Ningún demócrata de verdad debe temerle a la enmienda por la reelección. Menos señalarla de inconstitucional. Cómo lo va a ser si ella es parte esencial de la Constitución. Las constituciones no son monumentos de piedra. Son documentos sociopolíticos vivos, con capacidad de transformarse.
Nuestra Constitución del 99 tiene esa capacidad propia de cambiarse o corregirse. Puede ser a través de la Reforma o de la Enmienda, porque la Asamblea Constituyente prevista en ella es para demolerla y hacer otra Constitución. Hasta en eso es sabia y democrática nuestra Bolivariana.
La Enmienda planteada es perfectamente constitucional. El Artículo 340 la define claramente como “la adición o modificación de uno o varios artículos … sin alterar su estructura fundamental”. Pues, la Enmienda planteada busca “modificar” varios artículos relacionados con un mismo concepto, cual es, quitarle las restricciones a la soberanía popular para ejercer a plenitud su derecho intransferible de elegir. Además, la estructura constitucional queda intacta, no se afecta en lo más mínimo la distribución y ubicación de las partes de la Carta Magna, a saber, Títulos, Capítulos y Artículos. Todos quedan en su lugar original, sólo se les harán pequeñas disecciones en el texto a cinco artículos.
La oposición insiste en decir que es inconstitucional porque supuestamente ya eso se votó en diciembre de 2007 cuando el intento de Reforma. Tremenda manipulación. Reforma y Enmienda son mecanismos distintos en procedimiento y contenido. Aquella Reforma fue iniciativa del Ejecutivo Nacional y llegó a contener 69 artículos que tocaban a Capítulos y Títulos diferentes. Inclusive, el artículo referente a la reelección presidencial era distinto al propuesto en la Enmienda que hoy proponemos. En aquél se modificaba también la duración del período.
La Enmienda que en forma legítima, legal y constitucional intenta actualmente la Asamblea Nacional con manifestaciones masivas de apoyo popular, más la rectificación que ha hecho recientemente el Presidente de la República, constituye una ampliación sin precedentes del carácter democrático de la sociedad venezolana, reforzando como nunca el derecho a elegir y ser elegido, despersonalizando la propuesta, fortaleciendo la participación protagónica del pueblo y abriendo paso a una cultura del buen gobierno que nos permitirá dar continuidad a gestiones exitosas a favor de la gente y el desarrollo integral de la nación. La alternabilidad queda garantizada en la realización periódica de elecciones donde cualquier ciudadano que cumpla los requisitos de ley podrá postularse a los cargos de gobierno y parlamento. Y nos queda aún la herramienta del referéndum para revocar a quien no cumpla las expectativas de sus electores. Más democracia imposible.
La oposición se ha quedado sin discurso. La Revolución en cambio, se reivindica en su carácter profundamente democrático. Nosotros no le tememos al ejercicio pleno de la soberanía popular. Al contrario, es nuestra razón de ser. Porque como dijo el sabio revolucionario Carlos Marx ante la inminencia de la insurrección popular en Francia, conocida como la Comuna de París, “es mejor errar con el pueblo, que acertar sin él”. Los camaradas del PPT y otras voces de la Revolución habían planteado la necesidad de extender la reelección a todos los cargos de elección popular. Chávez ha tomado la iniciativa de enmendar la propuesta original, y enmendar es de sabios. Por eso la Enmienda va, porque es de sabios enmendar.
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