Para quienes nacieron a partir de la mitad del siglo pasado, la realidad nacional -la Patria- comenzó a exhibirse plena y crudamente desde 1989, con “El Caracazo”. Antes, la dictadura bipartidista y oligárquica la había amordazado y escondido detrás de mentiras, promesas y mierda, mucha mierda. Cada venezolano creía haberla visto parcialmente, sin saber que tenía piel y más rostros, hasta ese 27 de febrero cuando bajó de los cerros, se descubrió el cabello y gritó desesperada. Y aunque en pocas horas los jerarcas del Estado lograron detenerla, cubierta de sangre y muerte, y la recluyeron de nuevo detrás de otras mentiras, otras promesas…, ya era tarde: la habíamos visto íntegra y magullada por la injusticia dominante.
En 1992 logró escaparse dos veces, hecha fusil y madrugada. De nuevo, la reprimieron y apresaron, pero no pudieron ocultarla más desde entonces. Hasta 1998 fue descubriéndose poco a poco, y a partir de diciembre de ese año comenzó a desnudarse y a ser atendida con esmero y afecto. Hoy la vemos rozagante, pero cubierta de cremas medicinales, yesos y esparadrapos que se le colocaron sobre tantas laceraciones y fracturas que le infligieron las élites gobernantes en aquel pasado lamentable. Sin embargo, y a pesar de tantos cuidados, sus problemas respiratorios, endocrinos y circulatorios persisten: la sangre no irriga todos los tejidos de su cuerpo, se inflaman sus extremidades, la flema sedimentada no se ha desprendido de sus bronquios y pulmones, la disnea es permanente, padece de náuseas y le duelen los huesos.
Quienes han dirigido su rescate y recuperación detectaron nuevos y múltiples corazones que laten en su vientre, y desde diciembre de 2006 han manifestado la necesidad de intervenirla urgentemente. Se requiere abrirle el pecho y profundizar en sus sistemas para extirpar tumores malignos y hacer que los fluidos surquen sin obstáculos y nutran todos los tejidos.
Si no lo hacen podrían morir la madre y los hijos, o sobrevivir por muy poco tiempo, o vegetar conectados a aparatos sofisticados y foráneos. Aunque este es el diagnóstico, y dada la gravedad de la Patria, han preferido consultarnos. No la operarán si la mayoría se opone; sólo lo harán, si lo aprobamos.
Y mañana decidimos… O nos resteamos con los únicos que han pensado en la salud y el futuro de la Patria, o apostamos a morir dejándonos llevar por las falsedades que han pregonado los aliados de nuestros enemigos, quienes quieren verla sin vida y con pulmones artificiales. No es cuento: es Patria o es muerte.
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