La enmienda de la Constitución que se le propone al soberano para que en referéndum diga si está o no de acuerdo con ella, en absoluto significa que una vez que el pueblo por mayoría vote por el SI, automáticamente se extiende el período del Comandante por seis años más, a partir del término de su actual mandato que expira en el 2012.
Es falaz esa campaña opositora que pretende hacer ver que la propuesta de enmienda lo que persigue es eternizar a Chávez en el poder. Si el pueblo la admite en el acto refrendario que deberá convocar el CNE para los primeros meses del año próximo, ello lo que abre es la posibilidad legal de que él, una vez que concluya su actual mandato, dentro de cuatro años, pueda optar a ser de nuevo candidato en las próximas elecciones y será reelecto siempre y cuando le gane a quien o quienes la oposición postule como sus favoritos para esa contienda.
De manera que hay que estar bien claros que la propuesta de enmienda más allá de constituirse en un mecanismo antidemocrático, lo que busca es democratizar aún más nuestro sistema electoral, pues le abre a quienes consideramos que el actual presidente lo está haciendo bien, la oportunidad de reelegirlo para un nuevo período.
Será en esa ocasión, lo cual deberá ocurrir entre los meses de octubre y diciembre del 2012, cuando el pueblo tendrá la oportunidad de expresar su favoritismo por quien considere que sea el mejor para el país.
Lo que ocurre es que la oposición venezolana carece de un líder de la talla de Chávez como para enfrentarlo con éxito en un contienda electoral pulcra, como las que ya nos tiene acostumbrados el CNE. Pero más aún, no tiene y jamás lo ha tenido un plan de gobierno alterno que tenga como eje fundamental los intereses del pueblo. Su empeño inocultable es devolverle el país a los sectores que por años lo expoliaron en perfecto acuerdo con intereses transnacionales, en detrimento del pueblo. Sólo lanza propuestas sin coherencia alguna, vacías de contenido, así como loas y complacencias por quienes en el mundo atropellan los derechos de los menos favorecidos de la sociedad (como ocurre con sujetos como Uribe Vélez, Aznar y hasta hace no muy poco tiempo con Bush y sus halcones, etc.), todo ello desde escenarios mediáticos con inmensa difusión y con actores que, para su mayor desgracia, son los mismos “bacalaos” que nos gobernaron en el pasado cuarto republicano o derivados de sus viejas y desprestigiadas toldas políticas, pero ahora presentados al país con nuevos disfraces y con nuevos rótulos: Primero Justicia, Un Nuevo Tiempo, etcétera, etcétera, así como por algunos cuantos disidentes (¿?) que, como ya nos los hizo saber el resultado electoral del pasado noviembre, ya no cuentan con el poco respaldo popular que alguna vez tuvieron, ni siquiera en su propio terruño, como sucedió con Ismael García, pues su partido Podemos salió con las tablas en la cabeza en esa contienda…
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