Son cinco semanas el tiempo que falta para la definición de la encrucijada electoral. Tiempo político que a diferencia del tiempo real es suficiente para producir cambios de conducta que induzcan a asumir el nuevo modelo de sociedad que plantea el socialismo. Si para el tiempo real cinco semanas es prácticamente un segundo en la brizna encendida del tiempo de vida, no es así para el espacio del tiempo político. En 24 horas se define con un giro de 180 grados una situación electoral. En la práctica del poder basta solo un día para ir de arriba hacia abajo y viceversa. Apenas un par de horas, minutos tal vez, son suficientes para prender la crisis financiera más aguda que ha presentado el capitalismo moderno. Lapso igual que le permite a los superpoderosos de los grupos que se pelean en el mercado tomar las pérdidas de los poderosos. Momento de fortalecer a la élite financiera que sin piedad ni moral ni ética (valores que desconoce el capital mundial) destruye a otros que fueron sus hermanos; pero a la hora de los negocios la misma sangre no cuenta solo el índice del beneficio.
No obstante, decía, son cinco semanas la medida que asoma el tiempo político para reforzar, corregir y sumar conciencias en la encrucijada del 23/11 la cual definirá el camino de la revolución o la vía de la contrarrevolución. Considero que en cinco semanas se puede recoger la cosecha que siembra Hugo Chávez. En cinco semanas todos los revolucionarios, por propia convicción y acatando la esencia de la buena voluntad tienen que proceder a fortalecer la difusión ideológica. Cada uno debe hacer su propia revolución y en su propio ámbito limitado solo por su efectivo alcance, incorporar a los que faltan para asegurar la victoria en su región (gobernación) y en su localidad (alcaldía). Es tiempo para poner en práctica --si no lo hemos hecho todavía-- aquellas ideas que un día nos movieron a actuar para generar los cambios de estructuras que demanda un nuevo sistema político-ideológico. Hay que asumir los postulados de la novedosa tesis del SSXXI: Bien Común, Producción Socialista y Democracia Directa. Discutir su factibilidad y viabilidad en la sociedad venezolana cuya irradiación hacia el continente es un hecho irreversible. Cada uno debe salir a hacer su propia campaña, bien sea como miembro del PSUV y su estructura orgánica o como un ente de la comunidad. Pero en cualquier circunstancia aportar sus conocimientos, energía y voluntad para avanzar en la lucha por la revolución.
Los que actuamos por convicción, tenemos que meternos en todo los barrios de Venezuela. Cada uno debe trazar sus coordenadas del espacio a abarcar. Presentarse cargado de ideas frescas para batir a las motivaciones clientelares que emplea la oposición. Demostrar que el Proceso Bolivariano es un proyecto de varias generaciones con contenido transformador que involucra al individuo como ser humano integral. Desmontar las ofertas de migajas que ofrece una oposición vaga sin proyecto generacional. Enfatizar que Cristo, Bolívar y el Ché son inspiradores de los revolucionarios y que el SSXXI es una idea autóctona, con raíces, alma y corazón de la tierra venezolana.
En cinco semanas es mucho lo que cada uno puede aportar a la coyuntura del 23/11; porque de eso si debemos estar seguro, a partir de entonces la nueva fase del proceso apunta a solidificar el poder popular, transferir la toma de decisiones a la comunidad organizada, empujar la producción socialista y estimular la pluripolaridad mundial.
williamizarra@gmail.com
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