En aquellos casos extremos en que la coincidencia es inevitable, por ejemplo en
el caso de los magallaneros, introducir un matiz, marcar una mínima diferencia
es considerado un punto de honor. De allí el coro que de vez en cuando se
escucha en el Estadio Universitario: "¡Endy sí, Chávez no! ¡Endy sí,
Chávez no!", al que se sumarán, sin duda alguna, unos cuantos caraquistas
o guaireños advenedizos, que son capaces de vitorear a la figura del equipo
contrario si el objetivo es hacer barra contra el apellido monstruoso.
De allí que los medios opositores denigraran
de la participación venezolana en las recientes Olimpíadas o se sumaran a
presentar la matanza de indígenas en Pando, Bolivia, como un enfrentamiento -
en total sintonía con los medios
opositores bolivianos. De allí el lamentable episodio
de la señora que reaccionara indignada luego de que el Indepabis decomisara
paquetes de arroz que estaban siendo vendidos con sobreprecio en el Excelsior Gama
de Santa Eduvigis, y procediera a venderlo al público a precio regulado en
Parque del Este. De allí que se valore a Sean Penn no como actor, sino como un desgraciado
que tuvo el desatino de retratase con Chávez. (Lo de "desgraciado" es
casi un eufemismo: basta entrar en el enlace arriba y leer algunos comentarios.
Uno de los pocos presentables: "... menos mal que nunca me gustaron las
películas del perro ese"). De allí que en ciertos medios se anuncie el
estreno del film W., de Oliver Stone,
con el titular: "Oliver
Stone saca la película
que hará gozar a Chávez". (Naturalmente, ya circulan las versiones de que Chávez
habría financiando a Stone). Por idéntica razón, mientras Oliver Stone declara:
"No creo que Sarah pueda entender la película. Tiene muchos diálogos
complicados. George Bush es un intelectual comparado con ella", y Madonna
le prohíbe
asistir a sus conciertos, el grueso del antichavismo delira
por Sarah Palin: "... parece más bien venezolana por ser aguerrida, bonita
y capaz de asumir tantos retos" o ésta otra: "... una mujer íntegra,
luchadora, emprendedora, con vocación de servicio. No tipo Lina [Ron],
acomplejada, llena de odio, arrodillada y sin objetivos".
De nuevo, sobran los ejemplos. Pero vale detenerse en un caso bastante
reciente, y que ilustra una cierta modalidad de la manía ya descrita.
Tal vez pueda afirmarse que las transnacionales de noticias en general, pero
sin ninguna duda los medios opositores venezolanos quedaron mudos frente a una
"crisis financiera global" que, por demás, no termina de expresarse
en toda su magnitud. Las explicaciones fueron sustituidas por una andanada de
tecnicismos (ante los cuales los simples mortales respondemos con indiferencia
o escepticismo, porque no nos dicen nada), como suele ocurrir, además, cuando
la economía es "debatida" en televisión, todo lo cual acompañado de
las familiares imágenes de cifras en rojo y corredores de bolsa con rostros
desencajados, que indican que la cosa va realmente mal y que señalan el momento
justo en que uno debe proceder a revisarse el bolsillo o la cartera, por si
acaso. ¿Y los adalides del libre mercado? Los tipos son tan cínicos que... pero
no, hace unas tres semanas, en el diario argentino Página 12, Juan
Sasturain lo describió perfectamente: "Da asco... el verso de
economistas 'realistas' que nos hablan -casi con suficiencia y satisfacción: es
increíble- de cómo la crisis yanqui afectará no sólo a la Argentina si no está
'debidamente preparada' sino a 'la economía familiar' de cada uno, incluso...
Pero no sacan ninguna conclusión de eso. Lo único que falta, en algunos casos,
es que a la crisis yanqui... le pongan nombre de mujer -Nelly, Shirley, Carla-
como a los huracanes. Porque es así: para muchos analistas, el 'problema' que
tienen estos ladrones parece una catástrofe natural, un lamentable fenómeno
meteorológico que ha arrasado con todo y debido al cual hay que realizar
operaciones de 'salvataje' -no es otra la palabra utilizada-, y se espera la
solidaridad internacional. Qué hijos de puta...".
Poco más de una semana antes, el 20 de septiembre, reunido en Miraflores con la
Comisión de Presupuesto, Chávez anunciaba: "En Venezuela estamos en
condiciones de aguantar el terremoto financiero mundial, el país sigue su
marcha con tranquilidad, gracias a las medidas que hemos tomado desde hace
varios años... Nosotros, afortunadamente - sin que esté diciendo yo que esto no
nos va a afectar, va a afectar a todo el mundo y también a América Latina, y
por tanto a nosotros -, pero hemos venido desenganchándonos de ese sistema
perverso... Los grandes medios de comunicación privados están tratando de
minimizar e incluso negar los efectos de la gran catástrofe financiera occidental...".
Luego, dirigiéndose a gobernadores, alcaldes y a su equipo de ministros,
exhortaba: "Hay que tener claro para dónde vamos: el socialismo... La
mejor manera... es cero derroche, la lucha contra el burocratismo, invertir en
lo que realmente se necesita, es necesario eliminar todo tipo de gasto
innecesario".
