Ante todo, salvando las distancias, no pretendo utilizar este espacio para descalificarlo en lo personal ni en su trayectoria profesional. Solo responder, de acuerdo a mi interpretación, sobre su artículo http://www.aporrea.org/actualidad/a61044.html “¿y si los habilitan?”
¿Y si usted quiso decir algo que no logró unir eficientemente con aparentes analogías? Esa distancia la puso usted en su escrito, no yo.
Tal vez tenga usted razón cuando observa que Leopoldo López y Enrique Mendoza andan desafiantes (socarrones diría yo) por allí, pero inferir a partir de ese comportamiento consuetudinario, no solo de estos ejemplares sino de casi la totalidad de “los líderes opositores”, que hay temor de medirse con ellos y que eventualmente un fallo a su favor por parte de TSJ traería como consecuencia algo parecido – creo esa la sustancia de su escrito- a lo sucedido con la propuesta de Reforma Constitucional, vaya que necesita imaginación. No está mal que la tenga, pero ¿acaso usted sabe algo que nosotros no sabemos y nos lo quiere decir en estas forzadas analogías? ¿Conoce de algo que traman los socarrones?
Mire, yo no puedo apartar las consideraciones éticas y jurídicas que contiene el proceso de inhabilitaciones, pues sin ellas no tienen razón de ser y se parecerían mucho a las acostumbradas retaliaciones políticas de la cuarta república. Me va a disculpar la falta de ignorancia, pero creo que ese no es el caso.
Por otro lado ¿plantea usted de alguna manera que respetar la ley significa que nos estamos volviendo conservadores? ¿Con qué se come eso? Tal vez, como dije al principio, usted es muy imaginativo y yo demasiado taxativo. Lo digo porque usted dice que “los conservadores plantean que decida el pueblo y los revolucionarios refugiándose en un discurso conservador: Hay que respetar la ley”. Interesante utilización de verbos en una frase cuyos sujetos son antagonistas en esta lucha de clases. Parafraseando al Líder Comandante le digo: en nuestro espíritu no hay ni una pizca de miedo.
Salir a la calle a hablar sobre algo que no ha sucedido, pronunciarse sobre un fallo o recomendar lleno de buenas intenciones que debe imitarse a José Vicente, eso sí propiciaría un show mediático que los revolucionarios no le vamos a ofrecer en bandeja de plata a la socarrona oposición.
Y en cuanto aquello de “si yo fuera Aristóbulo…”, bueno, yo no puedo ni debo hablar en su nombre. Pero si le digo: ¡Gracias a Dios que él es él. Respetando la ley, no más allá de ella, hemos sabido propinarle históricas derrotas al enemigo. Y ahora es cuando, mi estimado.
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