Es muy probable que en el contexto de la Independencia, fondeada por un exceso de cristianismo con el enemigo, las dos primeras repúblicas se perdieran, por falta de pueblo, de unidad y de alma nacional. Luego fue visible que, mientras Bolívar moría pobre, los mantuanos se enriquecían cada vez más, y la población excluida seguía mirando los toros desde la barrera.
En la guerra de independencia, no se puede hablar de traiciones, sino de cobro espiritual y de poder, dado que no se contrario la visión de causa que interpretaba cada quien. Los grandes conductores de las batallas, tomaron lo que les pertenecía y se habían ganado en el campo de las lanzas, y que era parte de lo que se había pregonado como botín material o espiritual.
Boves, fue un solitario, una isla en medio de los ejércitos, que se fajó en nombre de sus descamisados. Cuentan que el Rey de España, le envió una carta a Boves, donde le nombraba “Coronel de los Ejércitos Realistas”. Boves le respondió “coroneles hago yo, y el único rey que reconozco son esos pata en el suelo que andan conmigo” Bolívar luego, lo reinvindicaría como un gran guerrero. Pudiéramos más bien, entresacar a Páez, que terminó tocando piano para la burguesía en Nueva York. Quien creó leyes dominantes para hacer de los esclavos una compra-venta, un negocio capitalista. En su testamento, elaborado en Nueva York, hacía énfasis, en que el ejecutivo nacional tenía que pagarle “…el valor de los esclavos que me pertenecían y existían en la hacienda de la Trinidad y en el hato de San Pablo, antes de mi pertenencia…”
Se luchaba por una victoria que también repartiría sus prebendas, se peleaba en base a un ejército de individualidades, reclutado y juntado, gracias a muchas arengas y promesas.
Es más, quizás ni siquiera fue una guerra nuestra, sino de Europa, a lo mejor no fue nuestra historia sino la de España, incluso llevaba sus postulados; igual la primera Constitución como país mina, que llevaba retazos de la Constitución norteamericana y de la revolución francesa. Porque nunca se nos identificó como pueblo sino como cacao, café y plátano. Nunca se nos podía identificar como pueblo, porque tampoco habíamos vivido como pueblo solidario, con modo de producción colectivo sino como individualistas y excluidos. Se luchó por una patria conceptual, que no tenía arraigo en cuerpo y alma, puesto que nunca se había tenido patria y que aun hoy día todavía andamos en la posibilidad de su sentimiento. Por ello sabemos, que juntos podemos ser el socialismo del siglo XXI, pero solos no somos más que capitalistas. En tanto que al capitalismo globalizado no se le puede buscar en un lugar en específico sino en la actitud cotidiana de cada quien. El que lo encuentre debe ser capaz de ponerlo en el patíbulo, sólo así se parte hacia lo colectivo, hacia la materialización del país urgente.
El decreto de guerra a muerte, posiblemente también buscaba como objetivo, el equilibrio del caos de la propiedad privada, retomar los bienes y los cargos gubernamentales para los patriotas. Al final, siempre volvían a caer en las manos de la burguesía criolla. De hecho, después de la expulsión de los españoles, la república no alargó la mano, para sumar al pueblo en la construcción del sueño de país. Y ya venía en camino la triste frase celebre de aquel presidente norteamericano, que veía la Independencia de Venezuela como guerra entre bandoleros. Su nombre James Monroe: “América para los americanos (1823)” Y fue profeta en su tierra y en la nuestra. Siete años antes, de que Bolívar, partiera solitario y gris hacia Santa Marta desfallecido e impávido de tanto ver la miseria humana y las intrusas ambiciones personales. El Gran hombre de la historia, que se sentó en una piedra de hielo a escribirle un poema inmortal, a los 6272 metros cuadrados del Chimborazo, mirando el desierto y algo más, que lo separaba momentáneamente de Rio Bamba, Ecuador y de la abyecta historia, descendió, con camisa prestada, a la región no liberada del Averno de la angustia. A quien cantamos hoy, el verso de la unidad, por la cual bajó preocupadamente tranquilo a la paz de los sepulcros; hasta volver a multiplicarse después de siglo y tanto, en los eternos postergados, en los nuevos y revividos descamisados de la tierra venezolana, hasta transformar la angustia en revolución. Excluidos, sujetos históricos, que en 1989 con el caracazo, pasando por el 4 de febrero de 1992, para desembocar en el proceso revolucionario venezolano (1999), le dijeron al mundo invasor y antipaís: no volverán a pasar. Desde entonces, la Segunda Campaña Admirable, está en marcha. La Revolución Bolivariana, va en camino de la Patria.
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