Me escribe el filósofo Luis Vargas, a raíz de mi artículo “El Fascismo en Uslar pietro”, para decirme, “José: Úslar también tiene el dudoso honor de haber sido el primero en ser objeto de una sentencia de amparo, pues quería desalojar una escuela aledaña a su casa, porque lo perturbaba el vocerío de los niños y se valió de sus influencias para hacer una campaña contra la escuela La Rondalera. Estos inauguraron la Ley de Amparo, para defenderse de Úslar. Así impidieron el desalojo. Úslar después fue nombrado en una comisión para reformar la educación, otra muestra de cómo usaba su carácter de "vaca sagrada".”
Para Uslar, nosotros los venezolanos estábamos irremediablemente destinados a nunca salir de abajo. Su filosofía era idéntica a la de esa conductora de un programa en Televen, en la que prácticamente sostuvo que negro era negro y su apellido mierda. Y se lo dijo a un afrodescendiente que se la caló completica.
Él sostenía que nuestros vicios congénitos eran la raíz y la razón de todos nuestros males. Admitía que una gran responsabilidad radicaba “en el carácter del venezolano, de nuestra manera de ser, de nuestra falta de decisión, de nuestros vicios congénitos. Cuando decimos: los partidos venezolanos son paternalistas, amiguistas, deberíamos quitarle la palabra partidos y decir: los venezolanos.” Así opinaba en una entrevista a Alfredo Peña, ya mencionada.
El 27 de octubre de 1991, AUP escribió un artículo por “El Nacional”, titulado “EL PASADO COMO VILIPENDIO”, en el que decía que nosotros no estábamos respetando el pasado glorioso que nos legaron nuestros conquistadores, con motivo de la significación del V Centenario del 12 de octubre de 1492. “…para mi sorpresa, pude darme cuenta no sólo de la ignorancia con que se trataba el asunto, sino el propósito determinadamente deformador del pasado que, de persistir, terminará por darnos a los latinoamericanos una visión de horror de nuestro origen y de nuestra individualidad, que es enteramente contraria a la necesidad fundamental de reconocer y afirmar nuestra original cultural.” Protestaba Uslar porque en un programa de radio se trasmitía un relato de matanzas y destrucciones de todo género perpetradas por los "españoles" contra los "indios”. En otra parte, una voz quejumbrosa cantaba una especie de corrido, cuyo estribillo era: "Aquí no hay nada que celebrar/ y mucho llanto que llorar".
Muchas cosas se podrían decir sobre esa simplificación tan dañina par nuestra propia conciencia colectiva pero, indudablemente, la más importante es la deliberada deformación del pasado. Hubo violencias de todo género, rapiñas y destrucciones, pero también, SIMULTANEAMENTE", hubo la inmensa creación de un hecho social y cultural, que es la base cierta de nuestra propia identidad.”
“Con frecuencia el narrador o el cantante hablaba de un "nosotros" difícil de definir. Decían, por ejemplo: "nos descubrieron", "nos conquistaron", "nos explotaron", "se llevaron nuestros tesoros". Lo primero que habría que preguntarse es qué representa ese "nos", porque el más superficial examen histórico nos enseña que en el "nosotros" actual está viva y actuante la herencia de nuestros "abuelos españoles" que nos dejaron los instrumento fundamentales de nuestra cultura, como son la lengua, la religión, las instituciones romanas y de comienzo del Renacimiento; pero también están nuestros "abuelos culturales indígenas" que, en grado variable, según la situación geográfica, nos dejaron muchas herencias todavía vivientes que aparecen en muchas formas en nuestro ser actual, como también nuestros "abuelos culturales africanos" nos legaron un inmenso caudal de cultura que forma hoy parte de nuestro propio carácter" .
