La pelea es peleando

Round por round, inning por inning, tiempo por tiempo, este combate con la historia parece no tener fin.

El país vive permanentemente haciendo pulso, interna y externamente. Y es que esta nueva "ideología" del antichavismo causa furores y enervamientos de tal naturaleza, que los frentes de batalla se abren a cada rato y crecen espontáneamente, como la mala hierba. Todo porque la propuesta de cambio venezolana es mestiza y sus giros tienden a mirar hacia abajo en lugar de hacia arriba.

Eso es todo. El antichavismo, aquí y en todas partes, es odio racial y lucha de clases pura y simple.

Lo triste es que en esa rabia masiva incurren también muchos de aquellos que deberían sentirse objeto de los cambios que se proponen. Ellos son víctimas de sus propios complejos y sujetos fáciles de la alienación mediática, porque los carcome el afán de ser "mejores", lo cual lamentablemente pareciera traducirse en ser blanco y rico. El antichavismo está revestido de un enorme desprecio por el color de la piel, por el tamaño de la boca, por el lenguaje llano y directo, despojado de fórmulas bonitas para decir las cosas. Es el rechazo al pueblo ordinario y vulgar en el poder.

La histórica victoria que obtuvo Pdvsa esta semana contra la más grande trasnacional petrolera del mundo, lejos de provocarle al antichavismo el respiro de una causa ganada limpiamente por el país frente a un contendiente monumental, produjo un no disimulado atragantamiento y la renovada esperanza de que ahora las cosas no nos vayan tan bien en el arbitraje que se dirimirá en suelo gringo.

Lo mismo que con la liberación de los rehenes colombianos en poder de las Farc, así como con los incuestionables triunfos de las tesis que defienden la soberanía de los pueblos en las reuniones de la OEA, el hecho noticioso pasa siempre por el filtro de la duda, del cuestionamiento y hasta de la negación de los méritos nacionales en todos esos procesos.

El tan mentado Concierto por la Paz ha llevado al antichavismo a proponer que a Juanes se le otorgue el Nobel de la Paz, sin considerar que al evento fueron convocados sólo los artistas que se han anotado públicamente en la causa contra Chávez. La ridícula neutralidad de que se quiso revestir al acto, no toma en cuenta siquiera el hecho de que ningún artista simpatizante de la causa chavista fue invitado. Neutral hubiese sido si Silvio Rodríguez y Pablo Milanés, por citar sólo dos ejemplos, hubiesen estado presentes en el concierto. Pero claro, no me imagino a Pablo o a Silvio en semejante compañía.

El que pareciera ahora haber tomado como propias las banderas del antichavismo, Bush, se quedó solo en la OEA, esperando una decisión que condenara a las Farc en lugar de a Colombia. La Rice llegó al colmo de su frenesí votando por Colombia en una posición que ni siquiera el propio beneficiado apoyó. Su extremismo la condenó al ostracismo mientras Latinoamérica le dio la espalda.

Van a seguir viniendo con todo y por todos lados. Esta batalla por cambiar la historia continuará sumando "estrellas" salidas de quién sabe dónde. No nos olvidemos de que lo que está en juego vale oro; un negro oro puro.

mlinar2004@yahoo.es


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Mariadela Linares


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