Hace seis años, entre lágrimas y rabia El Pueblo le devolvió el alma a La Patria. Nos salvamos por un pelito de que la marabunta fascista arrasara con cualquier vestigio de revolución, tal como demostraron en el breve lapso en que invadieron el estado.
La podredumbre moral que los opositores llevan encima como sarna, fue multiplicada a través de los medios. Con insólito desparpajo acudieron a la cita en Miraflores para participar del festín de cargos y rubricar el libro de infames que ahora y siempre los acusará en los anales de nuestra historia. Las felicitaciones y los abrazotes entre guiñoles y espantapájaros, gorilas y heresiarcas, rábulas y chulos, palangristas y apóstatas, resultaban empalagosos y grotescos. Con cada “considerando” del patiquín aspirante a Fiscal, se exacerbaba la jauría golpista aullando y ladrando.
Afuera, los plomazos mordían la carne revolucionaria, pueblo alzado cuya esperanza había sido secuestrada, encarnada en un hombre que también es pueblo alzado. Varios millones de corazones comenzaron a latir al mismo ritmo, con la misma cadencia. Al poco rato fueron un solo corazón impetuoso y sus latidos asustaron a la jauría. Si la incertidumbre producida por los vende patria cundió por los cuatro costados del territorio nacional, la alegría de ver al Comandante surgir incólume de las garras de la muerte fue única.
Las cucarachas y ratas oligarcas apenas comenzaban a caer con fruición sobre lo que consideraban su botín, La República, cuando recibieron de lleno la luz de la furia popular. Sorprendidos en su rebatiña, solo atinaron a huir hacia sus albañales balbuceando incoherencias, casualidades y coincidencias. Reptaron azarosos hacia el primer hueco, aterrados por la revuelta. Los que no pudieron salir en desbandada, casi no podían contener los esfínteres presintiendo que su pellejo valdría muy poco en cuanto les alcanzase la bravía muchedumbre.
Pero una vez en resguardo, una vez en sus cuevas, comenzaron de nuevo con las intrigas, los planes golpistas. La simbiosis quinta columnista se producía casi sin pudor, alentada por las parcas mediáticas. Incontinentes salta talanqueras mostraban su vacuidad revolucionaria ante las cámaras con un dejo de rubia descocada (cliché pitiyanqui) cuyo rol protagónico había sido obtenido mediante la prostitución de la conciencia.
Hace seis años el perdón de sus pecados solo dio pie a otros mayores, las mesas de diálogo fueron volteadas. La frustración de no haber podido morder y hartarse a gusto se tornó en soberbia y socarronería en los abrevaderos de la impunidad. Los hizo audaces, retadores e incluso liberó a los hasta ese momento entaparados neo adecos, híbridos mentales que hacen de funámbulos en un “trapecio ideológico” que va del capitalismo al socialismo y viceversa con pasmosa agilidad. Así se regeneraron los hilos de la maraña mediática que devino de uno u otro modo en el 2D del 2.007.
Fue hace seis años, aunque parezca que fue ayer. Hoy estamos celebrando que el Bravo Pueblo salvó La Patria, La Revolución y a nuestro Líder de las fauces imperiales. Todos estos días he estado reflexionando sobre eso y en lo que hoy estamos conformando: El PSUV. Una nueva cara del poliedro contrarrevolucionario se presenta ante nosotros en malva suave, el chavismo light o sin el Comandante. Los funámbulos se sienten fuertes, relevantes, asegurando “pole position” en la carrera por los campeonatos de este año. Además, duele ver como todavía hay quienes son capaces de vender por unos metros de manguera o unos sacos de cemento una postulación. Quien traficó con postulaciones será capaz de vender la revolución; a su pesar avanzamos. Cuando crean que puedan salir a flote, cuando piensen que sus elaborados planes se harán realidad, le demostraremos de nuevo que no volverán jamás.
¿Quo vadis Revolución? Por los caminos del Poder Popular, con el Líder. Hace seis años nadie salvo El Pueblo, supo a donde ir. Porque solo El Pueblo salva al Pueblo, solo El Pueblo salva a Chávez.
pladel@cantv.net