El 18 de febrero de 1983 es recordado por los venezolanos como una fecha luctuosa, el Viernes Negro, fecha en la cual para la mayoría de los venezolanos se evidencia una crisis, que en términos reales tenia sus antecedentes inmediatos en las deformaciones de la década de los 70, pero más aun en las propias deformaciones del modelo económico rentista, iniciado en la década de los años 20 y convalidado por las políticas de gobierno desde Juan Vicente Gómez, cuando la economía se hizo dependiente de la renta petrolera, manifiesto en el anclaje de nuestro signo monetario con respecto al dólar, que desde 1934 y durante tres décadas mantuvo una relación casi de paridad a la moneda norteamericana ( 3. 30 bolívares) para pasar en 1963 a 4.40, hasta que en la fecha indicada, de 1983, nuestra moneda comienza a sufrir devaluaciones continuas llegando a finales del gobierno de CAP a 100 bolívares por dólar, a 750 en el ultimo año de gestión de Caldera y de 2.150 en el actual gobierno de Chávez, producto del control d cambio. Sin pretensiones de tecnicismo económico, estas devaluaciones continuas en los últimos 25 años representan la caída de nuestra participación económica en el mercado mundial.
II.- Antecedentes: Una Economía Rentista. La inserción de Venezuela desde los años veinte en el mercado mundial, como surtidor de la materia prima más importante de las economías capitalistas en este último siglo (el petrolero), configuró en nuestro país un tipo de sociedad particular. Si bien Venezuela transcurre en el siglo XX por las mismas grandes etapas económicas por las que atravesó el resto de la América Latina: agotamiento del modelo agro exportador, su sustitución por el modelo de industrialización, así como la crisis de este ultimo hasta llegar a la implantación de medidas de ajustes y el intento desarrollar un modelo de economía de mercado, la magnitud de la renta petrolera produjo marcadas diferencias. En primer lugar, profundizó las desviaciones y errores del modelo de sustitución de importaciones como lo son: 1) La desvinculación entre los diversos sectores productivos, 2) parasitismo con respecto al Estado, 3) dependencia del capital foráneo,4) Carácter monopólico.
En la década de los setenta se dan las manifestaciones más evidentes de las deformaciones que ha nuestro país han producido la magnitud de los ingresos petroleros, así como de las diferencias que nos separan del resto de los países de América Latina. Mientras en los demás países se hace insostenible la crisis de agotamiento del modelo de sustitución de importaciones, periodo de decrecimiento y sucesivo estancamiento, en Venezuela se vivió por el contrario en medio del desenfreno que produce el alza en los precios del petróleo, que paradójicamente agudizan la crisis de los países vecinos. En 1974 los precios del barril pasan de 4 a 12 dólares y en 1979 llegan a 30 dólares promedio.
Resumiendo, diremos que en la década de los setenta se profundizan los males que ya acarreaba desde sus inicios el modelo rentista y se convierte en la principal fuente de las causas de la crisis generalizada que vivimos desde 1983. Así tenemos que los dos principales problemas de comienzos de los ochenta, como lo son la caída de los ingresos petroleros y el de la deuda externa, tienen sus orígenes en la década anterior. En cuanto al desenvolvimiento del PTB, mientras que en 1974 a 1976 creció en promedio de un 8 % anual, para 1980, a pesar del segundo boom petrolero, decae en un (-2%). Esta contradicción de altos ingresos petrolero con decrecimiento económico demuestra lo certero de los análisis de personalidades que como Maza Zavala hablaban de “crecimiento sin desarrollo” o el proceso del “antidesarrollo” estudiado por Malavé Mata, pero sin duda alguna quien más fuerte lo denunció fue Pérez Alfonso, quien desde 1971, antes del primer gran boom de los precios del petróleo, fue persistente en la necesidad de disminuir los ingresos petroleros para así evitar la “indigestión económica”, producto de las pocas posibilidades de ser absorbidos eficientemente por la economía. Años después seria más tajante en sus ataques a los proyectos expuestos en el V Plan de la Nación al que no dudo en llamar “Plan de Destrucción Nacional”, al endeudamiento externo, avizoró la fuga de capitales así como las densas manifestaciones de la crisis que se avecinaba, al final declararía su perdida de fe en la posibilidad de la “Siembra del Petróleo”. “El Festín Petrolero” no permitió oír ninguna de esas severas pero acertadas advertencias.
