A un paso de la muerte

Que podrá sentir un hombre que postrado en una cama siente que la vida se le evapora lentamente como gasolina en un recipiente destapado, como desaparece casi de manera imperceptible el agua que colocan a los difuntos en un vaso de vidrio cerca del féretro durante el velorio, en esa creencia de que se debe calmar esa necesidad cuando la persona fallecida muere con sed. Si llueve mucho mejor.

Hago este planteamiento en estos momentos de reflexión ahora desempleado y en busca de trabajo, con todas las esperanzas que me da tener vida, salud, una gran familia y muchas ganas de salir adelante, caso diferente al de Urbano Ramón Briceño Pérez, de 55 años y portador de la cédula 5.816.840, quien como no tiene dinero para comprar un marcapaso, espera pacientemente la muerte en un viejo sillón de su humilde residencia.

Digo esperando la muerte, porque un día se le hincha la cara, otro los pies y a pesar de su piel morena ya se le nota su coloración amarilla y lo peor, tiene una mirada decepcionante de la vida que la hace más letal que su misma enfermedad.

La familia Urbano Briceño reside en el barrio Los Robles, calle 114E, avenida 66ª, casa No. 114D-87, entrando al frente de la ferretería Incosta, al final de la avenida, llegando a la cañada, Maracaibo, estado Zulia. Y se puede contactar a los teléfonos 0424-6378527 y 0261- 6171870.

Realmente no conozco mucho a este señor que lleva años en el barrio, pero creo que eso importa poco, lo que si interesa saber es que la vida de este hombre depende de la caridad de alguna institución de Maracaibo, Zulia, Venezuela o de cualquier parte del mundo, pero que sea capaz de donarle un marcapaso que requiere debido a la afección que presenta en el corazón.

Briceño está en deplorable estado de salud y no puede ser intervenido quirúrgicamente, porque no hay quirófano para las operaciones del corazón en los centros asistenciales públicos marabinos, según pudo relatar.

Como alternativa, los especialistas del Hospital General del Sur elaboraron un informe para solicitar el dispositivo médico, pero la crítica situación económica de la familia no permite la compra del equipo.

De tal forma, que Urbano Ramón Briceño Pérez reposa en una cama, casi inmóvil por la inflamación de sus miembros, esperando de la bondad de alguna persona o institución que le done el marcapaso o aguardando dolorosamente el triste final. La enfermedad, ante la falta de dinero, avanza de manera inexorable.

Yo, sin recursos, sin trabajo si quiera, hago mi modestia contribución escribiendo estas líneas, compungido y consciente de que un venezolano requiere de la ayuda de esas instituciones revolucionarias que tenemos en el país y convencido además, de que este es un caso para demostrar no sólo con palabras, sino con hechos, su coherencia con el proceso que abandera el presidente Hugo Rafael Chávez Frías.

Sé que existen muchos pacientes con similares y peores afecciones de salud en el país y de verdad deseo que reciban la atención que imprime esa insistencia del líder de la revolución nacional para que cada venezolana tenga la salud adecuada.

Pero créanme que ví y me conmovió el caso de Briceño Pérez, quien está a un paso de la muerte y me ha hecho escribir estas líneas, que ojalá lleguen al alma de alguna persona e institución, que sinceramente valore la vida y la salud de la población.



albemor60@hotmail.com


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Alberto Morán


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