¿Cuál fue la reacción, al día siguiente, de los principales diarios de
circulación nacional? Cosa curiosa: ni el anuncio, pero mucho menos el exhorto
merecieron primera página. El Nacional, en la página 3 de su cuerpo A,
en el extremo inferior derecho, resumía todo en una nota de 152 palabras, como
quien se espanta una mosca en la oreja: "Hugo Chávez sostuvo que 'hay tres
medios de comunicación que tratan de minimizar la catástrofe del sistema
occidental capitalista'. Indicó que ignoran el presunto magnicidio y que el
plan conspirador tiene como fin evitar las elecciones regionales". Tres
líneas más dedicadas al anuncio del aumento del subsidio para los productores
de arroz y tres líneas más sobre algún asunto relacionado con el PSUV. El
Universal, por su parte, fue seis veces más elocuente: en la página 12 del
cuerpo 1, publicó una nota
de 158 palabras: seis palabras más. "La Comisión de Presupuesto del
Gobierno realizó una revisión de la asignación que se ejecutará para el próximo
año. En ese contexto, el presidente Hugo Chávez Frías anunció... que en el
nuevo ejercicio se racionalizará el gasto público e insistió en que se
recortaran los "gastos superfluos"."Chávez dijo anoche que 'en
Venezuela estamos en condiciones de aguantar el terremoto financiero'
internacional. Reiteró que 'el país sigue su marcha con tranquilidad'".
Más suspicaz, sin embargo, y sin duda marcando pauta, resultó ser la agencia Associated
Press (AP). El 21 de septiembre distribuía alrededor del mundo una nota
intitulada: Apunta
gobierno de Chávez a la austeridad. "El gobierno del presidente
venezolano Hugo Chávez busca racionalizar el gasto público para eludir los
riesgos que se vislumbran de cara a los problemas económicos mundiales y la
reducción de los precios del petróleo. Chávez dijo que Venezuela está bien
posicionada para soportar los problemas financieros internacionales, y que el
'cero derroche' es un concepto clave en el diseño del presupuesto del
2009". ¿Dijo Chávez en algún momento que el "cero derroche"
estaba orientado a "eludir los riesgos que se vislumbran de cara a los
problemas económicos mundiales y la reducción de los precios del
petróleo"? No. ¿Es la primera vez que Chávez exhorta al "cero
derroche"? No. Pero de qué vale ya.
La palabreja había sido desenfundada: ¡Austeridad! ¡Austeridad!
Alguien con más paciencia sabrá determinar el momento exacto en que los medios
opositores nacionales fueron capaces de comprender la jugada retórica de la AP.
Incapaces de ofrecer a su base social una explicación razonable sobre el
"terremoto financiero internacional", la impotencia era de tal
envergadura que fueron incluso incapaces, hace un mes, de hacer lo que mejor
hacen: evaluar el discurso de Chávez para, acto seguido, posicionarse en
contra. Uno puede hasta ser condescendiente y pensar: se entiende la
impotencia, porque ¿cómo negar, por ejemplo, que la decisión de retirar
nuestras reservas de la banca estadounidense fue una medida acertada y
oportuna? ¿Cómo contradices a un tipo que no niega que la economía venezolana
se verá afectada por la crisis global, pero que gracias a las medidas que ha
adoptado su gobierno los efectos no serán lo devastadores que son en otras
latitudes? Allí es donde la ¡austeridad! entra en juego.
Tal y como lo supo hacer la AP en su momento, a estas alturas todos los medios
opositores nacionales se han sumado al reclamo histérico: ¡Austeridad!
¡Austeridad! Austeridad porque el gobierno ineficaz no sabe qué hacer frente a
la crisis. Austeridad porque la dictadura se tambalea. Describen la caída de
los precios del petróleo como sólo podría hacerlo un reportero de guerra del
tipo Fox News, que relata extático el avance de las tropas invasoras en Irak.
Ante cada repunte del barril venezolano, reaccionan como si estuvieran
presenciando una batalla perdida.
La AFP, desde Caracas, reporta:
"Tras la fuerte expansión del gasto público en Venezuela, impulsada por el
boom petrolero, el gobierno del presidente Hugo Chávez habla de austeridad por
primera vez en casi diez años, temiendo que la actual crisis financiera reduzca
los precios del crudo, según analistas". Del otro lado de la frontera, El
Espectador se suma gozoso al coro: "El derrumbe de los precios del
petróleo amenaza la estabilidad del gobierno de Hugo Chávez. El auge económico
que Venezuela experimentó en los últimos cinco años terminó de manera abrupta.
La caída de la cotización del crudo redujo los ingresos fiscales a un nivel
crítico para el gobierno. Al agotarse la chequera, por primera vez desde que
llegó al poder en 1999, el presidente bolivariano utiliza una palabra que no
figuraba en su vocabulario: austeridad". Y así, distintas versiones del
"Chávez habla de austeridad por primera vez" circulan alrededor del
mundo.
De esta forma, la noticia va dejando de ser el fulano "terremoto
financiero internacional", y ya sólo pretenden hablarnos de la
¡austeridad! y de los precios del petróleo. Los expertos, no faltaba más,
cuestionan las "medidas de austeridad" de Chávez. Sólo falta quien
denuncie estas "medidas de austeridad" como neoliberales, y califique
a Chávez como un adalid de la misma doctrina económica que hoy se está viniendo
abajo. Ya lo veo: Chávez el neoliberal, uno del tipo Carlos Andrés Pérez, del
que sólo cabría salir con un nuevo 27 de Febrero.
Cómo diría Sasturain: qué hijos de puta.