La caída del Muro de Wall Street, 20 años después del de Berlín, tendrá inevitables consecuencias políticas.
De ellas, apenas es un anticipo el rechazo de la Cámara de Representantes, al menos en el primer round, a un acuerdo cocinado entre el presidente Bush y los candidatos presidenciales del bipartidismo demócrata-republicano para parapetear al capitalismo global, infartado por la crisis financiera, con la bicoca de 700 mil millones de dólares.
Crisis de "gobernabilidad"
Si fuese un país latinoamericano, no faltarían expertos que diagnosticaran una grave “crisis de gobernabilidad”, de pronóstico reservado para el próximo período presidencial, que casi con certeza tendrá a Barack Obama al frente de la tormenta.
En América Latina, la crisis del capitalismo, y de los sistemas políticos que le sirvieron de decorado, hace ya tiempo que trajo como consecuencia un giro a la izquierda en un número creciente de países, de los cuales tres (Venezuela, Bolivia y Ecuador) se han encaminado en procesos constituyentes.
La Constitución venezolana de 1999 fue la pionera, la de Bolivia no ha podido ser aprobada por referendo debido a la violenta reacción de la derecha y la de Ecuador resultó legitimada holgadamente hace una semana en consulta popular con 64% de los votos.
Además de la crisis de su modelo, EEUU ha tenido que soportar una humillación adicional: la de las reprimendas públicas de la vieja Europa y América Latina, que ahora se dan el lujo de reclamarles que resuelvan ellos sus problemas económicos, en lugar de pedirles ayuda, consejo y carta de buena conducta.
Isla ideológica, mar revuelto
Venido a menos con la caída del Muro de Berlín, esta otra caída ha relegitimado el discurso anticapitalista, del cual el presidente venezolano Hugo Chávez es la expresión más vehemente y audaz. Los hechos, testarudos ellos, vienen a coronar su temprana denuncia acerca de la crisis del modelo capitalista. A falta de otra alternativa explícita, la propuesta del socialismo del siglo XXI, con todo y sus lagunas y contradicciones, aparece como una isla programática en un océano de incertidumbres económicas, políticas e ideológicas.
Por lo pronto, hasta sus enemigos neoliberales apelan al estatismo que tanto le han recriminado, con nacionalizaciones e intervencionismo del Estado, para taponear los huecos a babor y estribor. “Privatizar las ganancias, socializar las pérdidas”, es su consigna.
La audacia de Chávez lo ha llevado a declarar que EEUU necesita una nueva Constitución. Al escuchar tal planteamiento, recordé un libro que hace unos años le quité prestado a Jesús Romero Anselmi, cuyo título también tomé prestado para encabezar esta columna: ¿Es democrática la Constitución de los Estados Unidos? (Fondo de Cultura Económica, México, 2003).
Su autor es Robaert Dahl, profesor emérito de Ciencia Política de la Universidad de Yale. Sus páginas recogen el contenido de una serie de conferencias dictadas por él en el 2000, el mismo año en que subió a la Presidencia de EEUU un candidato (George W. Bush) que obtuvo menos votos populares que su rival (Al Gore).
Preguntas subversivas
Estas son sólo algunas de las preguntas que el catedrático se formula, y sobre las cuales desarrolla una interesantísima investigación:
“¿Por qué tendríamos que sentirnos hoy ligados por un documento producido hace más de dos siglos por un grupo de 55 mortales, firmado únicamente por 39, de los cuales un número importante eran dueños de esclavos, y adoptado sólo en 13 estados por los votos de menos de 2 mil hombres, todos muertos hace muchísimo tiempo y casi totalmente olvidados?”.
“¿Hemos tenido alguna vez los estadounidenses la ocasión de expresar nuestra voluntad acerca del sistema constitucional?”.
“¿Cuántos lectores de estas líneas participaron alguna vez en un referendo que preguntara si deseaban seguir siendo gobernador por la constitución existente?”.
“Según qué estándares funciona tan bien nuestra Constitución?”
“Qué tan bien satisface nuestro sistema constitucional los estándares democráticos del presente?”
“Y si nuestra Constitución es tan buena como la mayoría de los estadounidenses piensa, ¿por qué no la han imitado otros países democráticos?”
“Si nuestra Constitución presenta aspectos defectuosos según los estándares democráticos, ¿deberíamos cambiarla? ¿Y cómo?”
