El pueblo venezolano fue por siempre un pueblo al que las clases
gobernantes despreciaron y le impusieron constituciones y leyes a su
antojo… obviamente sin consultarlo.
Las élites, en cada oportunidad que convino a sus intereses, elaboraron
una nueva constitución, enmendaron la existente o le dieron una
interpretación acomodaticia.
A ese privilegio nunca renunciarán pues el mismo es parte integral de la
definición de oligarquía.
Por ello, por esa concepción que tienen del poder, es que se oponen a que
el pueblo sea consultado. Su supervivencia como clase dominante depende
en buena medida de que la población no tome parte en las grandes
decisiones.
La democracia que a ellos les gusta es aquella que limitaba la
participación ciudadana a escoger entre Caldera y Carlos Andrés o entre
Luis Herrera y Piñerúa.
La puesta en vigencia de una constitución elaborada en un conciliábulo,
como la de 1961, es quizás la mejor demostración de lo que la oligarquía
criolla considera justo, legal y conveniente.
La enmienda de esa misma constitución para impedir la candidatura de
Marcos Pérez Jiménez y la selección de Ramón J. Velázquez como presidente
constitucional de Venezuela, en sustitución del pillo aquel llamado
Carlos Andrés, son algunas de las miles de decisiones en las que la
oligarquía criolla consideró innecesario consultar al pueblo.
Para ellos lo legal, lo constitucional y lo ético no es lo que apruebe la
Asamblea Nacional, lo que decida el Tribunal Supremo o lo que vote el
pueblo. Sólo reúne esos atributos lo que no afecta sus intereses o lo que
incrementa su poder y bienes.
Por ello, ninguno de los inmorales que hoy rebuscan argumentos para
calificar de inconstitucional la consulta al pueblo sobre la enmienda,
emitió opinión cuando un grupito, en abril de 2002, decidió abolir la
constitución aprobada por el pueblo y restablecer la vigencia de aquella
elaborada por Caldera y Bentancourt en 1961.
Siempre habrá que preguntarles por qué no les pareció inconstitucional la
selección de Pedro Carmona como presidente de la república y por qué les
pareció ajustada a derecho aquella decisión que descartó la existencia de
un golpe de estado al definirlo como “vacío de poder”.
La respuesta es obvia pero es lo que siempre intentarán ocultar: porque
cuando las decisiones la toman los oligarcas, las leyes y la constitución
deben subordinarse.
A escenarios donde la oligarquía pueda seguir tomado decisiones como
esas, es a las que pretenden regresarnos apoyados por unos medios llenos
de periodistas inmorales. Por ello es necesario tomar conciencia de que
la lucha no cesará hasta que la oligarquía desaparezca como clase social.
El referendo aprobatorio de la enmienda constitucional es un paso
necesario para la consolidación de la Revolución Bolivariana, pues sin
Chávez (por ahora) no hay revolución posible.
La oligarquía lo sabe y juega todas sus cartas a sacarlo del camino. El
pueblo habrá de jugar las suyas para mantenerlo en el poder.
UH, AH Chávez no se va … UH, AH Feliz Navidad.