El Sambil y la planificación en Caracas

La discusión sobre el Sambil de la Candelaria se abrió sólo como consecuencia de la postura pública asumida por el Presidente Chávez, pero cuantos de nosotros al pasar frente a la “mounstrosa” edificación que se levantó vertiginosamente ante la sultana del Ávila dijimos, por un instinto y lógica muy pertinente, “ ¡Dios, lo que nos espera cuando lo inauguren! ” o “ ¡te imaginas las colas y la tranca!”, “ ¡Coño, ahora si nos jodimos, éramos muchos y parió la abuela!”.

Sin embargo, de manera “sorprendente”, la población de La Candelaria, que criticaba a una sola voz la decisión de la Alcaldía del Municipio Bolivariano Libertador que hace 5 años autorizó la construcción del supercentro comercial ahora, sólo porque esta zona está totalmente identificada con la oposición y el Presidente decide intervenir en el caso, buscando destinar la edificación a otro uso que permita dar armonía a la edificación con el entorno ya conflictivo de alta densidad en el tráfico y circulación peatonal, de inmediato reaccionan oponiéndose a la propuesta, partidizando una decisión urbana, y asumiendo que es un atentado contra la propiedad privada.

Si este es un atentado contra la propiedad privada (que no lo es) pero que va orientado al mejoramiento de la calidad de vida de todos los caraqueños, bienvenido sea este atentado. Caracas como ciudad que alberga a todos los poderes públicos nacionales se ha convertido en el tiempo, en un caos urbanístico como consecuencia de la migración de los ciudadanos del campo y las pequeñas ciudades a la gran urbe donde se concentra el poder, pero la concentración de poder ha sido su propio castigo, ya que este se ha concentrado en detrimento de los espacios públicos y fundamentalmente del peatón.

En Caracas cada día se puede caminar menos, se ha convertido a lo largo del “desarrollo” descontrolado en una gran autopista trancada, un gran estacionamiento, que no permite generar el flujo natural de armonía entro lo urbano y lo silvestre, lo natural, lo paisajístico, lo humano. Caracas, además de otras realidades políticas que no vienen al caso en este análisis, a terminado siendo un gran depósito de poder económico inorgánico y rentista, sin probidad, que todo el mundo odia pero que todo el mundo necesita, una ciudad rentista.

El Sambil, como espacio de comercio se ha proyectado como la solución a este caos, privatizando los espacios de disfrute y de ocio, garantizando mayor nivel de seguridad y confort que los espacios públicos abiertos, a cambio de permitir un exacerbado estímulo al consumo, en su mayoría de productos inaccesible o de utilidad poco común, y en otros casos de bienes y servicios pertinentes orientados a la adquisición por búsqueda de status o imagen social.

El Sambil se convierte en un espacio privado de encuentro público para el consumo que, aunque necesario para algunos, especialmente por los servicios que se presta en horarios extendidos, poco aporta a una verdadera distracción de ciudadanos agobiados por la saturación urbana del llamado “stress”, pero además de lo sociológico, en lo urbanístico El Sambil de La Candelaria se convertiría en un gran caos vehicular, ya que las calles afluentes a este espacio, aunque éste tenga un gran estacionamiento, no dan abasto para el regular ingreso y egreso del espacio, tal como ya pasa en el Sambil Chacao.

Sería pertinente preguntar ¿porqué no se consultó con los ciudadanos si deseábamos este Sambil?, y ahora que ya está ahí, porque se pretende limitar una consulta refrendaria sólo a los vecinos de La Candelaria, cuando éste es un asunto urbanístico que afecta a todo el Municipio?.

Es justo que opinemos, pero todos aquellos que siendo ciudadanos nos vemos afectados favorable o desfavorablemente con esta construcción. La privatización de los espacios y acciones públicas es la consecuencia de la ineficacia del Estado por garantizar mayores y mejores espacios públicos, es por ello que tanto el gobierno local como el gobierno nacional deben articular esfuerzos de planificación urbana, económica y social que garanticen que “mounstros” como estos no se repitan, y menos que haya ciudadanos defendiendo lo indefendible: la privatización y alienación del espacio público y nuestro tiempo de ocio.

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Nicmer N. Evans

Director de Visor 360 Consultores, una piedrita en el zapato, "Guerrero del Teclado", Politólogo, M.Sc. en Psicología Social.

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