La etimología de la palabra filantropía deriva sus raices del griego philos (o filos) y antropos, que se traducen respectivamente como amor (o "amante de", "amigo de") y hombre (o "ser humano"), por lo que la filantropía significa "amor a la humanidad". El uso de la palabra es una demostración también de los usos morales de los privilegiados, para quienes el auténtico amor a los semejantes se sustituye por mecanismos como la limosna, expresiones materiales que no comprometen espiritual o patrimonialmente al filántropo, muy propios del cristianismo oficial.
El fenómeno filantrópico tiene su época privilegiada en el mes de diciembre. Para las sociedades de ascencencia cultural judeo-cristiana el final del año es el escenario para el apogeo de las formas hipócritas del amor al prójimo. Sin ánimo de Grinch, nos parece oportuno hacer algunas observaciones acerca las distintas formas en que se manifiesta la filantropía en la sociedad capitalista.
De acuerdo a la moralina religiosa, la navidad, aparte de su connotacion religiosa, contiene un mandato: es la época para compartir en familia, ser solidarios, comprensivos, desprendidos, tolerantes, festivos, reflexivos. Como todo mandato religioso o convención social arbitraria, sólo se puede aparentar que se cumple. Los calendarios tienen apuntadas las fiestas, pero las personas no son máquinas programadas por calendario. A lo sumo, pueden comportarse como máquinas navideñas.
En tiempos de la pesadilla capitalista, se ha encontrado en la navidad un nicho ideal para desplegar todas las maquinarias publicitarias y armar un paraíso para las ganancias económicas. Mientras más compres, más navideño serás. Navidad, vanidad.
Filántropos hay de todo tipo, como en distintas fachas vienen burgueses: actores, deportistas, empresarios, banqueros, políticos profesionales, terratenientes, todo el que explote lo suficiente como para devolver una mínima fracción de sus ganancias a sus esclavos asalariados. Por supuesto que ese desprendimiento navideño de los miembros del jet no suele ser tan desprendido como publicitario. Además del reconocimiento público y la buena conciencia cristiana, se puede hasta evadir impuestos. En una sencilla transacción, los parásitos de la sociedad cambian un poquitín de plusvalía por el respeto y agradecimiento la misma gente a la que extraerán ganancias el resto del año. El gesto les vale tranquilidad de conciencia por un rato y la sensación de haber cumplido con su "responsabilidad social". La filantropía es el opio de los burgueses. Con espasmos humanistas no se superan las desigualdades.
No menos hipócrita es la filantropía de los altos burócratas y gobernantes que intentan tapar con montañas de regalos infantiles los terribles baches de su gestión. Muñecas diabólicas que hablan, dinosaurios que lloran, camioneticas Hummer de plástico. Tragicomedia peor que el carnaval.
Hace algunos años tuvimos una navidad en la que la solidaridad se impuso por fuerza de necesidad. Un club de fascistas llamado Coordinadora Democrática emprendió el mayor crimen económico contra el país desde el bloqueo imperialista contra Cipriano Castro, y sin gasolina, gas doméstico, con poco pero bien compartido se tuvo un mes de auténtica comunión y lucha. Sólo una reducida secta de fanáticos se amargaba pensando que de los cerros bajaría gente a quitarles sus microondas y televisores, y que el comunismo expropiaría los pinos canadienses, los renos, los centros comerciales, todo lo que hace una navidad feliz, una feliz vanidad.
Cuando haya igualdad desaparecerá la limosna. Sin burguesía no habrá excentricidades burguesas como la filantropía. Cuando la cooperación sustituya a la explotación y la libertad de las personas sustituya a la libertad de los capitales, entonces no necesitaremos un mes para fingir lo que es realidad todo el año.
timoteocuica@yahoo.com