Así mismo podemos ver que entre 1973 a 1975, mientras las inversiones del estado aumentan en 63.2 % la inversión privada lo hizo solo en un dos por ciento y desde 1977 se produce en el país un proceso de desinversión por parte del capital privado que llega hasta nuestros días. La inflación que históricamente había tenido niveles parecidos a los países desarrollados, de apenas 3 % interanual entre 1957 y 1973, logra aumentar 55.4 % entre 1974 a 1978 y mas del 70 % de 1979 a 1983. Igualmente, la deuda externa que apenas era de 2000 millones de dólares en 1973 pasan a 14 mil millones dedolares en 1978 y a 29.000 millones en 1983. En general, en el periodo 1973 a 1983 mientras que el ingreso petrolero aumentó en 350 % los gastos lo hicieron en 540 % y la deuda externa creció en un 2000%. A esto debemos añadir la fuga de capitales, que se produce fundamentalmente en el gobierno de Luís Herrera Campins, que sobre pasó los 80 mil millones de dólares.
III.- 1983: Estalla la Crisis. Los altos precios a los que había llegado el petróleo produjeron políticas de sustitución y conservación en los consumidores, lo que produjo a partir de 1982 una caída en los niveles de exportación y en los precios. Junto a esta merma de los ingresos, fuga de capitales, caída general de nuestra economía y las presiones de la banca internacional que exigía el pago de los créditos cedidos en la década anterior, se produce un ambiente para inmediatos ajustes estructurales de la economía, que debían comenzar con la devaluación de la moneda y controlar la fuga de divisas. Sin embargo estas medidas por representar un costo político y social no se realizaron sino hasta febrero de 1983. A finales de 1982 se intento palear la situación revalorizando el oro que el Estado poseía en las arcas BCV y a través del control de las divisas petroleras por parte de esta institución, que hasta ese momento eran manejadas por PDVSA. Ante la precaria situación de 1983, al gobierno de LHC no le quedó otro remedio que tomar la decisión de establecer un régimen de cambio diferencial y de imposición de un control de cambios. El bolívar que durante veinte años había tenido una cotización de 4.30 por dólar es devaluado ese año a 7.50. En cualquier economía, la devaluación es un paso para contribuir a equilibrar la balanza de pagos e incentivar la producción interna con fines de exportación, sin embargo en nuestro país las medidas de devaluación desde 1983 hasta el presente ha sido una practica mas de carácter coyuntural con el propósito de producir mas bolívares por dólar y de esta manera enfrentar el déficit fiscal.
IV.-1984-1988: Lusinchi evade responsabilidades. En el periodo de gobierno de Jaime Lusinchi a pesar de la profunda caída de los precios del petróleo (que para 1985 se cotizaban a 15 dólares y la producción apenas fue de 1.5 millones de barriles diarios, la mitad de lo alcanzado tres años antes) no se tomaron medidas de carácter estructurales, por el contrario se hizo uso de la devaluación y de las reservas internacionales las cuales pasaron de 20 mil millones de dólares en 1983 a 6.5 mil millones de dólares en 1978. Sin embargo el dólar se mantuvo controlado a nivel de 14.50 bolívares. El rentismo y el populismo se resisten a morir.