Cómo se deja ver por este párrafo que AUP en verdad se hacía el perfecto lunático. Aunque el "nos" parezca anacrónico o sin sentido, perfectamente válido; y es correcto decir: "- Nos conquistaron", "- Nos invadieron", "- Nos estafaron", "- Nos torturaron". ¿Acaso no heredamos toda una gran perversión moral, que uno no ve en los primeros cincuenta años de haberse establecidos esta canalla entre NOSOTROS, sino traiciones, degüellos, torturas, robos escarnio, violencia y una ebriedad de sangre y de maldición por todas partes? ¿Por qué Uslar quiere que entendamos la historia según los cromosomas de su insigne cerebro o los de Jaime Lusinchi, Caldera o CAP?
El pasado no se pierde e inevitablemente es una carga terrible y un conflicto que debemos resolver. Uno puede sentirse perfectamente indígena, desposeído, ofendido por lo que aquí hicieron los conquistadores y ésta es la verdadera forma de comprender lo que hemos perdido, el fraude inmenso que se cometió con la humanidad en la desgraciada empresa de la conquista de las Indias. Y personajes como AUP eran los que pedían a los jóvenes que tratasen de comprender nuestra historia, y lo hacían con esa pose lejana, fría e indiferente ante los desmanes imperdonables que se cometieron en este continente.
Cualquier extranjero (fuese europeo, asiático o africano), perfectamente puede sentirse agraviado y decir: "-Fui vilmente despojado de nuestro medio", refiriéndose a la peste que instauraron aquí las hordas conquistadoras. De hecho, muchos de los extranjeros que participaron en la guerra de independencia con Bolívar se sentían más colombianos que la mayoría de los criollos que empuñaron las armas contra España, y era perfectamente válido y auténtico este sentimiento, y más aún podían como colombianos considerarse agraviados y no habría sido alarmante en manera alguna oírles proferir palabras de dolor y pena por el modo como los europeos penetraron y dominaron a las Indias. Esa lógica falaz hay que arrancarla como lo que más nos denigra y nos idiotiza. Estos tipos creen que tienen a Dios agarrado por la chiva, son arrogantes con el conocimiento, son tozudos, irreverentes y muestran en su soberbia un desconocimiento de la vida y una insensibilidad cruel, negativa y baja, no obstante con sus caras bonachonas, con sus posea de dolor por el destino de estas tierras, con sus gritos delirantes donde exigen justicia, confunden a todo el mundo y en verdad son peores que la ignorancia de los partidos, son los señorones que nos han trastornado y corrompido (y éste "nos" es más válido que el tamaño de sus lenguas y la pureza de sus almas) en la búsqueda de un progreso y de una dignidad que no sienten y que en verdad nada tiene que ver con NOSOTROS.
Continua AUP: “La verdad es que los españoles que vinieron sufrieron un cambio inmenso con la nueva experiencia vital, y se hicieron distintos de los que se quedaron en la península. Un hombre como Hernán Cortés terminó por sentirse más mejicano que español, como lo demuestra la elección del sitio de su sepulcro”.
Tamaña estupidez: Qué le podía interesar de México a Cortés que no fuera alguna forma de poder, de riqueza, de preponderancia o prerrogativas sobre otros españoles y no su cultura, pues ¿le tembló acaso la mano para destruirla como lo hizo posteriormente en el Perú su primo Francisco Pizarro? ¿Qué será lo que para don Arturo significaba querer ser mejicano?
“El conflicto y, al mismo tiempo –añade-, la riqueza de nuestra complejidad cultural lo constituye esa mezcla por la cual, desde el primer momento, el hecho cultural de Nuevo Mundo fue diferente del de España.” De esto también podría decirse que por esa riqueza de miserias y torpezas infinitas, por esa mezcla de servidumbres y locuras, por esas bestialidades y carniceras acciones, sin duda que el Nuevo Mundo tenía, por fuerza, que se diferente de España.
