¡Otra vez los medios! Los medios que no transmiten las ejecuciones extrajudiciales del imperio norteamericano en todo el mundo; los que no están presentes con sus cámaras de alta resolución y sus antenas satelitales cuando las bombas norteamericanas caen "por error" sobre escuelas, hospitales y cualquier otro espacio de reunión de civiles indefensos; los que no transmiten las torturas en el interior de las cárceles iraquíes y guantanameras, entre otras; los mismos que no aparecieron por ninguna parte cuando se estaba acabando con la maravillosa reserva histórica, arquitectónica y arqueológica de Bagdad; los medios que decidieron que "La revolución no será televisada"… esos mismos medios, ahora repiten como una noticia de primera plana, con imágenes desde distintos ángulos; audio ambiente; iluminación perfecta; en cámara rápida y cámara lenta… con todo el regodeo del sensacionalismo, el atrevimiento de un colega –valiente por demás- que decidió inmolarse profesionalmente ante la desfachatez de este "salto atrás" de la especie humana que quiso burlarse –tal vez por su inconsciencia patológica- de la dignidad del pueblo iraquí, en su propio seno.
Tal vez haya sido premeditada (de eso no podemos estar seguros), pero lo que sí es cierto es que fue una reacción explosiva… desbordante… impaciente… desesperada de este camarada que resistió menos que muchos de los presentes que tal vez pensaron en la misma acción cuando escucharon decir a aquel cínico genético, que la muerte de miles y miles de iraquíes inocentes y la devastación de un país entero había sido un error. Esto no es una presunción. Quienes pudimos ver y escuchar la teletransmisión antes de que la industria de la manipulación suprimiera el audio de Bush, nos dimos cuenta que el periodista lanzó sus zapatos, justo cuando el criminal confesaba la responsabilidad sobre el genocidio. Simultáneamente se ve el zapato volar como una flecha de dignidad mientras sale de la boca de míster dánger la palabra "error".
Ahora los medios del mundo condenan al periodista en cuestión. Inclusive algunos fablistanes… se disculparon de inmediato con el loco de Washington por la "afrenta de aquel osado colega". Cuántos de ellos habrán pedido disculpas a las madres, padres, hijos y demás familiares de los miles de compatriotas del héroe de los zapatos que murieron mientras caminaban por las calles de su ciudad, recibían clases en sus escuelas… o simplemente dormían. Cuántos se habrán excusado con los dolientes de la invasión gringa por no haber dicho el "quien" o el verdadero "por qué" de las "5-W-H"… regla matriz del ejercicio del periodismo.
Algunos medios sugieren cierta ponderación a favor del "Guillermo Tell de los zapatos", tal vez por tratarse de que la contraparte es el expresidente con el que nunca tuvieron muy buenas relaciones y además porque de este árbol caído se puede sacar toda la leña que se requiera mientras los Demócratas ocupen la Casa Blanca. Pero estos mismos medios, siempre tan bien ubicados… los que prevén la disposición de las cámaras para no perderse ni un solo ángulo del espacio, no muestran cuando los esbirros del –aún- mandatario norteamericano le fracturaron un brazo, varias costillas y quien sabe que otra parte de su cuerpo al conminado periodista… quien por cierto, pareciera no estar suscrito al Seguro de Defensa de "Periodistas sin Frontera" y mucho menos al de "Human Rights Watch".
Propongo una jornada internacional de lanzamiento de zapatos frente a las embajadas de los Estados Unidos, en apoyo a ese colega que aprovechó la ocasión para hacer lo que millones quisiéramos… por ese camarada que lanzó sus zapatos por los muertos de Irak; Afganistán; Kosovo; Palestina; El Líbano; Vietnam; Centroamérica; Chile; Las Malvinas y el resto de Argentina; Bolivia; por Allende; por Arnulfo Romero; por los muertos de Posada Carriles; los del 11 y 12 de abril en Venezuela; los de Chorrillos, en Panamá; los de Haití; los de Vieques; los de la África hermana; por el bloqueo a Cuba; y por el resto de las víctimas del Imperio Norteamericano.