Diez mil atletas salieron de Beijing sin haber logrado una presea. Se sabe que lo que importa es competir. Y llegar hasta allí no es un regalo, no es una gracia que se les pueda conceder a los países. El día de la inauguración la fotografía del único mandatario que publicó “El Nacional” fue la de Bush, batiendo su banderita.

En todos los días de la semana pasada, el verdadero candidato de la oposición para Bobolongo fue Michael Phelps. Le dieron unas seis páginas completas de su diario a full color, y en todas ellas nos metía de manera brutal la imperial bandera de las barras y las estrellas.

El miércoles 13 con gran alborozo, a full color y página completa publicó: “CRIOLLAS VAPULEADAS” La selección nacional de softbol fue superada por China 7-1 y quedó al borde de la eliminación, y casi inmediatamente colocó: Esta jornada será recordada por las 2 nuevas medallas de oro que logró el estadounidense Michael Phleps en los 200 mariposa y en relevo 4x200 libre, para llegar a 5 en Pekín y convertirse en el atleta con más preseas doradas en la historia de las olimpiadas”

A todo full color en grandes titulares, el jueves 14, otra vez: “Records sin Phelps”¡Viva el plusmarquista Michael Phelps!

El pitiyanqui Aloys Marín, para portarse bien con Bobolongo, comenzó a enviar dosis venenosas sobre nuestra delegación: “Mal ambiente. Preocupa entre los atletas, delegados y federativos, el poco entendimiento entre el Comité Olímpico Venezolano y el Ministerio del Poder Popular para el Deporte. Se sienten en el medio de una disputa. No hay el equivalente a la tregua olímpica entre ambas instancias. Venezuela sin uniformidad.  La dotación criolla sigue dando problemas. No hay uniformidad en la delegación. El problema se presenta con uniformes que no están acordes con las tallas de los diferentes atletas. Estos prefieren usar dotaciones de competencias anteriores o uniformes específicos de cada deporte. Los nacionales en su mayoría advierten que la vestimenta es atractiva, pero no se ajusta a sus tallas. Los accesorios mostrados en el desfile de presentación, no llegaron a todos.”

El Viernes, 15 de agosto, con foto a full color de Michael Phelps, se estremece el diario: “El tritón tiene 6 preseas doradas, todas con registros mundiales, y está a una de igualar la hazaña de su compatriota Mark Spitz en los Juegos Olímpicos de Munich en 1972”. Un poco más abajo: “Albert Subirats se quedó con el sueño de pasar a la final”. Más alegría le producía nuestra derrota en sotfbol: “Las integrantes del equipo manifiestan su frustración”. Para no quedarse atrás en la campaña gringa contra las olimpiadas, titularon: “Los comunicadores molestos por limitaciones a su trabajo”

El 16 de agosto: página completa a todo color: Centésima histórica: “Michael Phelps se impone en los 100. La presea igualó a Phelps con el legendario Mark Spitz como los mayores ganadores de oro en una cita olímpica. Esta noche, el nadador de 23 años de edad buscará la gloria absoluta cuando participe en la prueba de 4x100 combinado. Dos records mundiales se impusieron en las finales de anoche (200 metros espalda, Kirsty Coventry, y 800 libre, Rebecca Adlington); mientras que César Cielo dio a Brasil su primera medalla dorada de la natación al imponerse en los 50 metros libre. La venezolana Arlene Semeco terminó penúltima en su serie y no pudo acceder a la final de los 50 metros libres. Y un poco más abajo, la siguiente nota: “Habla el entrenador Luis Moreno: "Tenemos que asesorarnos todos, desde el Presidente para abajo"

Cándido Pérez estaba más eufórico todavía: “Cuando un atleta va a participar en los Juegos Olímpicos tiene una motivación fundamental para hacerlo: ganar una medalla. Álvarez, presidente del COV, asegura que no se pueda hablar de fracaso. El dirigente pronosticó antes de partir a los Juegos Olímpicos de Pekín que la delegación traería cinco medallas

Para remendar un poco el capote, se metieron en la casa de Dalia Contreras, y narraron: "Todos nos acercamos al teléfono y le cantamos el feliz cumpleaños. De verdad fue algo muy bonito". Qué hipócritas. Qué cínicos. Qué farsantes.