El título del artículo era “Alberto Garrido, quien trató de ser el Herodoto de la Revolución” (http://www.aporrea.org/ideologia/a46945.html), y se me pasó un error y escribí “Herodato” por la premura con que a veces envío mis trabajados a Aporrea. Hay que tener en cuenta que envío un promedio de casi dos artículos diarios. “Herodato” no es nada ni tiene ningún sentido, pido disculpas por este gazapo. Pues aclaro, quise decir Herodoto. Debí haber hecho esta aclaratoria mucho antes, pero había estado viajando y no había tenido tiempo de leer varios correos ni responderlos. Pues, ha llegado el momento de hacer esta aclaratoria.
Cualquiera puede buscar en el Internet quien fue Herodoto, pero aquí coloco algo de su fabulosa vida: Historiador griego nacido en Halicarnaso poco antes de la expedición de Jerjes contra Grecia (480 a.C.). La gran obra histórica de Herodoto, múltiple y compleja, es difícil de resumir: su finalidad y sus narraciones son varias y muy diferentes entre sí, por lo que, en un primer momento, cuesta ver el principio unificador de tan diversos materiales.
Yo no puedo decir que fui amigo de Alberto Garrido aunque lo traté bastante, y discutimos mucho sobre la compleja y cambiante situación nacional que se generó a partir de 1998. Todo nuestro trato se desenvolvía en un terreno, digamos, meramente intelectual. Políticamente no coincidíamos en nada, pero de nuestros diálogos, creo que cada cual en su terreno sacaba ideas para sus propios trabajos. Eso lo digo en mi artículo de la manera más franca. Nada más. Además agrego que era uno de los analistas más claros y brillantes que tenía la oposición. Eso no lo niego. Pero también critico algunas de sus posiciones, sin irrespetarlo en absoluto, lo que me parece sano también.
La joven Blanca Garrido (hija del periodista Alberto Garrido) tomó mi artículo de una manera personalmente horrible como si su padre no hubiese sido nunca un hombre público, y se lanzó contra mí, con un lenguaje totalmente excrementicio. Sant Roz, joven Blanca, dice su verdad y escribe para la historia y cada artículo diario recoge un testimonio más sobre este trajinar escabroso que de telenovela rosa no tiene nada.