Hasta mediados del siglo XX, cuando surgen los EEUU como la gran potencia mundial, los europeos se creían dueños del mundo. El eurocentrismo define esta posición de creer que el mundo es Europa o gira alrededor de ella. Y aun sin quedarles mas remedio teniendo que reconocer la disparidad económica y tecnológica con respecto a los EEUU y las potencias asiáticas aun muchos de ellos creen ser la cuna de la cultura y la civilización mundial, por los innegables aportes de los griegos y romanos. A pesar del conocimiento de que el surgimiento de los primeros seres humanos y de la primera gran civilización tuvo sus orígenes en el África, de reconocer la mayor antigüedad de las culturas asiáticas, y de nuestra propios pueblos que dejaron maravillados a los primeros colonizadores, aun Europa se refiere así mismo como el Viejo continente, como cuna de la civilización humana. Allí también nació el capitalismo con todos sus males, que nos fue impuesto como modelo societal con la colonización.
De la condición aria y racista de la que se acuso a la Alemania de Hitler parece ser un mal de buena parte de esa Europa que odia al no blanco y que aun hoy se enfada cuando un representante del tercer mundo le echa en cara la verdad histórica, de esa realidad de la que se arrepintió el Papa Juan Pablo II, quien pidió perdón por el papel jugado por la iglesia católica en el genocidio producido sobre nuestros pueblos. Lamentablemente en este mundo” globalizado y sin fronteras” al que sea alusión en los discursos, muchas personas provenientes del tercer mundo no pueden entrar libremente a los países desarrollados, y aunque sean calificados profesionales, nunca son vistos ni tratados como iguales. Esto lo hemos sentido hasta en las universidades, seminarios internacionales donde quizás el desprecio no sea tanto por el color de la piel sino por la vanidad intelectual de pretender seguir creyendo que pueden o tienen una condición natural para poder explicar mejor la realidad que nosotros. Hasta en el caso de referirse a nuestros países latinoamericanos muchos académicos europeos creen poder hacerlo mejor que nosotros y lo más triste es que muchos de nuestros intelectuales lo crean y hasta le rindan cultos y los conviertan en maestros.
Muchos hablan del retorno a la “Madre Patria”, esa madre que por la fuerza los colonizó hace cinco siglos y en el caso africano apenas se descolonizaron hace algunas décadas, esa madre que impuso una economía, una cultura, una religión, una lengua, que expropio su forma de ser, hoy manifiesta profunda resistencia ante la llegada de sus hijos bastardos, los no blancos, los pobres, los sudacas del mundo. Los mismos países cuya riqueza económica se hizo gracia a la expropiación y explotación de los recursos materiales y de los seres humanos de América y África hoy con profundo recelo y hasta odio racial repudian la inmigración de estos otros pobladores del mundo globalizado.
El celo y el odio racial paradójicamente han sido devueltos en América Latina y en África con solidaridad en los momentos en que estos países han pasado por las guerras mundiales o en la Guerra Civil Española, donde muchos de nuestros compatriotas fueron a luchar por el proceso revolucionario Español. Frente a las dictaduras como la de Franco nuestras naciones sureñas recibieron con agrado y estimularon la inmigración de éstos europeos que muchos aún califican como provenientes de la Madre Patria. Una madre que no solo en la colonización sino que a posterior ha manifestado y manifiesta sentimiento de subestimación y marginalización y que hoy quizás solamente nos ven como un punto natural (por las evidentes e imborrables relaciones culturales) de equilibrio ante la peligrosa hegemonía unipolar de los EEUU.
Todo esto viene a colación por la actitud grosera y déspota de un monarca -que representa la verdadera barbarie de los privilegios feudales en pleno siglo XXI- quien se atrevió a mandar a callar a un presidente democráticamente elegido y luego en demostración de intolerancia se marcho del debate en la recién concluida Cubre Iberoamericana. Este monarca, que a diferencia de lo que muchos aun creen, no sólo es representante de un privilegiado sector que sigue gozando de riquezas acuesta de una supuesta pureza de sangre y herencia de una degenerada tradición, sino que aun hoy tiene amplios poderes en las decisiones del gobierno español y mas concretamente sobre la política exterior de ese país. Por lo que nos hacemos la misma pregunta que se hizo el presidente Chávez al terminar la Cumbre Iberoamericana: ¿no supo nada el Rey Juan Carlos del apoyo que le dio Aznar y el embajador español en Venezuela a los golpistas de abril del 2002?
Peor aun fue ver en muchos medios de información(desinformación) y en miembros de la rancia oposición venezolana celebrar el gesto prepotente y grosero de este monarca al mandar a callar a nuestro presidente, aun presidente latinoamericano, precisamente cuando Zapatero exigía respecto al golpista Aznar, bajo el único pretexto de haber sido elegido democráticamente por los españoles, es decir ¿el voto europeo le da a cualquier de sus mandatarios el poder para decir y hacer lo que le viene en gana sin que se le pueda responder?. Esta situación además manifiesta que a pesa de las diferencias ideológicas entre Zapatero y Aznar en el fondo se forma parte de la misma cultura eurocéntrica: “Nosotros europeos nos criticamos, nos peleamos entre nosotros mismos, pero no aceptamos criticas fuera de Europa” Esa misma Europa cuyos gobiernos muchas veces los hemos visto en el triste papel de aduladores de los EEUU a cuenta de recibir algunos puñados de dólares.
No se trata de fomentar odios sino de evidenciar lo que a nuestro modo de ver es la terrible realidad y de las injusticias de las relaciones en este mundo globalizado y en la que la mayoría de habitantes del Sur añoran, envidian e intentan copiar los modelos económicos y socioculturales de los países del Norte. Nos negamos a ver con nuestros propios ojos, a no imitar a ser originales, porque respondemos a un contexto y unas necesidades distintas. Para no cerrar este artículo con una visión pesimista, por el contrario creemos firmemente que siguen siendo los países del Sur la esperanza del nuevo mundo, un mundo menos dañino, menos competitivo y destructivo, ecológicamente sustentable, mas humano, donde quizás mas temprano que tarde, por el bien de todos, nuestros hermanos del Norte vean en nosotros, con sinceridad y respecto, una alternativa para la sostenibilidad y futuro de la humanidad.
prodriguezrojas@hotmail.com
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