Agotado el discurso antichavista, descartadas las premoniciones apocalípticas de la economía y tras el inminente dictamen del CNE anunciando el gran fracaso de la oposición en su intento por solicitar un referéndum revocatorio presidencial, al puntofijismo rancio solo le queda apelar a la oligarquía eclesiástica nacional y a la autocrática administración Bush para que encabecen una campaña de hostigamiento e intimidación contra el gobierno del presidente Chávez.
Ignorando el desprecio y la lujuria de la dirigencia opositora hacia los símbolos religiosos durante sus marchas, cacerolazos, paros y sabotajes profanos contra el pueblo venezolano, la cúpula eclesiástica arremetió contra el presidente Chávez y amenazó al CNE con el Armagedón si llegase a invalidar las firmas que recogió la oposición de manera fraudulenta para solicitar el referéndum revocatorio, porque como ésta es la única vía para solucionar la "crisis" venezolana, "cualquier intento de bloquearlo abre las puertas al autoritarismo." (El Nacional, 9 de Enero de 2003)
A esta idiota campaña se le ha sumado también la administración Bush por medio del Secretario de Estado, Colin Powell y su Asesora Nacional de Seguridad, Condoleezza Rice, quien le advirtió al presidente Chávez que debía "demostrar su disposición a seguir los lineamientos democráticos al permitir la realización del referendo revocatorio." (El Universal, 9 de Enero de 2003)
Y es que a los halcones ultra-reaccionarios que dirigen la política exterior del incompetente Bush en su cruzada hegemónica mundial contra la paz, les ha dado por reclamar "democracia" en los países de América Latina que se oponen al imperialismo norteamericano y tolerar la "dictadura" de sus países súbditos en el Medio Oriente, al tiempo que se escandalizan porque Venezuela y Argentina "querrían tener algo que ver con Fidel Castro" (La Jornada, 10 de Enero de 2004), aunque le parezca ejemplar los lazos de fraternidad que unen a la familia Bush con Bin Laden.
Actualmente, Estados Unidos financia y mantiene estrechas relaciones con el régimen dictatorial de Pakistán, a la vez que tolera el trafico de opio y heroína desde Afganistán, país que tras la caída del Talibán se ha convertido en uno de los primeros productores de droga en el mundo. Asimismo, Estados Unidos auspicia las inversiones multimillonarias de Arabia Saudita en las empresas petroleras de la familia Bush y los jugosos contratos que ha realizado el reino árabe con la industria militar estadounidense a través del asesor y miembro de la junta directiva del Grupo Carlyle, Bush padre.
En efecto, tras perder las elecciones de 1992, Bush padre se convirtió en asesor, y mas tarde en miembro de la junta directiva del Grupo Carlyle, una firma muy poderosa de Washington que ha realizado inversiones multimillonarias en la industria petrolera y militar. En uno de sus viajes de negocios, Bush padre visitó Arabia Saudita y el centro de operaciones financieras de la familia Bin Laden, quienes a su vez realizaron grandes inversiones en el Grupo Carlyle. En contraprestación, este grupo le compró a la familia Bin Laden una empresa llamada Vinnell Corp., la cual le dio entrenamiento a la guardia de seguridad del palacio real Saudita desde donde también se presume entrenaron a terroristas de la red Al-Qaeda. No debe sorprender entonces que mientras Estados Unidos era atacado el 11 de septiembre de 2001, Bush padre se encontrara reunido con los miembros del Grupo Carlyle y el hermano de Osama Bin Laden en el Hotel Ritz Carlton de Washington. Dos días mas tarde, a todos los miembros de la familia Bin Laden se les permitió abandonar Estados Unidos antes de ser interrogados por la CIA y FBI, en un vuelo privado ofrecido por las empresas de la familia Bush. (CBC, 29 de Octubre de 2003)
Para resguardar los intereses de "la familia", la administración Bush ha ignorado la serie de reportes que acusan al gobierno árabe de violar sistemáticamente los derechos humanos de su población, tal y como lo confirma un reporte del propio Departamento de Estado en el que se afirma que "los problemas principales de derechos humanos en Arabia Saudita incluyen el abuso a prisioneros y detención incomunicada; prohibición o severas restricciones de libertad de expresión, prensa, religión y asociación pacifica; negación de derechos ciudadanos para cambiar de gobierno; discriminación sistemática contra al mujer y minorías étnicas y religiosas; y supresión de derechos laborales." (Duffy, 2001)
La administración Bush también se ha negado rotundamente a hacer del conocimiento publico las 28 paginas del reporte realizado por la comisión del congreso que investigó lo que sabían las agencias de inteligencia sobre el ataque terrorista del 11 de septiembre. De acuerdo a Eleanor Hill, jefe de la comisión investigadora, estas paginas se refieren a las fuentes de apoyo internacional que recibieron los secuestradores, y que se presume provienen del gobierno de Arabia Saudita y organizaciones caritativas e individualidades árabes que guardan estrecha relación con las empresas de la familia Bush. Es por ello que el gobierno estadounidense se ha negado a colocar a estas organizaciones en la "lista negra" de terroristas y clasificó la información 24 horas después que una audiencia del congreso exigió revelar sus nombres. (CBC, 29 de Octubre de 2003)
Parafraseando a Rice, "no puedo entender por qué alguien que cree en la democracia o quiere que la gente crea que cree en la democracia querría tener algo que ver con la familia Bin Laden, el reino de Arabia Saudita, el régimen dictatorial de Pakistán y los narcotraficantes de Afganistán."
Vaya moral la de estos idiotas.
Antonio Guillermo García Danglades
Internacionalista, MA