Si habla raro, parece pollo y fue adeco…no puede ser demócrata

La democracia representativa -en tanto manifestación indirecta del pueblo en la toma de decisiones- tiene algunas particularidades que consagran la dictadura de la clase que ostenta el poder. En la sociedad capitalista -decía Lenin- tenemos una democracia amputada, mezquina, falsa, una democracia únicamente para los ricos, para la minoría”

En Venezuela la sociedad ha comenzado una metamorfosis de sus sistema político que pasa por la toma de conciencia del pueblo para hacer efectiva una transformación de la sociedad y el Estado. Aquellas revoluciones surgidas de insurrecciones populares que han barrido con el estado burgués han podido generar mecanismos e instituciones democráticas que en el peor de los casos no permiten determinadas aberraciones propias de la democracia burguesa. No es nuestro caso, no es el caso de la Revolución Bolivariana.

En tanto ésta, es una revolución pacífica surgida de la decisión popular expresada en las urnas electorales los ritmos de su avance no son necesariamente los que se quisieran en función de transitar hacia estadios superiores para la realización de una vida plena de las mujeres y hombres de nuestra Patria.

El proyecto político bolivariano ha propuesto la implementación de una democracia directa, que se manifiesta por la participación y el papel protagónico de los ciudadanos en la política y en el proceso de gestión del Estado. La transferencia del poder al pueblo organizado a través de los Consejos Comunales y otro tipo de organizaciones que el pueblo se ha dado en estos últimos 10 años es un objetivo válido y deseado en el camino de una transformación profunda, revolucionaria de nuestro país.

Todo lo anterior, surge de las reflexiones posteriores a las elecciones del 23 de noviembre necesarias para entender el momento político que vivimos, las tareas del momento y las tareas estratégicas de cara a ese futuro que debemos y queremos construir, sin embargo debemos estar atentos para no dejarnos confundir por falsos profetas que tras un discurso aparente de paz y convivencia pacífica esconden su verdadero rostro criminal, que encubre su odio al pueblo humilde, el odio que los llevó a planificar, organizar, promover y dirigir un golpe de estado fascista que se proponía destruir todas aquellas instituciones e instancias consagradas en una Constitución que no salió de un conciliábulo de conspiradores, sino que fue elaborada, discutida y aprobada por el pueblo.

Quienes hoy –merced a esta democracia- representan a instancias de gobierno que ayer trataron de desaparecer, asaltando embajadas, cerrando canales de televisión y dando órdenes para asesinar al pueblo, no pueden ni podrán ser demócratas jamás. No es primera vez que ello ocurre en Nuestra América. Antonio Domingo Bussi, organizador y creador de centros clandestinos de tortura, torturador profesional, asesino y perseguidor de organizaciones populares y sindicales durante la dictadura argentina de 1976 a 1983, surgida de un golpe de estado, fue elegido en democracia, Gobernador de la Provincia de Tucumán en 1995.

Cristián Labbé, Jefe de seguridad de Pinochet después del golpe de estado de 1973, oficial de la Dirección de Inteligencia Nacional principal cuerpo represivo, organizador y ejecutor de la desaparición de centenares de patriotas chilenos durante la dictadura fascista de 1973 a 1989, y Ministro de la Presidencia que ejercía por la fuerza el asesino mayor del pueblo chileno fue elegido en democracia Alcalde de la Comuna de Providencia en Santiago de Chile en 1996.

Hugo Banzer, general boliviano. Se formó en la tristemente célebre Escuela de las Américas de Panamá, academia que Estados Unidos creó a fin de preparar a los militares de nuestros países para perseguir y reprimir a sus pueblos. Dio un golpe de estado, fracasó y luego impuso una dictadura desde 1971 a 1978, ilegalizó y persiguió a los partidos políticos y a los sindicatos. Participó activamente en la Operación Cóndor, estructura ilegal de las golpistas dictaduras del Cono Sur de América Latina encaminada a “cooperar” en el exterminio de los luchadores populares y sociales de nuestros países, fue elegido en democracia, Presidente de Bolivia en 1997. Cuando abandonó el gobierno dejó tras sí una innumerable lista de violaciones a los derechos humanos, casos de corrupción y persecución de los trabajadores de la ciudad y del campo. El presidente Evo Morales vivó en carne propia estos años de represión, como dirigente de los campesinos productores de coca en Cochabamba.

De manera que no es primera vez que estos golpistas, que no creen en la democracia, que han participado en el asalto de las instituciones democráticas, se disfracen con el ropaje de ellas, utilicen los medios masivos de engaño, para suponer que tenemos memoria corta y pensar que no siguen teniendo el mismo rechazo por el pueblo que luchó para conquistar su democracia en 1998 y la consagró en ley suprema de la República en 1999.

Nadie se acuerda de Bussi, Labbé y Banzer, sino para despreciarlos. Será difícil que sus pupilos en la tierra de Bolívar corran suerte diferente.

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