Aquí vamos otra vez a enfrentarnos con la mayor dificultad de este proceso, la clase media, la aguafiestas del desarrollo histórico, la recalcitrante reaccionaria y bufa que escupe cada vez escucha hablar de Chávez. No nos enfrentamos a otra cosa en el plano nacional, sino con la hidra de los tres millones de votos, y en mucho, de los sufragios que se quedan en casa con las pantuflas puestas y la conciencia muerta.
En varias ocasiones hemos oído que en este proceso de superación de los precarios niveles socioeconómicos de gran parte de la población, la meta es hacer de Venezuela un país clase media – el rasero por arriba, es decir. Sin embargo el concepto de clase media trasvasa los parámetros económicos que dicta la ONU; aquí, por experiencia se sabe que en el último rancho del último cerro habitan mujeres que responden encuestas diciendo que ellas usan cera para pulir sus pisos, aunque sus viviendas no tengan otra cosa que tierra compactada para caminar – eso de ser clase media no tiene discusión... (ni la necesidad de acabar con los ranchos).
La alienación está bien metida debajo de la piel, alcanza las capas profundas del sistema óseo, por lo que viviendo en un cerro muchos sienten que están alejados de su propia naturaleza, que lo de ellos no es el cerro, sino las colinas de Los Ruices, las Terrazas del Ávila, los Prados del Este y las atalayas de La Tahona; se puede ser un esclavo monárquico, un vasallo defensor del feudalismo o un pobre escuálido - es un asunto de conciencia.
De eso hemos visto mucho por acá; inclusive bajo el pellejo curtido de rudos combatientes, descubrimos un día su corazoncito blanco: Les dieron un cargo y arrancaron del barrio a residenciarse en alguna urbanizacioncilla y con “estoicismo” soportaron ver a sus vecinos taparse las narices cuando los veían entrar al ascensor, ahora, después de 10 años ya son del condominio y tiene a sus hijos en escuelas de monjas pagando dos millones por el privilegio de lavarse el pasado.
Fidel Castro dijo que en Venezuela estamos haciendo la revolución con Miami adentro y ninguna verdad es tan aplastante y tan esclarecedora como esa – díganlo ahí… Si se nos ocurriera pedir un registro de los movimientos migratorios de muchos de los nuestros, nos caeríamos pa’tras con las visitas a Disneylandia; busquemos los nombres de sus hijos en las universidades de la burguesía, en las listas de ingresos a las clínicas privadas - nada de Universidad Bolivariana, nada de CDIs, nada de Mercal, nada de cerro, nada de barrio.
En 10 años de proceso, el Gobierno Revolucionario no ha perseguido a nadie, aquí los escuálidos se pavonean por los pasillos de los ministerios, de PDVSA y de cualquier otra institución pública y a grito tendido vomitan su odio con burlas al proceso. Inclusive delinquen, regando los correos electrónicos con esquelas en las que vilipendian la institución en la que trabajan, a la sombra de la impunidad. No temen a nada porque están parados en el otro lado del camino, esperando “que se acabe esta vaína” para partirle el espinazo al pueblo, para cazar como conejos hasta al más insignificante de los chavistas.
Están preparando un Yakarta; tienen años en eso. En las filas de los oficiales jubilados (eso que llaman inexplicablemente en honrosa situación de retiro) cada mañana que amanece acarician el momento de caernos encima y revivir los Teatros de Operaciones y los campos de concentración, como aquél que llamaron los adecos “Rafael Caldera”, mejor conocido como la Isla del Burro, y como al traidor no lo quiere nadie, ya irán a por los vecinos recién mudados, esos que han osado meterse en sus urbanizaciones.
La enmienda es un asunto vida o muerte; si el imperialismo ve una oportunidad microscópica por donde comenzar, bañarán el país de dólares (devaluados, pero dólares) y esta vez comprarán votos no con ventiladores… Sino con casas, con carros, con cualquier cosa que valorada por las conciencias limitadas. Fíjense lo que está ocurriendo con las cifras de los muertos, la oligarquía tiene un ejército de paramilitares matando gente para mantener los numeritos en forma, son el mejor argumento que tienen para descalificar al gobierno, fíjense en las palabras de Salas Feo, en su discurso aludió al número de víctimas que a diario caen en manos de los sicarios que tienen contratados.
Van a apretar; en estos días la oposición intentarán subir el número de muertos, fíjense en los titulares de la prensa en los próximos días, estemos alertas; en esta confrontación el recurso más “provechoso” de los fascistas es la muerte con la que querrán llenar las páginas de la prensa golpista, aunque los fascistas insistan en la convivencia pacífica.
Debemos desentrañar ante todos la verdadera naturaleza de esta nueva batalla que viene: la muerte o la vida. La muerte está detrás de la mirilla de los mismos conspiradores que halaron los gatillos en Llaguno, la vida continúa al frente de la conciencia popular que durante diez años de vigilante lucha se mantiene alerta y dispuesta a seguir el camino del socialismo.
No se trata de hacernos clase media, se trata de hacer llegar las reivindicaciones económicas y sociales acompañadas de una verdadera conciencia de clase. Es muy distinto ampliar la base popular, para generar una clase media con conciencia popular y patriótica, que engordar los bolsillos de la clasecilla maldita.
elmacaurelio@yahoo.es
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