Como la zorra que borra las propias huellas, con su cola, la cuerdita de goliardos enajenados, ahora piden reconciliación; luego de impedir-tras bastidores-la reforma constitucional que beneficiaría al pueblo y, desde luego, calculadamente convencidos de poder seguir manejando mariscos de uñas pintadas, para engañar indefinidamente al pueblo, escarbar sobre los temores profundos que subyacen en la imaginería colectiva como producto del largo condicionamiento que la iglesia ha sembrado en la mente de los niños, y tumbar a Chávez.
Pero, ¡a otro Urosa con ese hueso! , porque el pueblo ha escarmentado.
El desencuentro entre patriotas y apátridas, debe resolverse mediante la confrontación política para que el pueblo humilde y trabajador, esclarezca por si mismo, quien es quien, y tome posición.
Hay que respetar los símbolos de la patria y las instituciones del Estado. No debe haber misericordia con quienes irrespetan la Bandera Nacional Venezolana y vilipendian al Tribunal Supremo de Justicia-por citar sólo un par de hechos-.
Golpear a una institución del Estado, pulcramente electa, es una cosa; y, tratar de golpear a quienes la representan, es otra. He ahí estrategias malignas. Irrespetar los símbolos patrios es otro tipo de estrategia que busca medir la capacidad de respuesta del venezolano y proyectar la calidad y cantidad de nuestra resistencia ante la amenaza de que ondée en nuestro territorio, la bandera gringa.
Quien irrespete nuestra bandera, debe ser castigado sin misericordia alguna. ¿Qué puede haber más sagrado que la Bandera Nacional? Y sin embargo, la han irrespetado y andan por ahí con su cara bien pelá.
Reconciliarse, es la trampa que el Vaticano tiende sobre los pueblos rebeldes para tratar de “recoger las ovejas” que escapan de sus corrales pero lo que debe hacerse, es salirse de toda iglesia que trate de manipular al hombre, para así, poder ser libres y felices.
La jerarquía católica inmoral y embustera no podrá desentenderse de su pasado sibilino y procaz, lleno de criminales como Alejandro VI, un Papa prosaico y maluco, de quien se firma que mantuvo incesto con su hija Lucrecia Borgia, a la que supuestamente empreñó-por decir lo menos-sino que con dicho Papa se testimonia que, desde la época precolombina, ya esa Iglesia andaba detrás de la posesión de nuestras riquezas porque el Papa Alejandro VI había dictado que las tierras que Colón descubriese, eran posesiones del Papado. Por lo que en un momento, nosotros fuimos esclavos de esos carajos.
Mientras la sórdida jerarquía eclesiástica sea un obstáculo para los cambios constitucionales en Venezuela, la estrategia patriótica no puede ser reconciliatoria sino, abiertamente confrontativa, porque, una cos es convivir y otra cosa es conciliar con sinvergüenzas de mil pulgas.
Reconciliarse con esas mapanares de la Conferencia Episcopal Venezolana, significa postergar desenlaces fatales, por lo que debemos confrontar nuestras posiciones y vencer.
De lo que debe tratarse- esto si es aceptable-es que de parte y parte todos se reconcilien con los valores esenciales de nuestra sociedad y de la Naturaleza.
Que los moluscos-de manos pintadas y quemadores de chaguaramos y de otros árboles, asuman el deber de reconciliarse con la Naturaleza y entender el sagrado valor de toda planta verde, porque ésta, produce oxígeno que no hace daño nadie sino que beneficia a todos por igual.
Ugalde, como el cangrejo, un crustáceo que carga la mierda en la cabeza, anda de facineroso inventando guarimbas, ¡pobrecito!, y dirige una universidad.
“Por el fruto conoceréis el cangrejo”