He venido señalando enfáticamente, y posiblemente lo seguiré haciendo, que no entiendo a qué se juega con la creación y mantenimiento, en este momento, de conflictos estudiantiles universitarios por parte de sectores chavecistas, precisamente en una época pre-electoral, cuando los mismos claramente resultan contraproducentes desde el punto de vista de los resultados de las próximas votaciones. Entendería que la oposición se dedicara a este tipo de actividades, para crear una imagen de desorden y descontrol universitario, que pudiera ser achacado a la “falta de gobierno” al no resolver las causas invocadas de estas situaciones. Pero, es inentendible que estas acciones correspondan a la Federación Bolivariana de Estudiantes, trinchera al servicio del cambio revolucionario.
Desde hace cierto tiempo, la Universidad Politécnica de Barquisimeto se ha visto afectada por la acción de unos activistas que la mantienen paralizada, afectando con ello a más de 4 mil estudiantes y sus familiares más cercanos, lo que constituye una masa de aproximadamente 20 mil personas, quienes en forma directa se ven conmovidas por esta periódica y absurda situación. Pero también han sido afectados los profesores, quienes han perdido su sede gremial, así como los empleados y obreros de la institución, lo que eleva en forma importante la población electoral posiblemente resentida por acciones muchas veces vandálicas, sin claro sentido y efectuadas bajo total impunidad por la complicidad del gobierno regional.
Otro tanto ocurre con el conflicto que se ha generado en el Instituto Pedagógico de Caracas, respaldado por el Presidente de la Federación Bolivariana de Estudiantes, en el cual aparentemente se solicita la renuncia del actual Director-Decano. De nuevo, se está afectando el funcionamiento de una institución en la que miles de estudiantes se ven imposibilitados de continuar en forma normal sus estudios, lo que claramente conspira contra las aspiraciones electorales del Gobierno. No voy a opinar sobre las razones que se pueda tener para actitudes como la señalada, pues lo que estoy en este caso particular criticando es lo inoportuno de la medida, ante unas elecciones que pudieran resultar más reñidas de lo que algunos creen.
El fantasma de la abstención recorre las mesas electorales en todo el país, lo cual se desprende en forma clara de los discursos del Presidente, quien le ha dedicado varias arengas en sus últimas presentaciones públicas. Debo recordar que, a diferencia de Cuba, este proceso tiene que ganar elecciones para poder continuar, por lo que todo aquello que ponga en peligro el resultado de los comicios conspira negativamente contra el proceso en curso.
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