La oposición de hoy es pura bulla, o parafraseando a Shakespeare, mucho medio y pocas firmas. Su actual apoderado, Enrique Mendoza, le extendió una invitación a los poderes públicos, Disip, Dim, Asamblea Nacional, medios e iglesia para que visitaran su centro de a-copio y constataran la existencia de 3.6 millones de firmas que dice haber recolectado; y junto a la partida completa de los 5-G, se reunió con los embajadores acreditados en Venezuela para ofrecerle su propia auditoria de las firmas recolectadas y "analizar las actividades que la oposición está gestando camino al referendo revocatorio con el objetivo de buscar un acuerdo de gobernabilidad..." (El Nacional, 4 de Diciembre de 2003)
Igualmente, el neofascista Julio Borges insistió en "adelantar el referéndum revocatorio" dando como un hecho que el Poder electoral convalidará el cuestionado proceso de recolección de firmas de la oposición; mientras que Felipe Mujica le hacia un llamado al presidente Chávez para que contribuyera "a que transcurra con paz y normalidad el período de transición..." (El Mundo, 4 de Diciembre de 2003)
Pero la oposición no ha dado una palabra de reconocimiento para el CNE, y mucho menos ha manifestado su voluntad de acatar pacíficamente las decisiones del Poder Electoral como corresponde dentro del orden institucional. Por el contrario, Mendoza le advirtió a los rectores del CNE que se mantengan "a la altura ciudadana [y] respetuosos de la voluntad mayoritaria", "que tomen sus decisiones con conciencia del destino histórico de sus actuaciones", y que "que no confunda paciencia con debilidad, el respeto con la sumisión, ni la nobleza con la cobardía", porque la oposición no aceptará "trucos ni maniobras… para evitar la convocatoria del proceso que anhelan los venezolanos." (El Universal, 3 de Diciembre de 2003) De esta manera, la oposición deja claro que cualquier otra decisión que tome el Poder Electoral (3 a 2) distinta a la convocatoria de un referéndum revocatorio presidencial, será rechazada de plano para asumir la "desobediencia civil" que actualmente defiende la oposición golpista.
Por su parte, tanto el vicepresidente José Vicente Rangel como Diosdado Cabello, e incluso el propio presidente Chávez, han reiterado que la decisión del CNE será "santa palabra." Así también lo dejó claro el secretario adjunto para Asuntos del Hemisferio Occidental, Peter DeShazo, al manifestar su confianza en que "los venezolanos respetarán el dictamen que tomen las autoridades electorales sobre un referendo revocatorio del mandato del presidente Hugo Chávez" (Unión Radio, 4 de Diciembre de 2003), marcando distancia con la dirigencia opositora, al menos dentro de las formalidades diplomáticas pero con la fracasada experiencia del 11 de abril a cuestas.
El próximo paso de la oposición será utilizar su maquinaria mediática dentro y fuera de Venezuela para tratar de legitimar el fraude y chantajear a los rectores del CNE a fin de obligarlos a asumir "la voluntad" del firmante por sobre las "razones técnicas" que invalidarían mas de un millón de firmas fraudulentas.
Aunado al terrorismo psicológico de "calentar las calles" - que a falta de marchas y bailoterapias buenas son las arremetidas violentas de la PM - la oposición espera despertar en su audiencia la misma euforia reaccionaria que les permitió acabar con las fiestas dicembrinas del año pasado mientras sus brigadas fascistas y oligarquía petrolera colocaban al país al borde de la quiebra económica e institucional.
Pero la oposición de hoy es pura bulla: mucho medio y pocas firmas.
(*)Internacionalista