El mismo día que lanzaba unos misiles con precisión de relojero en el Caribe nuestro, Venezuela cometía el gravísimo error de ganarle a Brasil en fútbol, con el agravante de haber mediado antes una amenaza directa y televisada en tal sentido de Chávez hacia Lula, y de haber ocurrido en Estados Unidos, que alcanzaría sacarle, como es su hábito, punta política al asunto al intrigar hasta más no poder (o hasta donde más pudo) para dividir Suramérica. Por tanto, Venezuela, no debió ganar ese fatídico partido pensando en la unión suramericana.
Pues sí, y para colmo, Venezuela logra imponerse con claridad bolivariana, con un primer tiempo brillante, al coronar un gol inicial de Giancarlo (no de Martino, que también meterá el suyo pronto) sino Maldonado a escasos cinco minutos de iniciarse el partido, en una contra que alcanzó romper el fuera de juego de la defensa canarinha. Pero, no estaba el descanso a más de un minuto, cuando Ronald (no Blanco La Cruz, que también es gran contraatacante por cierto) sino Vargas, abulta el marcador controlando con maestría chavista un pase largo donde, trapicheando a Luisao, pone en evidencia las transitorias carencias del gran equipo suramericano, metiéndole otro gol… y por el mero buche, como quien dice. Es de resaltar, que los cariocas venían de derrotar a un disminuido Canadá 3 x 2, pero viéndose rota por el triunfo imprudente de la Vinotinto, la cadena de quince consecutivos que habían venido tejiendo desde una ante México en la última Copa América hace justo un año. Ahora, hay que admitir que el partido fue pesadilloso para nuestros hermanos brasileños, dado que la urdimbre del esquema defensivo de los patriotas, enredó a un Pato, a un Adriano y a un Robinho, que fueron víctimas evidentes de unos centellantes contraataques que produjeron mucha zozobra en su portería. Y, no sé si eso mismo, fue lo que pretendió hacerse con el lanzamiento de los misiles.
Pero no había terminado el encuentro, cuando Lula recibe una llamada de alguien que le habla en portinglish: “Hi, Loula, how vais you. George W. fala. Look, mío caro, Mr. Chávez jodió you. Mi creyó Brasil was mais youdido; but, queu va, Mr. Chávez eus an veryugo and ouna threat pau world. ¡Lau pingha, Loula! ¡We have to parar him! I`ll llamar you again soon.
Al día siguiente, Lula daría una rueda de prensa desde el palacio de Planalto con mirada rencorosa y mesándose la chiva; y, las siguientes serían sus palabras roncas al mundo, en perfecto portuñol:
“Meus queriduss telvidentess: eu vengu da anunciá e tremendu fraudi diportivu internacionale.
Meu queridu Shave -¡nú, que meu queridu Shave el coño, Shave a seca!- fasendo ve qui staba lanzandu nos poderosos mizziles, lo que staba fazendo era diriyendo el partidu vía satelital. ¡Qué Farías del caraju! Eu descubro sta patraña eu caigo en cuenta que la strategia de la Vinotintu era soo eu contrataqui.
¡Meren, Shave es tan maestro en sto del contrataqui, que éle no ataca mulliers, éle contrataqui mulliers! ¡Soo un maestro del contrataqui podu facé ganarle o Brazil! Entoncis, eu creo que a Shave va a vé que pararle porqui se quieri apoderar dol mondu. ¡Shave a mandau a lavase ese cul a todu mondu! ¡Boula! ¡Quéu viva Joan Manuel Santus! ¡Quéu viva Negropontchi! ¡Quéu viva el Matacurita!
Moitas gracias”.
Se para Lula muy serio de la mesa, y dispónese a irse, cuando en esto se voltea, se inclina hacia el micrófono, y con sonrisa de dicha, espeta:
¡Eipa, Bushh, payudo, vocé cashó po inoceunte! ¡Qué viva mío carísimo técnico Shave, no jouda!
Y yo respiré. Pero hay que tener cuidado con el próximo encuentro. Hay que perderlo a como dé lugar… ¡Por si acaso!
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