Democracia al revés
El libro contabiliza 18 presidentes de EEUU (de 43 que ese país ha tenido hasta la fecha) que fueron “electos” en el cargo con menos votos populares que su contrincante. Incluido George W. Bush en la elección del 2000.
“En efecto, ganar la presidencia con sólo una minoría de votos populares ha sido un acontecimiento sumamente común. En un total de 18 elecciones, los candidatos han obtenido la presidencia sin ganar una mayoría de votos populares. Considerado entonces en conjunto, en una de cada tres elecciones presidenciales el cargo más alto del país quedó en manos de un candidato elegido por una minoría de votantes”, apunta Dahl.
Los framers (delegados que participaron en la Convención Constituyente de 1787) diseñaron el mecanismo de los colegios electorales, es decir, la elección indirecta del Presidente, precisamente para evitar la imposición de “mayorías populares”.
Este principio se mantiene, así de entrada resulte contradictorio con el carácter democrático (autoridad del pueblo) de dicho sistema político.
Muy pronto, más pronto de lo que cualquiera hubiese imaginado, veremos cómo la caída del Muro de Wall Street, como la del de Berlín, conduce también a un cambio, si no en los principios de esa Constitución, sí en la manera de “pensarlos”, como señala Dahl en su obra.
A Obama, y a los idólatras del sueño americano, conviene leerla.
Taquitos
POR AHORA… Hasta este viernes 3 de octubre estarán al aire el programa Mediodías en confianza y el segmento De Frente, que venía conduciendo por VTV desde hace un par de meses. La de por sí agitada dinámica político-informativa del horario meridiano, multiplicada en los últimos tiempos y de la cual muchos ya me habían advertido, supuso la interrupción y posposición de ambos espacios en demasiadas ocasiones, de modo que por respeto a las usuarias y usuarios, así como a las personas invitadas en calidad de entrevistados, solicité la suspensión de sus transmisiones y el traslado a un horario distinto, menos sujeto a tales contingencias. Un millón de gracias al excelente equipo técnico y de producción, así como a los compañeros de Aporrea, RNV y Vive TV que contribuyeron proveyendo contenidos en esta experiencia. Reconocimiento especial al Camarada Internet (Fernando Henríquez) y a los hermanos indígenas Gloria y Jesús. Cuando haya noticias al respecto, se las informo. PADRE FRANCISCO. Demasiado temprano se nos fue el padre Francisco Rondón, quien en vida no sólo predicó de palabra el mensaje cristiano, como muchos suelen hacer, sino fundamentalmente con su ejemplo de sencillez, lucha y solidaridad. Era de esos curas que se toman en serio la doctrina social de la Iglesia y por eso Francisco practicaba en los hechos, más allá de la liturgia, la llamada opción preferencial por los pobres. Por eso vivía metido en las cárceles, acompañando a los presos en su penosa cotidianidad y en su lucha por la liberación objetiva y subjetiva. Por eso puso su cara y su verbo en la pantalla de VTV cuando eso significaba riesgos de toda índole, incluso al interior de la Iglesia. En alguna ocasión participó en una muy publicitada misa en el 23 de enero junto al recordado padre Juan Vives Suriá y otros religiosos progresistas, lo que les valió una reprimenda de la jerarquía eclesiástica, que sólo bendice las “misas-mitines” cuando tienen contenido antichavista. Esas cosas no amilanaban a Francisco, a quien siempre se le recordará en lugares como Coche y Parque Central, donde fue párroco, y, por supuesto, en Los Ruices, adonde solía llegar apurado con su casco de motorizado. PARADOJAS. Claudio Fermín, quien fuera candidato presidencial y dirigente nacional de AD, tiene el apoyo de 12 agrupaciones políticas en su aspiración a la Alcaldía de Caracas, pero no el de su partido de origen. El candidato de AD es Stalin González, quien a su vez viene de ser dirigente juvenil de Bandera Roja, partido que, en lugar de respaldarlo a él, lleva a de candidato a Claudio Fermín. Signo de los tiempos que corren. CITA. "El gobierno no puede resolver el problema. El problema es el gobierno". Ronald Reagan, ex presidente de EEUU, cuyas políticas económicas neoliberales, conocidas como reaganomics, son ahora cuestionadas en su país como causantes del descalabro económico estadounidense.
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