos papeles moneda. Ojala y me dieran esa responsabilidad. Y, la acotación final: debido a que esta emancipación aún no concluye, se me ocurre que en un momento dado se pudiera investir de papel moneda nuestro querido mártir Danilo Anderson, como lo hicieron con Urdaneta en su bicentenario… aunque sin esperar tanto. Que el presente también cale sus héroes. Que desde ya no se extinga su memoria.

arnulfopoyer@gmail.com


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Arnulfo Poyer Márquez


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