Nuestro satélite subió a tiempo a su posición para ser testigo de altura en la elección de Barak Obama como cuadragésimo cuarto presidente del Imperio Yanki. Entonces, tecnológicamente estamos “ojo pelao”, pendientes de los acontecimientos en plano desarrollo de nuestra única y contaminada nave espacial (Walter dixit). Es sumamente importante para nuestra soberanía que hayamos comenzado a dar nuestros propios pasos satelitales, amén de la relevancia de saber lo que sucede sin las distorsiones del poder mediático imperial.
Disculpen los doctos analistas de la dualidad simbiótica de republicanos y demócratas y los acuciosos admiradores de la especulación bursátil, pero ¿Qué celebran? ¿Qué connotación tiene la elección de un afro americano como Presidente de USA frente a las matanzas que desatan? ¿Acaso no son afro americanos Codolezza y Colin Powell? ¿Son ambos dulces palomas que propiciaron la paz con sus acciones? Yo no veo diferencias de piel ni doctrinarias.
La hidra imperial se ha mimetizado con el ambiente en que se encuentra para salvaguardar sus intereses, para jugar al cambio de rumbo bajo el lema de “Yes, we can change”. Ella no levantará una sola garra contra sus díscolos primogénitos banqueros y atenderá con renuencia a sus ciudadanos sencillamente para correr la arruga de un proceso social que se desarrolla en las entrañas de su territorio. Obama es como aquel Caldera del “chiripero” que dispensó microscópicas gotas de promesas a un pueblo sediento de justicia social. Claro, ahora estamos hablando del orbe, no de un otrora patio trasero del imperio.
¿Pedirá perdón Obama, más aun, hará algo para recuperar a Irak de un legado de 4.500 años de radioactividad? ¿Les devolverá el nuevo presidente la alegría a los niños de la antigua Mesopotamia, homónimo de su ahorcado ex mandatario? Estas son unas de las muchas deudas que el imperio tiene con sus víctimas terrestres.
Ciertamente parece un hombre ecuánime, inteligente y lleno de muy buenas intenciones. Eso contrasta enormemente con las patanerías y el cinismo de George W. Bush, lo cual dio fuerza a su campaña electoral. Pero eso no es siquiera suficiente para creer en un cambio profundo o de 180 grados, como algunos ¿ingenuos? auguran desde ya con la hipócrita advertencia de “vamos a ver que hará Chávez frente a alguien a quien no puede tildar de borracho o de diablo”.
Esa será para la oposición (no solo venezolana), la matriz de opinión que comenzarán a promover en los próximos días. Se hablará de un ficticio “milagro económico yanki”, se explotará la imagen de Obama para agigantar sus capacidades y así tendrán por allá, no solo al primer presidente afro americano, sino al primer Superman negro. Con toda seguridad los equipos mediáticos imperiales ya están dando los toques finales a la “era Súper Obama”. Aparentarán no ser racistas, para acoplar sus velas a los vientos.
Mientras tanto, ante el silencio mediático, nuestro satélite toma posición y se prepara para emitir nuestra filosofía socialista como respuesta a quienes anhelan una reforma capitalista y no un cambio ideológico profundo.
Ante la hipoacusia mediática, Venezuela firma quince acuerdos de trascendencia global, como estrategia contundente ante la intención imperial de solo maquillar el descalabro financiero que provocó; de echar al conveniente saco del olvido sus masivos crímenes de guerra en la búsqueda de petróleo.
Ante el “vacío profundo” del espacio mediático, Venezuela se convierte en la primera potencia energética del planeta y se alía con otras, llamadas a frenar el sino de la Pacha Mama bajo el influjo de la Casa Blanca.
Y allá arriba estará nuestro Simón Bolívar metálico con el alma de todo un pueblo, para multiplicar las voces de verdadero cambio y divulgar las crónicas cuánticas de cómo nos salvamos de la depredación imperial.
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