La última cena...sin comer cuentos

Sentado en el balcón de mi relax respiraba el aire tuyero cuando el alba apenas iluminaba la mañana, en el contraste del verdor y la construcción desplegada de proyectos habitacionales privados que veía, resaltaba una inmensa cola de personas dispuesta a comprar comida en Mercal para rendir los “cesta tickets” del presupuesto familiar. Luego de tanto glutomato monosódico, embutido, enlatado y carbohidratos en el resuelve de la comida diaria, una manzanilla era requerida por mi cuerpo para hacerme compañía junto a la prensa dominical.

Muchos veces veo sofismas socialistas que se valen de falsos razonamientos y justificaciones para emular el capitalismo y la “alta sociedad nocturna” que derrocha en un mundo lleno de hambre y miseria. No entiendo la falta de creatividad y “mojón mental” fluyendo en los cerebros revolucionarios, pienso que por esto se coló el “gazapo” de inversión por invención en el artículo sobre propiedad intelectual de la carta magna o estaba fríamente calculado por un comensal retórico revolucionario del “Mall Sambil y el Recreo”.

Leer en prensa que se hizo una cena de Bsf. 2.000 por persona en el “Hotel Alba Caracas” y recabar con ello fondos para el Psuv, me hizo recordar el costo una cena familiar navideña de año nuevo con champagne desde el Hotel Humboldt con vista a Caracas organizada por Min-Turismo. Me pregunto: ¿Acaso son malucas las ferias populares de comida?...¿No es mas fácil recabar fondos adquiriendo productos de nuestros consejos comunales y de la creatividad popular culinaria?...¿o es que existe la sospecha de que el pueblo solo cocina con productos Mercal?. Quizá soy radical o me ahogo en un vaso de agua, pero pienso que hay muchas maneras creativas de buscar recursos sin tener que batirlo en la cara de un pueblo hambriento...

De la última cena cristiana surgió el mayor traidor de la historia y cuando al pueblo le dan a comer cuentos chinos la acidez rebota en rabia y se expresa de muchas formas sin “comer cuentos”. En el fondo no critico los deseos y gustos de las personas de la nueva “élite” socialista, pero no podemos exigir a los revolucionarios que cambien el hábito y estilo de comer cuando abarrotan las calles del hambre con los llamados “asquerositos y pepitos” y menos cuando van con sus chamos a Mc Donald’s pagando con cesta tickets que sobraron gracias a Mercal.

Con toda razón Luis el carpintero; el de mi barrio, dice que es socialista y que le encanta ¡una buena punta trasera, unos calamares rebozados y unas brochetas de camarones!... mientras yo pienso en mis adentros; ¡que ni el sol es queso, ni la luna arepa!...La mantequilla que hay con la tranquilidad del pueblo la han tomado de sopita, como tantos venezolanos que aún podemos comer pongo el estómago a todo lo que salga pero, no podemos llenar la empanada con carne molida piche, ni dejar que se nos “esmeche” la carne para reaccionar. ¡Tantos granos dan colitis y producen pedos!.

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Larry Márquez Peralta


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