Querida Madre Candelaria

Cuánto me alegro, hermanita (perdóname si prefiero llamarte así, en vez de "madre"), cuánto me alegro de tu alegría de beata. A decir verdad, tampoco me gusta mucho ese nombre que te dieron, pues hay muchas beatas en la Tierra que no tienen pizca de santas. Pero tú, estimada Princesa de Dios, ya que estás tan bien posicionada en el entorno divino, te quisiera hacer dos o tres súplicas (no más por ahora, porque no me dejan mucho chance) para que hagas el favor de presentarlas al Todopoderoso.

Mi primera súplica, santa mujer. Por favor, por favorcito: ¡cuida mucho a tus hermanitas de congregación! No vaya a ser que, con el paso del tiempo, le tomen gusto a la parafernalia eclesiástica y demás cosas fútiles de nuestra tierra, en vez de servir a nuestros hermanos pobres. Mira cómo otros compinches tuyos en el Cielo se están haciendo los paisas, en vez de sacudir a sus seguidores, curas y monjas, aquí en la Tierra. Tú, ¡no te duermas mucho en las nubes! La segunda cosa es la más urgente, Mujer del Cielo. Dicen que tus Hermanas Carmelitas están presentes hasta en Bolivia. ¡Enhorabuena! Hay tanta gente necesitada en ese país hermano. Por eso, te pido, por favor: pídele a Tata Dios que tenga misericordia de los ricos egoístas como de los indios y cholos de la altiplanicie. ¡Que no se divida mañana la infeliz nación! ¡Que no prevalezca, una vez más, el egoísmo de los dominantes de nuestro Sur, azuzados por los ricos del Norte!... Pregúntale a otra mujer campesina que está allá contigo, la Mamá de Jesús: ella anunció en el Evangelio de su hijo que Diosito "arruinó a los soberbios, sacó a los poderosos de sus tronos y puso en su lugar a los humildes". Ella lo vio como un hecho, pero a veces pienso que a nosotros se nos hace larga la espera...

Y rápido, rapidito, mi último voto, feliz beata. Pídele al Patrón Celestial que favorezca también la entrada en el círculo privilegiado de unos cuantos santos y santas que tuvieron, más que tú –pero no te pongas brava– la conciencia de la "dimensión política de la fe". ¿No ves, por ejemplo, cómo el bueno de Oscar Arnulfo Romero, santo mártir y arzobispo, canonizado por millones de Latinoamericanos, sigue esperando el visto bueno de Roma? Sacerdote de Petare


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Bruno Renaud


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