Sin intenciones de caer en ofensas ni bajas interpretaciones, menos en planteamientos de doble sentido tendentes a injuriar a los contrincantes del presidente Hugo Chávez, ese no es mi objetivo, pero deduzco en esta campaña la cual arrancó con gran ferocidad, que el “No” de los opositores es como el de las mujeres, que al final lo que quieren es decir “Sí”, “Sí” y “Si”.
Me niego a morder ese anzuelo de los oponentes que ante los medios de comunicación dicen “No”, pues creo que dentro de su pecho su corazón sufre, porque lo que quieren es gritar a todo pulmón “¡Siii...!”, para poderse lanzar en cada oportunidad.
Lo que sucede es que al extenderse la postulación a alcaldes y gobernadores, los opositores sucumbieron a un conflicto. Si dicen “Sí” dan la razón a Chávez y si dicen “No” se niegan ellos mismos la posibilidad de seguir postulándose y reeligiéndose tantas veces como el pueblo lo decida. Y eso les duele. Por eso pienso que el “No” de esos políticos, actualmente en gobernaciones y alcaldías, en el fondo no es más que un rotundo “Sííí”.
Y es que el “Sí” marca la vida de las personas. Desde la adolescencia cedemos al “Sí” de la primera vez, de nuestra primera novia y las que se tengan. En la ley de los hombres decimos “Sí” ante el jefe civil, del prefecto o de la autoridad que lleve a cabo el matrimonio. Y casi siempre, sino el mismo día, el siguiente, o cuando se decida, nos paran delante de los ojos de Dios y plenos de orgullo inflamos el pecho a manera de pato macho, para vaciar un rotundo “SíííI”. En ese instante a todo lo que nos pregunten decimos “Sí”. Los que no se casan por la Iglesia igualmente reciben su “Sí” y son felices.
Estos “Sí” son determinantes, de ellos depende el desarrollo, el futuro de la vida de los hombres, las mujeres y la patria. Quizás por eso, el “Sí” suene tan agradable al oído de las personas, porque aunque muchos, a veces, por broma o enojo suelen decir lo contrario, ningún ser humano puede vivir sin el “Sí” del amor. Todavía ya ancianos en la casa, dependemos del “Sí” de ellas. Ahora, estoy seguro que tampoco será posible vivir sin el “Sí” a la modificación del artículo 230 de la Constitución Bolivariana que refiere sobre el período presidencial.
Sólo que por esos detractores del proceso bolivariano, a quienes no les importan los pobres ni las misiones que hacen de Venezuela un patria digna, se nos coloca en la diatriba de decir “Sí” o “No” a una enmienda que sólo busca mantener el poder en el pueblo, para que los venezolanos seamos libres y felices en esta revolución liderada por Chávez.
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(*) Periodista