Los fascistas españoles todavía siguen creyendo que en su imperio no se pone el sol ni la luna, y que los presidentes latinoamericanos siguen siendo sus virreyes. Los gringos le dieron por el culo arrebatándoles Cuba y Puerto Rico, los humillaron, los aplastaron y les han traicionado una y mil veces. Pero en esa España negra con vírgenes de siete puñales, adoradores de toros y revistas del corazón, ya no hay dignidad por lo que ahora se han vuelto unos ridículos y miserables imitadores de todo lo que hacen los yanquis. Todos sus valores se concentra en lo que hacen Hollywood: ya no comen jamón serrano sino que se atragantan con hamburguesas, ya no toman vino sino coca cola, ya no follan sino que matan y maltratan a sus parejas.
El paraíso, pues, de la rehostia moderna.
Y por eso mismo, claro, le tienen arrechera a Chávez, a Evo Morales, a Correa, a los Kitcheners y a Daniel Ortega. Por eso hicieron españolino a Vargas Llosa y tienen como a símbolos de nuestra América a los patinquillos del Jaime Bailly, del Boris Izaguirre, Carlos Montaner, por ejemplo. Estos gilipollas son para ellos geniales y unas perfectas maravillas literarias. Por eso celebraron a rabiar al muermo del rey Juan Carlos y le pusieron música al “por qué no te callas”. Pobre y triste España, estás más triste y más pobre que nunca. No te compones, no te recuperas: naciste enclenque y ése será tu verdadero destino.
El domingo 25 de enero (2009), estos fascistas salieron a rabiar porque el indio Evo había ganado el referéndum. Entonces el diario gachupín “El País” tituló que ese triunfo era un fracaso y una derrota porque dividía más a Bolivia. Es decir, que para que Bolivia no se dividiera Evo debió haber perdido y así todos quedábamos contentos. Para los gachupines la verdadera democracia es aquella en la que ganan los pitiyanquis, los serviles a sus propósitos e intereses.
Con alegría de tísicos los gachupines escriben de “El País”: “El resultado de los sondeos refleja una victoria suficiente del presidente Evo Morales, impulsor de la Constitución, pero queda lejos de sus expectativas, que rondaban entre el 65% y el 70%, y confirma la división del país en dos bloques territoriales, porque el no ha triunfado claramente en cuatro departamentos orientales (la llamada media luna: Santa Cruz, Beni, Tarija y Pando), mientras que el sí se imponía en otros cuatro departamentos (andinos).” Y por lo tanto, Evo para ellos perdió. Es decir que el consejo electoral boliviano debió fijar el triunfo para Evo por encima del 70% del electorado. Y por eso sostienen que la Constitución necesitaba ser aprobada "en todos los departamentos" para considerarse "completamente legítima".
Lo que más le indignó a los gachupines fue cuando Evo dijo: "Aquí se acabó el pasado colonial. Aquí se acabó el neoliberalismo. Aquí se acabó el latifundismo. Mandaremos y gobernaremos como nos pide el pueblo boliviano, y el pueblo ha refundado Bolivia".
Como los gachupines ahora suspiran por una confrontación, aspiran a que la oposición a la Constitución se concentre fundamentalmente en cuatro de los nueve departamentos en que está dividido el país, en la zona oriental, y ha sido protagonizada, sobre todo, por Santa Cruz y su denominado Comité Cívico. Los gachupines aspiran a que la nueva Constitución no disminuya las competencias del departamento y su capacidad para gestionar una parte sustancial de los ingresos derivados del petróleo y el gas -el 90% de estos dos recursos naturales se encuentra en la llamada media luna-. El voto negativo rondó el 70% en Santa Cruz y osciló entre el 60% y el 70% en los otros tres departamentos "rebeldes". Es decir, ellos sueñan que se alcen contra Morales estos Departamentos, que si pasara en España inmediatamente serían declarados por EE UU y sus gachupines como TERRORISTAS. Por eso los gachupines proclaman: “La mayoría de los críticos, sean autonomistas o no, considera que la nueva Constitución no ayudará a cerrar las heridas abiertas entre la zona oriental (rica y conservadora) y la occidental (indígena y más pobre), sino que profundizará la confrontación y que los resultados deberían dar paso a una amplia negociación política entre los dos sectores del país.” O sea.
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