El miércoles 1 de noviembre, Venezuela dio el paso más importante para incursionar de forma activa en la tecnología espacial, cuando el satélite venezolano Simón Bolívar propulsado por un cohete, surcó vuelo y vimos con mucha emoción cómo nuestra bandera tricolor por primera vez cruzaba el espacio, colocando a nuestro país en la vanguardia de la industria tecnológica de telecomunicaciones.
Ante este trascendental hecho es importante resaltar las bondades que generará tanto para Venezuela como para América Latina este proyecto sobre el uso pacífico del espacio, y cómo repercutirá directamente en la mejoría de la calidad de vida de los ciudadanos, sobre todo en esta región donde nuestros pueblos y gobiernos desvían del gasto social millonarias sumas de dólares al año para cancelarle a monopolios diseñados de manera hegemónica como patrimonio exclusivo de los países que se autodenominan desarrollados.
Como prueba de ello podemos citar un informe publicado por la Union of Concerned Scientists el cual presentó la lista de los 846 satélites que actualmente orbitan la tierra, y establece que Estados Unidos a través de sus grandes corporaciones transnacionales de dominación mundial, poseen más de la mitad de los satélites espaciales (52%) y de 21 países y 7 dependencias que forman América Latina, sólo Argentina, Brasil y México tienen satélites operando.
En tal sentido, la puesta en órbita del Simón Bolívar marca un hito como pionero de liberación de nuestro pueblo jalonado por la independencia tecnológica, ya que en un gobierno y pueblo como el nuestro que avanzan en la construcción del modelo socialista, se concibe el espacio ultraterrestre como un bien de la humanidad, donde todos los ciudadanos tienen el derecho igualitario de satisfacer todas aquellas necesidades que tengan que ver con transmisión y acceso a la información como: telefonía, Internet y consolidación de programas y proyectos ejecutados por el Estado, con la garantía de que llegará a los lugares más remotos, excluidos y olvidados por su lejana ubicación geográfica, ausencia de vías terrestres o por poca densidad poblacional.
En concreto podemos establecer claramente que al avanzar en el rescate de la identidad nacional con la puesta en órbita del satélite, le propinamos una nueva derrota a la exclusión, logrando el acceso a las telecomunicaciones de la inmensa mayoría del pueblo venezolano y no será más nunca un negocio de empresas privadas sino un soberanísimo acto de justicia social, tal cual lo expresó el presidente Chávez: "Gracias al satélite Simón Bolívar, nos permite atender el tema de las telecomunicaciones como un derecho de los pueblos".
Al elevar la capacidad de aplicación de la tecnología espacial con fines sociales, nuestro país dinamizará el desarrollo industrial y tecnológico, impactando positivamente la economía como herramienta para hacer de los sistemas de comunicación factores determinantes para el bienestar colectivo.
Es importante resaltar que dentro de los aportes y beneficios, gracias a su amplio espectro, se contempla la extensión a otros países de América Latina, a través de la cooperación, la solidaridad y la integración, especialmente en aquellos pueblos latinoamericanos que han sufrido durante siglos el terrible impacto capitalista, producto de la pobreza, siendo excluidos de los sistemas modernos de telecomunicaciones.
En conclusión el proyecto Venesat-1 estratégicamente reforzará nuestra soberanía tecnológica espacial e impactará positivamente en la cooperación e integración de la región.