V.- CAP: El Modelo Neoliberal. En 1989 llega al poder por segunda vez Carlos Andrés Pérez, quien violentamente de una experiencia y un discurso claramente populista intenta implementar desde los primeros días de su gobierno medidas estructurales para desarrollar en el país un modelo económico de mercado basado en los principios de la doctrina neoliberal. Las medidas económicas eran mas o menos las mismas que desde principios de la década de los ochenta se venían produciendo en México y en Chile y que a finales de la misma década se generalizarían por todo el subcontinente: privatización, reconversión industrial, disminución del gasto publico, eliminación de los aranceles de aduana, liberación de los precios, tasas de interés y de las regulaciones cambiarias, son algunas medidas para liberar la economía y hacerlas mas productivas. Lo cierto es que este modelo que después de seis décadas intentaba sustituir el modelo rentista no fue bien aceptado política y socialmente, cuyo rechazo se manifestó desde los movimientos sociales del 27 y 28 de febrero de 1989 (apenas a tres semanas de haber asumido el gobierno de CAP), en las rebeliones militares del 4F y el 27N de 1992 y en la definitiva salida de CAP de la presidencia el 20 de mayo de 1993. a pesar de la severa crisis política este gobierno celebro haber logrado crecimiento del PTB del 10 % entre 1991 y 1992, haber disminuido la inflación que llegó al 100% en 1989 a un 32.5 en 1992, sin embargo, el PTB cae en 1% en 1993 y la inversión de capital privado se disminuyó en 58 % en 1989y en 135 % en 1990. Pero quizás lo más importante de señalar en este periodo es que a pesar de las intenciones enmarcadas dentro del VIII Plan de la Nación de lograr el gran viraje y dejar de ser una economía rentista para convertirnos en una economía competitiva y productiva no tuvo resultados. El aparato económico privado no respondió a pesar de los estímulos, quedando la responsabilidad nuevamente en PDVSA y en el sector petrolero quienes asumieron desde entonces un plan de expansión y la política de apertura en esta área, que luego fue profundizada por el gobierno de Caldera. Así mismo los monopolios en vez de verse debilitados toman proporciones gigantescas y sobre todo los vinculantes al capital internacional, así mismo el sector financiero y especulativo se irían a convertir en el de mayor crecimiento en la economía nacional.
VI.- Caldera: Entre el Estatismo y el Liberalismo. En 1993 Caldera llega por segunda vez al poder aprovechando su posición con relación a la coyuntura del 4F de 1992 y a pesar de un discurso populista y de negarse en principio a continuar el modelo neoliberal iniciado por CAP, lo cierto es que la crisis económica, la terrible situación política y social luego de la salida de CAP y en el gobierno provisional de Ramón J Velásquez, al final se ve obligado aceptar los acuerdos con el FMI. En 1994, durante su primer año de gobierno, comienza con la crisis financiera más grande del país producto del crecimiento descontrolado en el gobierno anterior, lo que obligó a que el estado tuviera que asumir la responsabilidad con los ahorristas para lo cual destino casi el 60 % de las exportaciones petroleras de ese año. Caldera recibe el gobierno con una balanza comercial deficitaria en unos dos mil millones de dólares; las reservas internacionales en 12 mil millones de dólares; caída de la demanda interna en –6.6 %; disminución de la inversión publica en –7.4 %; caída de la demanda externa en 39.8 %; inflación del 46 %; un dólar a 100 bolívares, decrecimiento del PTB en –2.1 %; déficit fiscal del 7%, es decir una crisis generalizada, lo que llevo a ese gobierne a una fuerte política impositiva lo que condujo a que por primera vez después de 50 años los ingresos fiscales no petroleros fueran mayor que los provenientes de esta actividad. En 1994 se produce una devaluación y un control de cambio, cotizándose el dólar a 170 bolívares. A partir de 1996 con la Agenda Venezuela se da continuidad a la política económica neoliberal, el dólar llega a cotizarse en 1998 a 750 bolívares, la inflación supera la cifra record del 100 % y a pesar del crecimiento en las exportaciones petroleras en PTB cayo en –2 %. Pero quizás lo más criticable del gobierno de Caldera fue la profundización de la política de apertura petrolera que básicamente –a nuestro modo de ver-representa un retroceso a la época del predominios de los grandes trust petroleros sobre nuestra nación, encaminándose hacia la privatización de PDVSA y la disminución intencionada del papel protagónico de la OPEP como regulador del mercado petrolero mundial.