El sesudo mayor de Venezuela, agrega: “Culturalmente hablando, un latinoamericano no puede decir "nosotros”, sépalo o no, sin que en ese pronombre estén incluidos necesariamente los conquistados, los esclavizadores y los esclavizados; es decir, toda una nueva situación humana que no puede retrotraerse sin cometer inmensos disparates, a una supuesta situación previa de españoles que estaban en España y de indígenas que habían permanecido aislados en América.” De modo que si mi madre ha sido una idiota y una sometida, y .si mi padre fue un carnicero de carne humana, yo debo pues resignarme a convivir con estas prendas, y en base a ellas, sepultadas en lo más hondo de mi corazón, tratar de hacer ver que fueron grandiosas, sublimes y nobles. ¿Podría ser denigrar de mi origen, de la sangre que me ha sido dada, de mi pasado, el hecho de una necesidad inmensa de honesta revisión de mis orígenes, de cuanto me ha engendrado? Es inevitable la vida, es inevitable que hoy tengamos de todo en la sangre que para expresarnos usemos las elementos de una cultura que nos resulta odiosa, repugnante, pero no quiere decir que debamos tolerar sumisamente el asco que nos aturde y que nos ahoga. Tenemos que reformarnos para hallar esa paz que buscamos, ese equilibrio moral que nos haga seres más o menos cuerdos debemos hacerlo venciendo la herencia maldita que nos legaron los conquistadores y una horda de infernales canallas.
Sigue el fino y finado escritor: “Un hombre como Bolívar advirtió muy claramente este hecho en su planteamiento por la Independencia. No se trataba de liberarnos de una potencia extranjera que nos ocupaba militarmente, sino de crear una nueva situación de libertad dentro de lo que históricamente había llegado a ser el inmenso mestizaje cultural americano. Eso es lo que anunció en Angostura cuando dijo, entre otras cosas: "No somos españoles, no somos indios,... constituimos una especie de pequeño género humano. Toda esta retórica barata puede tener muy negativas consecuencias en la mentalidad común del latinoamericano, que por este absurdo vilipendio de su propio pasado, que nunca otro conjunto humano aceptó de esta manera, llegue acaso al extremo absurdo de maldecir su origen”.
Totalmente falso: Bolívar fue el primero que quiso cortar del modo más radical con la herencia diabólica de los españoles que dijo muchas veces que aquellas bestias habían transplantado a América las más refinadas monstruosidades de la cultura semita. El Decreto de Guerra a Muerte, fue el experimento de amputación más horrible que hombre alguno haya intentado contra su propia especie. Quiso el Libertador desmembrar esa parte nefasta, mercantilista, esclavista, mercenaria, sucia y sórdida que el hombre blanco trajo a estas tierras. Indalecio Liévano Aguirre dice que Bolívar quería crear, porque en el fondo detestaba a la peste corsaria y sanguinaria de la cual él provenía, los limites definitivos entre España y América. Para conseguirlo tenía que acabar con esa raza maldita, la suya propia, y que de los restos que quedaran surgiera un nuevo pensamiento y una nueva esperanza de ser. Pero iba equivocado de plano, pues la semilla de la maldad parecía estar echada para siempre. Ese grito de Guerra a Muerte era parecido al de la Ira de Dios, al de un ser envenenado por una furia que le destrozaba interiormente por lo que pretendía acabar con cuanto le acompañaba porque le humillaba, porque le ofendía, porque le degradaba; con este sentimiento y esta lucha habríamos querido sellar la unión de nuestros calcinados elementos; fue una tarea imposible, destinada al fracaso desde su propia iniciación. Es triste, cuando viendo Bolívar desde su lecho de muerte las locuras por donde marchaba Colombia, dice: “Se han acabado los españoles: ¿pero cuándo nos acabaremos nosotros?”. Fue un error, el pobre Libertador estaba destrozado: había otra vez triunfado España, los adecos y copeyanos, la mentalidad de don Arturo y Guillermo Mojón; toda la elite de los Manuel Caballero (el radical que por haber sido invitado a comer a Palacio por Lusinchi, dijo que éste era superior a Simón Bolívar), los Caopolicán Ovalles, el humorista Zapata y los teatreros de cabrunas, Claudio Nazoa y demás compañía.