Betancourt estaba intentando crearle problemas al gobierno de Medina al que estaba ansioso por derrocar. Miguel Otero Silva refutándole le dice: “Grave es la división en esta época de ofensiva reaccionaria en que la dispersión de las fuerzas democráticas es más suicida que nunca… es la hora de la fraternidad democrática y no del insulto, de la compactación sobre los puntos que nos unen y no de la polémica estéril, de la unidad sindical y no de la dispersión de las fuerzas obreras, de la unidad nacional a base de la mutua comprensión y del mutuo respeto.[1]”
Pero esta reacción de MOS hace indignar a Betancourt quien le replica: “Digo y ratifico que los dirigentes sindicales comunistas, aun cuando lo niegue Otero Silva, estaban condiciendo el movimiento obrero por caminos de aventurerismo irresponsable. El entreguismo sumiso en el campo político tenía una contrapartida: la agitación permanente, y sin ningún resultado positivo para los trabajadores, en el campo de las relaciones entre capital y trabajo.[2]”
Y como Miguel Otero Silva dijera que Rómulo era un traidor al Partido Comunista, éste le contestó, metiéndole el puñal a MOS hasta más allá de lo meramente personal: “En Costa Rica, viviendo hace doce años esa hora de sarampión juvenil porque atraviesa todo luchador social, me afilié a un romántico grupo de estudiantes e intelectuales comunistas, sin contacto alguno con la III Internacional de Moscú. La desesperación del estudiante proscrito que veía retardarse indefinidamente la desaparición de Gómez, halló su cauce en ese grupo.
No pasó mucho tiempo sin que arribara al convencimiento de que no era ese el camino por dónde debía trajinarse para alcanzar la liberación de nuestros pueblos, convencimiento compartido por mis amigos costarricenses, quienes disolvieron aquel juvenil y afiebrado grupo de 1932, y forman hoy el partido “Vanguardia Popular”, de programa estrictamente democrático y el cual compartirá seguramente responsabilidades de Gobierno con el recién electo presidente Picado.
En Venezuela jamás he militado en el Partido Comunista, y así lo afirmaba textualmente el periódico El Martillo, órgano oficial clandestino de esa organización (1938): “RÓMULO BETANCOURT NO ES MIEMBRO DEL PARTIDO COMUNISTA Y NO HA MILITADO NUNCA EN SUS FILAS”. Pero no siendo comunista, rechazando categóricamente la necesidad de un partido comunista en Venezuela, hago una vida acorde con mis ideas y sentimientos.
Estoy al lado del pueblo, y por eso, en un país donde enriquecerse es fácil tarea para el político o el intelectual venales, soy hombre sin más dinero que un precario sueldo de periodista. Algo fundamentalmente distinto de los poetas rojos, terribles revolucionarios con carné comunista, quienes escriben poemas incendiarios para ser recitados en veladas proletarias y salen de ahí a disfrutar de burguesa vida sibarita, gracias al regalo que les hizo la vida de millones amasados con sudor de injusticias.”
MOS acusa el golpe, y le contesta a Rómulo (en artículo titulado “Hacia el final de una polémica” publicado el 30 de marzo de 1944) que no entiende porque desvía la discusión por otro lado cuando él lo que hace es pedir la unidad democrática, nacional: “A ese recuerdo de su pasado político es que se ha lanzado Betancourt a vociferar que mi padre es millonario, siguiendo la misma ruta de ataque personal contra mí que han empleado repetidas veces todos los pasquines reaccionarios. Ante eso no tengo sino que responder… que el dinero de mi padre no es obstáculo para que yo trabaje ocho horas diarias en mi profesión de periodista, no ha influido jamás en mis actitudes políticas, ni en mi posición firme al lado de la clase obrera, ni me ha llevado a considerar como “sarampión juvenil” los principios filosóficos que contribuyeron a mi formación política y humana”.
Pero Betancourt se torna más implacable en su respuesta (en su artículo “Hacia el comienzo de una polémica” del 31 de marzo de 1944), prácticamente se ríe de su adversario y considera que lo ha pulverizado con su pluma. En el mortal ataque Rómulo le contesta: “En cuanto a la “lealtad de Otero Silva a los principios filosóficos” del comunismo, no la pongo en duda.
Es fácil ser leal a una “filosofía” de justicia social y transgredirla en la práctica. Eso es tan viejo como las Escrituras, en las cuales los fariseos aparecen rasgándose la túnica llenándose de cenizas las frentes cuando atenta contra la “filosofía” de una praxis religiosa por ellos incumplida a conciencia. Porque no es sólo el dinero “de su padre” el que usufructúa el poeta proletario sino su propio dinero.
El 1º de noviembre de 1942, en el Juzgado de Comercio de Barcelona, se registró la “Compañía Anónima de Luz Eléctrica” monopolio de un servicio público, empresa en la cual tiene 200 acciones mi contrincante en esta polémica… y en cuanto a la imputación de Aquí está de que yo -¡es el colmo!- estoy coludido con la Estándar contra los obreros petroleros de Jusepín, les contesto que si El Nacional está basado en una empresa capitalista como afirma Otero Silva, es porque el producido de los royalties petroleros ha hecho posible la existencia de ese capital.[3]”