Localmente
vivimos la misma experiencia cuando a nuestros líderes se les califica
de indios, macacos, monos, tercermundistas, etc, para colocarnos en
una especie de raza inferior según el criterio de aquel lenguaje nefasto.
El satélite “Simón Bolívar”, avance del desarrollo tecnológico
en Venezuela y Latinoamérica, de fabricación asiática, con transferencia
del conocimiento y la tecnología misma como hecho sin precedentes,
marca la pauta de relaciones con los “chinos” en el intercambio
económico, político, social, deportivo y cultural. Algunos medios
nacionales tratan de desconocer este hecho trascendental, lo vislumbran
como una noticia de paradoja extraña; una por el desarrollo que significa
para Venezuela y la esconden como hecho noticioso y la otra publicitada
contradictoriamente; por la obra y tecnología de segunda
de los chinos según el criterio de los xenófobos.
En el caso
de los rusos, la tecnología de armamentismo defensivo comercializado
a Venezuela, se define en “desecho” militar soviético por
aquello que no se identifica como “Made in USA” cual término alienado
del pitiyanquismo. Quizás, pasé de moda por un tiempo, mientras intenten
volver los “catires” que dejen una economía oscura en recesión
para el mundo y su propio pueblo desde la llamada “Casa Blanca”.
Se olvida que la tecnología norteamericana se volvió negra hacia Venezuela,
cuando negó los repuestos militares a los aviones F-16 firmado en compromiso
y convenio comercial, probablemente inhabilitándolos desde algún satélite
en el espacio exterior.
Algunos analistas
serios han definido que el futuro de la humanidad estará en Latinoamérica
y Asia con sus riquezas, empuje, políticas sociales progresistas
y pueblo joven, a diferencia de un norte xenofóbico, excluyente, conspirador,
intervencionista o de una Europa vieja, gastada y carentes de recursos
naturales con argumentos de “directiva del retorno” para emigrantes,
sudacas, indios, negros o sus derivados como nos ven desde la invasión
de “Colón” hasta el actual siglo xxi.
Esperemos el futuro del norte cerca del sueño de Luther King, manchado en la oscuridad guerrerista imperial de servidores del demonio blanco como Colin Powell y Condolezza Rice. ¡Si Dios fuera negro compay...todo cambiaría!... ¡píntame angelitos negros!...te pide el poeta con un satélite mas cerca del altísimo.