VII.- Chávez: Economía Social y Crisis. Chávez llega al poder con un marcado apoyo de la mayoría de los sectores en pobreza que habían sido marginados históricamente de los beneficios de la renta petrolera, de quienes nunca gozaron de la Gran Venezuela ni del “ta barato”, pero también logro aglutinar parte de la clase media que había perdido poder adquisitivo en los años 80 y de un sector de la burguesía nacional que solicitaba protección de la competencia desleal producida por el modelo neoliberal. Evidentemente el gobierno de Chávez ha estado marcadamente inclinado por las decisiones de orden político, aprovechando la alta popularidad y el descontento hacia el sistema político tradicional. El desarrollo de la micro empresa, la leyes habilitantes, fundamentalmente la Ley de Tierras, así como el desarrollo de instituciones como el Banco de la Mujer, el Banco de los Pobres, denotan una marcada intención, aunque con muchos desaciertos y graves problemas técnicos gerenciales a iniciar una economía social de carácter popular para enfrentar los tradicionales grupos monopólicos que han controlado la riqueza del país. Sin embargo, a pesar de haber logrado un relativo control del proceso inflacionario, de las reservas internacionales y del papel protagónico de la OPEP a nivel internacional, y de esta forma garantizar una estabilidad en el precio del petróleo (que a finales del gobierno de Caldera había caído a niveles de 10 a 12 dólares) debe señalarse que la inversión privada interna y externa se han visto profundamente disminuidas. Aunque es necesario tomar en cuenta en esta crisis la manifiesta posición política en contra del gobierno por parte del empresariado. Así como se reconoce que el crecimiento de los agregados macroeconómicos en el segundo gobierno de CAP se vio perjudicados por los intentos de golpe de 1992 no es menos cierto que la postura política del empresariado venezolano ha incidido en la crisis generada a partir del año 2002. Sin embargo después de 9 años de gobierno debemos preguntarnos: ¿Cuáles son las transformaciones radicales que en el ámbito económico se han producido?, ¿Por que a pesar de un discurso y posición política que reivindica la soberanía, el nacionalismo, el antiimperialismo, seguimos dependiendo del comercio con los grandes centros hegemónicos?, ¿Por qué a pesar de la novedosa Ley de Tierras y de tanto dinero inyectado a la pequeña industria, el incentivo a las cooperativas, seguimos dependiendo casi absolutamente de las importaciones, nuestro aparato industrial no crece, la soberanía alimentaría no pasa del discurso?.
VIII.- Más allá de la Crisis Económica: El Renacer Político y Cultural del Venezolano. En muchas oportunidades hemos señalado que a pesar de la terrible situación que cíclicamente se ha venido produciendo en Venezuela durante los últimos 25 años y a pesar de la imposibilidad del surgimiento de una economía no dependiente de la renta petrolera, sin embargo; son notorios los avances que desde el punto de vista político y cultural hemos logrado. El venezolano de hoy, a pesar de su mayor empobrecimiento, no es ni remotamente parecido al de hace 25 años atrás. Esa sociedad pasiva, adormecida por la renta petrolera, consumista, controlada políticamente comenzó a despertar precisamente como producto de la crisis s. No es casual que los primeros movimientos exigiendo las reforma del estado, la descentralización, la participación, las elecciones de gobernadores y alcaldes se dan en pleno auge de la crisis y precisamente por la resistencia a los cambios de los tradicionales poderes económicos y políticos se genera un desbordamiento social a partir del sacudón de 1989,de los intentos de golpe de 1992, de las turbulencias sociales después de la salida de CAP en 1993, de una población que puso su confianza en Caldera, que fue traicionada, que nuevamente la delego en manos de Chávez en 1998 y para algunos fue nuevamente traicionada así como para otros continua la esperanza de cambios. Las nuevas organizaciones sociales y políticas de una sociedad cansada del predominio del bipartidismo adeco-copeyano durante 40 años son demostración del cambio. Así mismo a pesar de la politización, la conciencia de clase asumida por la sociedad venezolana, lo que para muchos ha llevado a una polarización peligrosa de la sociedad, sin embargo aun se mantiene un grado de tolerancia y civismo que nos ha impedido entrar a la terrible situación de una guerra civil. Soy de los que creo que aun falta mucho para constituir una verdadera sociedad civil en Venezuela, para lo cual hace falta que la mayoría de la población históricamente marginada, tenga acceso no solo a los medios económicos sino a los educativos y culturales que le permitan convertirse en ciudadanos, sin embargo soy optimista al pensar que se logre o no este propósito con el actual gobierno, los venezolanos se resistirán a caer nuevamente en las manos de quienes tienen la responsabilidad de las crisis de las ultimas décadas y que a diario cínicamente se nos presentan como los salvadores de la patria.
(prodriguezrojas@hotmail.com)
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